Machitos ilustrados, 1
Por Andrés Neuman
Muchos escritores que se consideran interesados en las relaciones entre escritura y política tienen algo en común: jamás indagan en el pensamiento de género. Su discurso admite toda clase de reflexiones poscoloniales, revisiones históricas, desmontajes del mercado literario, análisis sociológicos de la tecnología. Pero suele callar, o salir corriendo, o reaccionar con furia, ante cualquier planteamiento feminista. Su escritura omite de entrada las relaciones entre ficción y patriarcado, entre las transformaciones de los roles de género y el punto de vista narrativo. El pensamiento de género concierne a mujeres y hombres. Y afecta por igual al modo en que conforman su autoimagen y proyectan su identidad, cuya faceta de género es tan sometible a crítica como la política o la estética. El feminismo es también, en su aplicación siglo 21, una vía de autoconocimiento masculino. De liberación íntima. Y una forma de profundizar en la escritura. Así como la idea de identidad nacional aplicada a la cultura entró en crisis hace tiempo, la postura del machito ilustrado en la literatura nos va a dejar a todos en calzoncillos, si seguimos fingiendo que esto es un tema de mujeres.
(Resumen del artículo en la revista Ñ, 13-05-2011.)
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