miércoles, 14 de diciembre de 2011
José Luis Zárate y los gatos
De su muro de feis. Twiteado.
En su inmovilidad todo gato es esfinge. La casa: el desierto sobre el que majestuoso reina. Por ende cada mueble arena. Higiénica arena…
A medianoche las perros le ladran con insistencia a la oscuridad que sospechan es gato.
Los cuerpos sin sombra son más ligeros. Los gatos flotan en los tejados, mientras sus sombras, felices, disfrutan de peso y sustancia.
Las 7vidas hacen que se les dé bien la dualidad.Dejan su sombra en la noche. No todas las siluetas que maúllan afuera son gatos.
Con una sonrisita malvada el gato juega con su cascabel al cuello para que los ratones no puedan dormir.
No importa lo esponjoso, tierno y ronroneante que sea, a nadie le gusta tocar al gato de Edgar Allan Poe.
Le gustaba tentar a la suerte. Rompía espejos con gatos negros.
Los gatos son politeístas. Cada una de sus 7 vidas cree en un dios diferente ante el enojo de aquella que es atea.
Los adeptos piensan que cada gato es Bastet la diosa.Los gatos los miran indiferentes.Ellos saben que no son mil que son uno.Son mil Dioses.
Bastet, la diosa gato, gusta de jugar con esa hebra múltiple, ese ovillo, de las relaciones humanas.
Del perro uno puede esperar la constancia. Del gato el azar. Todos tenemos corazón de gato.
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