Ya sé por qué Pablito me gusta tanto. No es que sus obsesiones (los libros, las bibliotecas, los lectores, los misterios, las colecciones, las manías más o menos creativas) sean geniales y que las exprese genialmente (cosa que además de ser cierta lo es para muchos otros autores). Lo único de especial que tienen sus obsesiones es que son las mismas que las mías. Y él las trata, igual que yo, de una manera resignada y poco temerosa, como diciendo: Bueno, chicas, sé que son manías, ustedes, mis manías, pero son mías y nunca trataré de desentrañarlas ni ocutarlas ni negarlas en público tres veces en un día.
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