miércoles, 10 de junio de 2009

Poesía vampìrica

Charles Baudelaire "Las metamorfosis del vampiro"




La mujer, entretanto, con su boca de fresa,
retorciéndose igual que una sierpe en el fuego,
embutiendo sus pechos en el ferreo corset,
derramaba palabras impregnadas de almizcle:
"-Tengo labios muy húmedos y conozco la ciencia
de perder en un lecho la conciencia de siempre.
Seco todas las llantos con mis pechos triunfantes,
y a los viejos arranco risas como de los niños.
¡Para quien pueda verme sin velos, desnuda,
soy la luna y el sol, el cielo y las estrellas!
Soy, oh amado doctísimo, tan experta en placeres,
cuando enlazo a los hombres en mis brazos temidos
o al dejar que mi pecho se abandone a sus dientes,
libertina y medrosa, tan robusta y muy fràgil,
que sobre este colchón que arrebatan pasiones,
impotentes ángeles se condenarían por mí!"

Cuando ella hubo sorbido de mis huesos la médula,
cuando lánguidamente me acercaba de nuevo
para un beso de amor, vi tan sólo a mi lado
un pellejo viscoso rebosante de pus.
Cerré entonces los ojos con espanto glacial,
y al abrirlos de nuevo a la luz de la vida,
a mi lado, en lugar de aquel recio pelele
que se había nutrido de mi sangre, temblaban
con un ruido confuso restos de un esqueleto,
con los agrios chillidos de veleta y de muestra
de una tienda, colgada de una vara de hierro
y que el viento sacude en las noches de invierno.


Charles Baudelaire

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