jueves, 5 de marzo de 2009

Debate: ¿El amor es heterosexual?

El amor es heterosexual. (Autor: Javier Sáez. Extraído de www. hartza.com)





All you queer is love (Sejo Carrascosa)





Hace poco participé en un encuentro feminista porno punk en Donosti, organizado por Beatriz Preciado. Muchas conferencias, performances, videos, fotos, amistades, fiestas… Quizá lo más interesante del encuentro fueron las coaliciones, redes, y amistades que se fueron tejiendo esos días, entre un montón de bollos, maricas y trans que disponíamos de un espacio de encuentro y de fiesta. Creo que la aportación política más importante que está haciendo Beatriz en estos años no está en sus estupendos libros (recomiendo Testo yonqui a todo el mundo), sino en haber creado dispositivos de encuentro y de creación que dan poder y crean alianzas entre personas que viven en los márgenes del régimen heterosexual.



Pero hubo una constante a lo largo del festival que me inquietó y que llamó mi atención. La exaltación de la pareja y del amor. Elizabeth Stephens y Annie Sprinkle empezaron contándonos sus estupendos trabajos en el terreno del post porno, pero la intervención fue derivando hacia una narrativa sobre su enamoramiento y sobre sus diversas bodas en diferentes colores “celebrando el amor”; la pareja gay Massimo y Pierce, Black Sun Productions, nos contaron cómo “se enamoraron” rodando su primer porno. Maria Llopis nos contó que “ahora tiene novio y quizá se case y tenga un hijo”. Annie Sprinkle dedicó su intervención a “esa pareja maravillosa: Beatriz y Virginie”. Parte del público se deshacía ante tanto romanticismo, ternura, felicidad y Love Power. Otra parte del público se preguntaba qué hacíamos exaltando la pareja y el matrimonio en un encuentro presuntamente feminista, punk y queer.



Todo esto me dio qué pensar. Me pregunto si la retórica del amor no es sino otro discurso y otra práctica más que hemos adoptado desde el régimen heterosexual. En todo caso, es un discurso totalmente inofensivo y domesticado, algo que no molesta en absoluto al sistema patriarcal y homófobo. Por el contrario, los bollos, las maricas e incluso los trans son mucho mejor digeridos y aceptados cuando tienen pareja (“qué chicos más sanos, ya no son promiscuos”) y sobre todo cuando proclaman “su amor” (“fíjate qué majos, se quieren; son como nosotros”). Como decía Foucault, lo que molesta al poder no son las relaciones homosexuales, sino la amistad (http://www.hartza.com/fuckault.htm ). Es decir, la posibilidad de crear redes de amigos, apoyos, afectos, solidaridades, difíciles de localizar, que escapan al control social y que van más allá del modelo binario individualista o liberal: “pareja- amor- matrimonio”.



Mi impresión es que el amor sigue siendo el último bastión que nadie se atreve a franquear, a cuestionar. Se plantea como algo universal, ahistórico, intrínsecamente bueno, humano, positivo. Pero quizá no hay un amor en singular, no hay un amor sin historia, no hay amor sin relaciones de poder, de clase y de raza, quizá se puede vivir sin amor. Quizá “el amor” es más complejo de lo que suponemos.



Para mí el amor se basa en la insolidaridad. Me vinculo a una persona, de forma individual, y abandono el resto. La pareja. Dos individuos. Fin del vínculo social. La locura temporal que supone el sentimiento amoroso nos aísla del resto, o en todo caso convierte a la pareja en la prioridad: primero salvo a mi marido, luego ya veremos. Tampoco se recuerda lo cerca que está el amor del odio: cada semana muere en el Estado español una mujer a manos de su marido: “la maté porque la amaba”. La propia Elizabeth Stephens nos mostraba en el festival una foto de un pezón sujetado por una llave inglesa, y comentaba: “Es una foto del pezón de mi ex. Ahora pienso que debería haber apretado más fuerte”. Parece que la cosa acabó mal entre ellas.



El amor no tiene un original, ni es universal, es más, a mí me parece que es una noción absolutamente heterosexual, y quizá vacía. Es un código que repetimos y asumimos inconscientemente porque es el que recibimos desde las instituciones, en el cine, la televisión, la literatura, el discurso familiar, la escuela, la religión. Nada escapa al amor como valor universal. Haz el amor, no la guerra. Viva el amor. Te amo. All you need is love. Todo lo que necesita el poder para callarte la boca es el amor. Qué bonito es el amor. Millones de canciones repiten la palabra amor. Miles de películas (heteros o gays, da igual) sobre el amor. Miles de parejas se casan cada día “por amor”. Dios es amor. Psicólogos, pedagogas, historiadores, sociólogas, profesoras, militantes, políticos, curas, sexólogas, periodistas, cineastas, escritoras, antropólogas, psicoanalistas, humanistas, parados, comunistas, fascistas: todos adoran el amor.



Del mismo modo que la identidad masculina o femenina se adquiere por un proceso performativo de repeticiones de códigos que nos preceden y nos determinan (Butler), aprendemos a sentir y a desarrollar afectos bajo el referente de “el amor”. Como si fueran las únicas gafas de que disponemos para ver el mundo, para sentir, para establecer vínculos, para vivir en sociedad. Todos monolingües, hablando el lenguaje universal del amor. Pero hay más lenguas, la política se escribe desde lo intraducible, desde lo incomunicable, desde códigos secretos que tenemos que inventarnos. Babel contra el amor. El amor nos vuelve codificables, comprensibles, integrables, normales. La subversión pasa por otro sitio: que no sepan qué idioma hablamos.



Si queremos desafiar y subvertir el orden social y sexual en que vivimos, hay que acabar con el amor. Desprenderse de esa costra babosa, almibarada y ñoña donde perecemos como moscas en la miel.



Como decía Audre Lorde: “No podemos destruir la casa del amo con las herramientas del amo”.



El amor es la herramienta del amo. Estaba escrito, pero no lo veíamos: AMOr.



Javier Sáez



www.hartza.com

Respuestas de Beatriz Preciado y de Virginie Despentes a este artículo:



Respuesta a Javier Sáez y su El amor es heterosexual



Make love to the earth (decían Annie y Beth mientras besaban la tierra de Donosti)



B. Preciado



Qué decirte a todo lo que me cuentas si no es que TE QUEREMOS: políticamente, amicalmente, que te apoyo en tu lucha, que me gustaría poder estar cerca de ti si te sientes solo. Pero no me gusta el modo en que fríamente vomitas tu crítica sobre los otros y cuando toca dar la cara lo único que nos puedes decir son una lista de tristes incidentes... Quizás de lo que estés hablando sea precisamente de los afectos y su precariedad. Annie pasó por un cáncer terrible, del que pudo salir gracias a poder compartir la seguridad social de Beth al casarse con ella. No soporto que alguien que no ha trabajado en pornografía o en prostitución venga a explicarle a las trabajadoras sexuales que no pueden utilizar la palabra o la noción de amor porque ésta es heterosexual. Annie y Beth, como Massimo y Pierce, están re-inventando a través de su trabajo lo que significa amor, creando una cultura de amor disidente. Las bodas de Annie y Beth son performances colectivas, en las que participan cientos de personas, pero no como en las bodas tradicionales, sino creando una comunidad de afecto y de apoyo colectivo con la que precisamente podemos contar en momentos difíciles. Más que bodas podrían ser arquitecturas políticas en las que lo que se construye son redes y afectos. A mí la política sin AMOR no me interesa. Amor no es amor romántico. Eso yo también, Javi, sé que es un cuento de hadas. Amor es currarse los afectos allí donde más duele. Me gustaría que hubiera habido más tiempo y que hubieras podido conocer a Annie y Beth más de cerca: quizás hubieras podido casarte también con la tierra como lo hicimos nosotr*s. Yo lo que he sentido en tu texto es que nos tratabas de bobos: como si yo no supiera la crítica que Foucault y Butler pueden hacer a las estructuras normativas en torno a las que se construye la noción heterocentrada de amor. Pero no te olvides que Foucault tenía a Daniel y que Butler está casada con Wendy y tiene un hijo con ella. ¿Qué es lo que tanto te molesta? ¿Acaso desde la cultura feminista y queer no podemos transformar el amor, la pareja y la filiación como hemos transformado la masculinidad, la feminidad o el sexo? Hay que sobrevivir y nuestras vidas, tú lo sabes también como yo, son frágiles. Y ya basta de esa ecuación heterosexual= mal, es demasiado fácil. Como si nosotros no tuviéramos que aprender a relacionarnos, a amar, como si inventar nuevas formas de afección fuera tan sencillo. También he percibido en el texto una cierta forma de vigilancia: cuáles son las relaciones que merecen la etiqueta de políticas y las que no, de queer o no. Lo que yo te puedo decir, es que desde que conozco a Annie y a Beth, a Virginie, a Itziar a Maro, a Elena y Majo y tanta otra gente han llenado mi vida de amor, sí, te lo digo sin corte, porque no me da corte pronunciar esa palabra tan mal vista en nuestros grupos tan postporno, de AMOR y me gustaría seguir construyendo esos afectos.

Te mando un abrazo fuertísimo y te ofrezco desde aquí todo nuestro apoyo. Te envío el ritual de amor con la tierra que Virginie y yo compartimos el otro día con Annie y Beth:



Earth, we vow to become your lover.

With these steps,

Let us reach your love.

Through our senses we will become your lover.

Everyday we promise to breath in your fragrance.

And be opened by you.

Let us not be severed from your love.

Everyday we promise to enjoy your colors

And be surprised.

Let us not be severed from your love.

Everyday we promise to taste you

And be moved.

Let us not be severed from your love.



Everyday ears to the ground we listen, and are changed.



We promise to love you until death brings us closer together forever.

We are consecrated to you, Earth, through this dirt that we will become.

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