lunes, 26 de enero de 2009

Héroes CON sexo

Desde elmundo.es






Héroes sin sexo

Un artículo del diario The Times abrió la veda: si luce bombachos, no va con mujeres ni se separa de un viejo marinero, ¿es gay Tintín, el reportero más intrépido de la historia del cómic? No es el único personaje de ficción a quien se pretende orientar en este sentido, desde Batman y Robin hasta Epi y Blas. La pregunta es: ¿hay que sexualizar los iconos infantiles?

Por Silvia Grijalba; Fotografías de Álvaro Villarrubia.



La vida es mucho más fácil de lo que habíamos pensado. Todo es muy sencillo. Cada cosa en su sitio y cada tópico con su pareja. A los hombres heterosexuales les gusta el fútbol y decir piropos a las mujeres de buen ver; a las mujeres hetero, ir de compras y leer novelas rosas; a las lesbianas, las camisas de cuadros de leñador y los vaqueros anchos; y todos los hombres a los que les gusta Madonna y, ya no digamos si también escuchan a Mónica Naranjo, está claro, son homosexuales.

Después de siglos intentando romper estereotipos, acabar con el tópico de que la tendencia sexual y el género definen un modo de vida y unos gustos, viene el periodista y activista gay Matthew Parris y publica en el Times de Londres un artículo explicando detalladamente por qué, según él, Tintín y todos los personajes de ese cómic (excepto Milú, «el único macho hetero de esa historia») son homosexuales. Ha elegido para hacer esta revelación el 80 cumpleaños del reportero y, digámoslo de paso, ahora que Spielberg está pensando llevar al cine la historia de Tintín, un personaje que en Estados Unidos nunca ha tenido mucho éxito y que con esta polvareda que se está levantando es posible que empiece a ser más popular en EEUU.

El reportaje ha creado revuelo en todo el mundo. Desde los que responden indignados, como L'Observatore Romano (el periódico oficial del Vaticano) o Le Figaro, que lo considera una afrenta casi personal contra Francia, un país que siempre ha tenido a Tintín como un héroe nacional, aunque Hergé fuera belga. Hasta tal punto ha llegado esta lucha –que podría parecer una simple boutade, pero se ha tomado muy en serio–, que el escritor, psiquiatra y tintinólogo Serge Tisseron llegaba, en el citado diario, hasta las alusiones personales a Matthew Parris, diciendo que todo esto era «una venganza de un homosexual».

La polémica pone el foco sobre algo que está en la sociedad y que llama la atención: esa tendencia a sexualizarlo todo y, en este caso, a considerar homosexuales a personajes o personas que, como en el caso de Tintín y otras creaciones del cine o la literatura, son asexuales, porque en la intención del autor y en las historias que quería contar, la genitalidad del protagonista era irrelevante. O, hablando de seres de carne y hueso, casos como, por ejemplo, el de Palomares de Gran Hermano 10 (con una pluma reconocida y evidente y una tendencia obsesiva por limpiar la casa) que muchos se niegan a aceptar que es heterosexual, por mucho que nos presente a su novia y asegure que le gustan las mujeres.

Pero, ¿qué razones esgrime Matthew Parris para convencer al mundo de que el chico del tupé y los bombachos, ese periodista precoz que según los expertos siempre ronda los 16 años, es evidentemente homosexual? Pues, por una parte, en efecto, el tupé y los bombachos.

TINTÍN USA CREMA. Según el periodista y ex político conservador británico, esa preocupación por su aspecto y esa indumentaria estrafalaria sólo se puede llevar si a uno le gustan los hombres. Su juventud eterna también parece que es un dato a tener en cuenta porque, al parecer, «los hombres homosexuales no envejecen como el resto» y afirma que, probablemente, Tintín usaba crema hidratante. También comenta que no hay referencias a los padres biológicos del reportero y que el «síndrome del hijo reemplazado» es una fantasía muy habitual en el ámbito gay, claro que otra de las presuntas fantasías a las que alude es la de formar parte del servicio secreto (el autor del reportaje confiesa que él quiso entrar en el M16) y él sospecha que Tintín no era periodista, sino espía.

Aparte de esos datos más bien disparatados, hay otros que, sí, efectivamente, si uno quiere, pueden tener algo más de verosimilitud. Nos referimos a la relación con ese marinero de mediana edad, Haddock, con el que pasa largas temporadas en su casa y a Hernández y Fernández, tan aficionados a los disfraces (y sí, a veces, a vestirse de mujer).

En efecto, a todo se le puede buscar la vuelta, pero por esa regla de tres, como bien apunta el escritor, crítico de cine y experto en cultura pop Jesús Palacios, también en el cómic y la película 300 podríamos ver, si nos diera por ahí, homoerotismo. «Si lo simplificas: una legión de hombres semidesnudos, dirigidos por una especie de loca travestida, podríamos pensar que son todos homosexuales, pero vamos, es evidente que no es la intención de Frank Miller, un dibujante norteamericano bastante conservador que no ha tenido eso en mente jamás".

Otro de los datos que aporta el reportaje del Times es que no hay prácticamente mujeres y que la que aparece, la Castafiore, es una ¡diva de ópera! (según él, más claro, el agua…). Parris comenta textualmente en The Times: «En realidad, sólo puedo contar ocho figuras que se puedan identificar como mujeres (aproximadamente, el 2%) de la lista completa de unos 350 personajes entre los que se mueve Tintín a lo largo de su vida. No hay ninguna chica joven ni ninguna mujer atractiva en ninguna de sus aventuras».

Según declaraba el traductor Gianfranco Gorla al L'Observatore Romano y corrobora cualquiera que sea aficionado al tebeo, «en esa época, las mujeres sólo aparecían en los cómics para meterse en problemas y ser salvadas por el héroe». Afortunadamente, eso cambió y años más tarde se crearon heroínas que luchaban de tú a tú con los superhéroes (y defendían a algunos hombres) y, por otra parte, como se explica en el apoyo que complementa este reportaje, también los cambios sociales han ayudado a que (aunque tarde) las editoriales generalistas y no sólo las enfocadas al público homosexual, creen superhéroes que además de fuertes, nobles, solidarios y leales, son gays.

Dentro del colectivo homosexual hay voces que critican actitudes como la de Matthew Parris. Una de ellas es la de Peibols, colaborador de la web Ambienteg (donde también aparece otro post criticando el empeño del Vaticano por demostrar que Tintín no es gay), quien dedicó todo un texto a hablar de este tema y al que hemos consultado para este reportaje.

«Yo creo», explica, «que estamos en un momento en el que nos encanta etiquetar. Nos gusta mucho poder definir si lo que hace Beyoncé es pop o R&B, si esto es clásico, moderno o revival. Somos incapaces de oír música sin más o de ver cine normal. Tenemos que oír música etiquetada. Y que comulgue con nuestro gueto social. Lo mismo pasa con el mundo gay. Todas hemos adquirido el vicio de prejuzgar, de pre-etiquetar. Es decir, si vemos a un tío en un concierto de Kylie [Minogue]haciendo cola para verla en primera fila, lo etiquetamos de «marica». Ahora, con Tintín ha pasado algo parecido. Alguien con mucho tiempo libre se ha dedicado a decir que Tintín es gay usando motivos absurdos como su ropa, las compañías o que no mencione nunca a su familia. Anda que no tengo amigos hetero que usan perfume de Jean Paul Gaultier».

Efectivamente, la androginia estética es cada vez más común en la sociedad y que un hombre se cuide, que llore, que abrace a otro o que disfrute oyendo una ópera no hace pensar a casi nadie que es homosexual, igual que si a un gay le gusta el fútbol, es incapaz de mostrar sus sentimientos o combina fatal los colores a la hora de vestir, nadie pensará que es imposible que sea gay.

En cualquier caso, Parris no es el primero que habla de la presunta homosexualidad de personajes de ficción tirando a asexuados. El asunto es antiguo. Dos de los grandes expertos de nuestro país en todo lo relacionado con el cómic, Luis Alberto de Cuenca y Jesús Palacios, coinciden en afirmar que esto es algo que tanto en el cine, como en la literatura o en el tebeo, se viene dando desde los años 60.

Pero ambos también están de acuerdo en que la diferencia está en el tono y en la intención. Antes el tono era provocativo, desmitificador, irónico, pero siempre desde la complicidad y un cierto homenaje, pero ahora se trata de algo presuntamente académico, sesudo, como si realmente hubiera una base que lo sustentara.

CUESTIONAR LA VIRILIDAD. «En los años 60, en la era del pop», comenta Jesús Palacios, «esto era bastante habitual. Algunos artistas como Warhol o John Waters han usado iconos de la historia de la cultura, especialmente los que representaban una virilidad incuestionable, para darles la vuelta y jugar a la desmitificación. En el cine, me viene a la cabeza un ejemplo muy claro de esto que es la película de Billy Wilder La vida secreta de Sherlock Holmes, en la que se insinúa que el detective tenía una relación de algo más que amistad con el Doctor Watson. Pero esto siempre ha sido de una manera irónica y como una reinterpretación, no intentando convencer a nadie de que el autor de la obra pensaba que ese personaje era gay pero no se atrevió a decirlo abiertamente. Otro ejemplo en el cine es el de las adaptaciones de Batman. No en el caso de Tim Burton, porque él le dio un tono más oscuro, más freak, pero sí en el de Joel Shumacher, que lo presentaba claramente como un personaje gay, pero como una visión propia: juega a un homoerotismo estético. La diferencia esencial está, en mi opinión, en que se trate de una especie de homenaje, de una revisión de un personaje con cierto aire camp, o sea más bien una especie de outing absurdo, sin un ápice de complicidad».

Absurdo y ridículo son dos adjetivos que han salido varias veces a lo largo del reportaje. De ridícula califica toda esta polémica Luis Alberto de Cuenca. El poeta, ex Secretario de Estado de Cultura y uno de los grandes eruditos del cómic en general y de Tintín en particular, considera que todo esto tiene que ver con «una corrección política mal entendida y un deseo de buscarle explicación a todo y de jugar a Freud sin ninguna base real».

«Yo recuerdo», comenta, «que Terenci Moix en su magnífico libro Cómics, arte para el consumo y formas pop [1968], ya insinuaba que Roberto Alcázar y Pedrín podían ser algo más que amigos. Pero era el 68 y en ello había algo de reivindicativo, era una provocación que se entendía en un momento político y social muy concreto. Pero ahora no tiene sentido hacer esa serie disquisiciones sobre Tintín. Es evidente que es un personaje asexuado y hay que recordar que Hergé comenzó a dibujar esa tira en el suplemento juvenil del Le Vingtième Siècle, que dirigía el Abate Wallez. Los valores que Hergé quería difundir eran básicamente el de la camaradería masculina y la amistad. Las relaciones sentimentales de los personajes no tenían ninguna relevancia y por eso ninguno tenía novia o mujer, porque no estaba en el guión de lo que él quería contar, simplemente, no hay que buscarle cinco pies al gato».

Efectivamente, la amistad masculina, durante años ha sido motivo de sospecha en los sectores más conservadores y en determinados subgrupos gays. Normalmente el comentario se hacía en tono jocoso y todos recordamos chistes sobre «¿qué hacen dos señores con camiseta a rayas, es decir Epi y Blas, durmiendo en camitas juntas y hablando en susurros de sus cosas por la noche o, ya no digamos, dándose la mano para conciliar el sueño?».

Como bien apunta de Cuenca, ese deseo de potenciar valores como la lealtad y el compañerismo masculino no es exclusivo de Tintín, sino «una constante a lo largo de la historia de la literatura y del cine, presente en películas de directores como John Ford o Howard Hawks». No olvidemos que John Ford tiene títulos muy muy reveladores: El Hombre tranquilo, Hombres intrépidos, Hombres sin miedo y –¡no se lo pierdan!–, Hombre entre hombres.








Los tiempos sí están cambiando


Las grandes compañías del cómic americano, Márvel y DC, empiezan a incluir lenta y tímidamente personajes gays en sus argumentos. Son conscientes de que tienen que adaptarse a la realidad social y, aunque con cautela, han hecho experimentos que, de momento, están dando buenos resultados. Warren Ellis y Brian Hitch crearon a Apollo y Midnighter, del grupo especial The Authorithy, dos superhéroes espejo de Superman y Batman que eran pareja. El cómic fue un éxito de ventas y eso ha animado a la industria a seguir esa línea. Otro ejemplo ha sido el de Rawhide Kid, una revisión del cowboy de la Marvel, de los años 50, que confesaba su amor por el Llanero Solitario. Esta historieta salió a la venta en Estados Unidos el mismo día que ganó las elecciones Obama, lo cual no deja de ser un dato significativo.




ALFREDO URDACI


"Por la misma regla de tres, algunas películas de Disney serían zoofilia"


Alfredo Urdaci (Pamplona, 1959) no tiene un perro que se llama Milú, ni usa habitualmente bombachos, pero comparte con Tintín, al menos, un par de cosas: su pasión por el periodismo y por viajar. A punto de emprender una nueva etapa vital como director de comunicación de El Pocero, hay una pregunta obligada, teniendo en cuenta que el primer proyecto en el que se embarca es en Guinea.
Pregunta. ¿Se siente usted como Tintín en el Congo?
Respuesta. (Risas). Yo pensé lo mismo cuando me llegó la propuesta de Tintín. África es un mundo apasionante, una tierra a la que no ha llegado el desarrollo del resto del planeta, por tanto una asignatura pendiente que tenemos como humanos. Se habla tantas veces de llevarles industria, bienestar... Ahora hay una oportunidad. Tintín no la dejaría pasar.

P. ¿Qué aventura de Tintín le hubiera gustado protagonizar?
R. Tintín y los pícaros. Es un trasunto de Regis Debray y los Tupamaros. La estúpida fascinación de la izquierda acomodada europea por los movimientos terroristas sudamericanos.

P. ¿Qué opina usted de la polémica sobre la presunta homosexualidad del personaje de Hergé?
R. Como ahora todo debe estar sexualizado, lo que no lo está debe caer en alguna casilla. Por esa regla, algunas películas de Disney serían zoofilia. Ahora lo miramos todo a través de los genitales, y con el aparato reproductor se ve muy poco.

P. En Tintín se habla de la camaradería masculina ¿usted cree en ella?
R. Es adolescente, transgresora. Descubres el mundo y necesitas un camarada. Te arriesgas, te pones a prueba y no quieres estar solo.

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