domingo, 1 de abril de 2012

Camara Laye



Camara Laye


Por Letras africanas

Silvio Castro Fernández



El mayor de los doce hijos de un herrero y orfebre mandinga, nacido el primero de enero de1928 en Kouroussa, región de la Alta Guinea, es uno de los pilares de la literatura africana en lengua francesa. Su deslumbramiento por lo sobrenatural, que lo lleva a describir en sus cuentos lo mágico y maravilloso de África, aprehendido de los griots junto a las hogueras en las noches de las aldeas africanas. Para Camara Laye, la realidad se ancla en las tradiciones inmemoriales, la palabra hierática y el gesto en la narración de los gritos.

Sus primeros estudios los hizo en la escuela coránica y a continuación en las escuelas francesas, de donde pasó a cursar estudios en una escuela técnica en Conakry. Posteriormente continuó en el centro profesional de Argenteuil, Francia.

Camara Laye trabajó de cargador en el mercado de París, pero su vocación eran las letras, convirtiéndose en un lector incansable. En el año de 1953 publica El niño negro, por el que le concedieron el premio Charles-Veillon. La obra es autobiográfica y narra la vida cotidiana de un niño en la selva africana, sus multifacéticas experiencias, su constante enfrentamiento a pruebas que debe superar para lograr el objetivo final: la iniciación en el grupo de edad, o sea, el paso a la adolescencia-madurez.

El novelista camerunés Mongo Beti, refiriéndose a esta obra, plantea que es arte por el arte y que a pesar de estar bien escrita no refleja la impronta del colonialismo en su real dimensión. A lo que respondió Layé que en su obra se reconocen los valores del hombre negro; a su vez, Leopold Sedar Senghor señaló: “La pintura del mundo negro africano con los colores de la infancia constituye la manera más sugestiva de condenar el mundo capitalista de el occidente europeo”.

Regresa a Guinea con la independencia y se dedica a la diplomacia. Es de señalar que nunca asumió un comprometimiento en la lucha anticolonialista y esto le fue reprochado por muchos, aunque siempre se admiró y se admira su talento como narrador de historias y como escritor. En 1965 parte al exilio y su novela Dramouss lo hace acreedor de más fama. Se establece en Senegal y comienza a trabajar en el Instituto fundamental de Africa Negra (IFAN).

En 1976 le pronostican una enfermedad renal de carácter grave y se sumerge en la redacción de El maestro de la palabra [5] . Con la colaboración del griot Babor Condé escribió un texto épico de la saga del Imperio de Malí [6], obra que obtuvo el premio de la Academia francesa.

Contra las predicciones de los médicos, que le habían dado un año de vida, sobrevivió cuatro y murió en Dakar, Senegal, el 4 de febrero de 1980.



C’est la rentrée:La peur du tableau noir… de Camara Laye



"J'ai fréquenté très tôt l'école. Je commençai par aller à l'école coranique, puis, un peu plus tard, j'entrai à l'école française. J'ignorais alors tout du fait que j'allais y demeurer des années et des années, et sûrement ma mère l'ignorait autant que moi, car, l'eût-elle deviné, elle m'eût gardé près d'elle; mais peut-être déjà mon père le savait-il...

Aussitôt après le repas du matin, ma soeur et moi prenions le chemin de l'école, nos cahiers et nos livres enfermés dans un cartable de raphia.

...l'idée de dissipation ne nous effleurait même pas; c'est aussi que nous cherchions à attirer le moins possible l'attention du maître: nous vivions dans la crainte perpétuelle d'être envoyés au tableau.

Ce tableau noir était notre cauchemar: son miroir sombre en reflétait que trop exactement notre savoir; et ce savoir souvent était mince, et quand bien même il ne l'était pas, il demeurait fragile; un rien l'effarouchait. Or, si nous voulions ne pas être gratifiés d'une solide volée de coups de bâton, il s'agissait, la craie à la main, de payer comptant. C'est que le plus petit détail ici prenait son importance: le facheux tableau simplifiait tout; et il suffisait en vérité, dans les lettres que nous tracions, d'un jambage qui ne fût pas à la hauteur des autres, pour que nous fussions invités, soit à prendre, le dimanche, une leçon supplémentaire, soit à faire visite au maîre, durant la récréation, dans une classe qu'on appelait la classe enfantine, pour y recevoir sur le derrière une correction toujours mémorable."

Extrait de "L'enfant noir " (1953) de Camara Layecamara_laye-2.1189000040.jpg

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