jueves, 20 de octubre de 2011

Pasaporte de pájaro

Los indignados

Por poeta neorrabioso




Se distingue al indignado en que lleva las pupilas como mal encajadas en los ojos. Y los ojos como mal encajados en la cara.

El indignado recupera la belleza de la proclama, la que estaba en el taller de las averías.

El indignado escribe en la pizarra con tiza azul: la Tierra precede a la geología y el hombre a la democracia.

El indignado sueña en el verso de los incisivos pero actúa en la prosa de las muelas.

La cabeza del indignado va hinchándose cada semana al ritmo que marcan los agentes de policía.

La diferencia entre un indignado y un revolucionario no existe. En el cielo juegan a los siete errores.

Un indignado no mata a los malos pero tampoco les llora si se mueren ellos solos.

Descubrí una vez a un indignado subido a una acacia. Con una pancarta: “Reniego de los humanos: solicito un pasaporte de pájaro”.

La garganta del indignado es enorme, parece un túnel cruzando otro túnel, nunca se termina de cruzarlo.

Los pulmones de los indignados llevan metralla de sobra para sus gritos de temporada.

Un indignado afirma como afirman todos los hombres. Pero basta que diga NO para que surja el Aconcagua.

La única condición para matar a un indignado de España es mostrarse aún más indignado, pero de momento no se ha dado el caso.

Me encontré con los indignados de mi ciudad. Pasaron cerca de mí. Ni siquiera me pegaron. No entiendo por qué. No podía dejar de pensarlo. Volví sobre mis pasos. Les pregunté.


Me uní a ellos.
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Publicado por Neorrabioso en 07:45

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