¡Mi cordobés preferido! Nunca nos hemos visto las caras frente a frente, nunca hemos escuchado nuestras voces a través del aire, pero nos conocemos la poesía del uno y de la otra, nos conocemos.
No me acuerdo (¿vos, Ale, te acordás?) cómo llegamos a comunicarnos por primera vez, pero sé que fue por correo y cerca del 88 o el 90 (¿podremos calcular por la edad de los hijos?). Nos hemos mandado cartas y libros y plaquetas. Nos habíamos perdido y ahora me lo encuentro blogueando (busquen sus links en seguidores que no se van a arrepentir).
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