lunes, 5 de julio de 2010

Perlongher

AGUAS AÉREAS

Néstor Perlongher, en Aguas aéreas, accede a la visión del Amazonas desde el cielo de su ojo delicadísimo, punto de calma en un sonambulismo atormentador. [...] La reverencia orante donde la identidad está perdida - su aceptación del borde que no termina, su pulsante expansión. La minuciosidad de artificio que refina para desnudar, que alude para convocar, que aletarga, letánica, a la mente pero no a la conciencia, que despeja los ojos de tanta mirada ajena. Aguas aéreas, corazón del follaje. El pulsar continuo de la mata, del rapto. La llama viva del cuerpo de carne y de vacío: en esa doble alegría, se revela el acceso. Algo que aparece en las nubes, entre las ramas titilantes, en los juegos cambiantes del lenguaje escrito, del habla enmascarada, del balbuceo sin traducción que es un recorrido siempre oblicuo y siempre central.

Reynaldo Jiménez

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In: PERLONGHER, Néstor. Aguas aéreas.
Buenos Aires, Ultimo Reino, 1991

I

RECIO EL EMBARQUE, airado aedo
riza u ondula noctilucas
iridiscencias enhebrando
en el etéreo sulfilar:
un trazo
(deleble persistencia)
en el enroque de los magmas
en el cuadriculado del mantel

-mental, la sala
de entrecasa (arte kitsch)
compostelaba medianías
en el corset de voile, leve y violado.

Pero los voladitos
de los encajes del mantel urdían
más que un texto una forma, una figura...

Boreal o suave, sus caireles
no dejaban de iluminar los resbalosos
voleos del minué, por las baldosas: uña
desprendida y procaz, arañando sus pases
el inane, traslúcido volar.

Por espejismos de piel viva
en el tirón de las mucosas
los rasgueos de la uña
elevaban las cántigas
al cielorraso hueco, sublunar.

*

Recio el cantor, bruñidas las guedejas,
dejo de mambo inflige al modular
intensidades en el cieno,
plástica
porosidad de la materia espesa.

En el dejo un espasmo
contorsionaba los ligámenes
y transmitía a los encajes
la untuosidad del nylon

rayándolos
en una delicada precipitación.

II

TITILAR DE EBONITA, las lilas de la cruz
liman del clavo la turgencia áspera
o paspan el derrame del rosario
por la puntilla del mantel.

Acaireladas convulsiones, si la medusa pincha al pez, tremola
en el remolineo la flotación de un cántico, de un cántaro.

Cantarolan por darle al óleo cenagoso
la consistencia de un velo de noche, por hurtarle
al dios de la floresta la niñez de un escándalo
u otorgarle a la red de iridiscencias pasajeras (tiemblan)
la levedad de un giro en el espacio.

Patrulla el desternillar del álamo veloz la ceremonia
al tiempo que lo desboca con incrustes de strass o lentejuela móvil
que rayan la película devenida traslúcida.

La huída de los cormoranes
y en su lugar las mansas gaviotas del deseo,
el vértigo de los meollos
asombrillando el pajarear.

¿Adónde se sale cuando no se está?
¿Adónde se está cuando se sale?

Al lado, o de repente, la musiquilla se aproxima
y avisa que las huellas se hacen barro en la disolución del filafil,
entonces de un tirón se restablece la rigidez de la rodilla (trémula)
y el pico de la flor abre en el témpano la cicatriz de un pámpano

rajando

los valles de la misa, los alvéolos
de eso que por ser misa hubo de echarle azogue al ánade,
una mano de espejo a la destreza.



X

DIAMANTE

Rascacielo almendror cuyos cimientos
por caños cañerías ventanolas corpúsculos y baños
van a dar al gran Lago de los Seres,
los Entes

ENTES FIJOS
PREFIJOS

Prefijada su estela, su cascada
si manes a la hiedra
zambullen, una luz
riza las torvas ondas

Erizos
Aguas vivas

Caperuzas cartilaginosas
para los maquilleos de las orlas

Sirenas de celofán
en los agujeros de la red,
medio cuerpo de náyade
en el tecnicolor de espumas
cuyas salpicaduras esparcían
un arco de partículas de polvos
y burbujas, arco azul
al compás
de tironeos de tendón y sincopadas catalepsias

caídas de la presión

vaho azulosos en el rodar al vuelo
en el vaivén febril estos títeres rítmicos
o mixtos
implantan su cabellera en el cristal
de nube, crepúsculo vacío
de temblorosa iridiscencia
volúmenes de brillo
deslizando sus aspas
por jardines de limo.

ERA EL CRISTAL
LAS MIL FACETAS DEL CRISTAL
LOS BRILLOS RITMICOS
LOS HIMNOS
CELEBRATORIOS DE UNA
ANUNCIACIÓN

CALEDOSCOPIO
FRENESI ESMALTADO



XXII

Este en selva inconstante pino alado
Conde de Villamediana

ASCESIS FORESTAL:
el agua sólo como excusa o cauce para el entron- camiento del tronco en el ramaje, sutileza fluvial, el fluir de la canoa
por el divertimiento de las ramas, haciéndole de concha al sibilante
estuche, chispas de borravino nacían del encuentro amoroso del codo
de la piragua con el nudo del árbol adamado, inclinado a enguantar o
feminar sus redes, al otro lado del arroyo, envuelto, vegetales que
entraban en el agua, un devenir ácueo del palo,
navegan en el bosque.



XXIX

EL CIRCUITO DE OCELOS el estanque encantado
conmueve tenuemente con la finura de una
anguila del aire
vermes de rosicler urdiendo bajo el césped
un laberinto de relámpagos.



XXXIV

ATRAIA EL PEZ HOMBRE a la dama amazónica que arrojábase rauda
a lo más hondo de sí de esos sonidos (olifán almizclado) que envolvían
los pliegues de la falda y los tirabuzones de los aros y los brazos sobre
todo los brazos desnudos de esos delfines lisos que la halaban acari- ciantemente distraída traída por los espiralados torbellinos echada sin
pensarlo a las mareas del légamo del río que contento por devorarla
una orla multicolor alzaba en las orillas de la selva.

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