domingo, 21 de marzo de 2010

No ahuyentar para siempre a la dama del mediodía

La dama del mediodía
(poema sin adjetivos)

a Edgar Bayley


Paulina Vinderman



La dama con sombrero de paja
camina desde el sol
hasta mi mesa en la arena.
No puedo ver sus ojos ni sus manos
pero sé que el mar
se incluye en su vestido
y su cintura se balancea
como las olas de aquella tarde.
Había roto mis uñas buscando almejas
sólo para dejarlas otra vez en su lugar
y no había tenido fuerzas
de construir castillos.
(La gaviota había muerto,
era plumas y pico en la brisa de las seis.)
La vida no es más que eso, pienso,
la lucha para no ahuyentar para siempre
a la dama del mediodía
— vestido de mar, balanceo de cintura—
sin siquiera haber reparado en sus pies.

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