carta XXXII
Liliana Lukin
mi querida: en los hombres no se puede
confiar
ellos en una ciudad desconocida
no sabrían cómo encontrarnos
en cambio nosotras
persistentes y sin resignación
haríamos de la búsqueda un destino
carta XL
mi querida: una es una inconciente
y sus actos son como un paseo distraído
por la cornisa a oscuras de la necesidad
así está destinada a la caída porque una
es una mujer desprevenida
una inconciente es una que es capaz de todo
por amor la conciencia no trabaja demasiado
(dejo de estar alerta y soy la voluntad
de lo que en mí trabaja más: una inconsciente
soy porque mis actos por amor pierden el tino
desnudando en público su verdadera condición:
lo femenino)
con furor alegre por el dolor del golpe
nace una tristeza desmedida porque una sabe
en la caída la soledad de la caída
una es una inconciente que donde mejor se siente
es en el amor esa cornisa donde se organiza
la costumbre de ser una mujer
(en su falla lo femenino estalla)
Liliana Lukin
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