lunes 10 de noviembre de 2008 (Tomado de Loquenosenombra.blogspot)
POR FAVOR ¡NÓMBRENNOS!
PINCELADAS LINGÜÍSTICAS SOBRE EL USO DEL GÉNERO
No ha sido hasta bien entrado el siglo XX que dos de los principios ilustrados, igualdad y libertad, se han empezado a pensar para las mujeres en el ámbito escolar. Hasta entonces solo se pensaba en educar a la mujer para llevar a cabo un rol social limitado al espacio doméstico, de ahí que desde los inicios la educación entre niñas y niños fuera completamente diferente. Echando la vista atrás recordaremos que hasta 1783 las niñas en el Estado español no podían ir a la escuela. Carlos III permite entonces la escolarización, atendiendo a que ellas fueran buenas esposas y madres, mientras que ellos se encargaban de aportar el bienestar económico y tomar decisiones para su familia. Podemos decir que el carácter obligatorio de la escuela para niños y niñas aparecerá definitivamente en España gracias a la Ley Moyano, en 1857. La escuela mixta, por su parte, llegará en 1909 gracias al Real Decreto del 26 de octubre.Escuelas mixtas vs. escuela educativasA pesar de todo lo dicho no hay que confundir ni asociar el término escuela mixta con escuela coeducativa, pues el agrupamiento de niños y niñas en un mismo lugar no implica la existencia de una enseñanza justa e igualitaria, tanto es así que más allá de la aparente neutralidad a mediados de los años ochenta empezarán a aparecer en el país los primeros trabajos de autores que cuestionan el modelo existente de escuela mixta, como es el caso de Santos Guerra o Subirats y Brullet . A través de ellos vemos cómo el sistema de educación va engendrando papeles y roles totalmente diferenciados entre chicos y chicas, que no hacen más que remarcar las diferencias sociales entre ambos, de manera que la escuela se limitaba solamente a reproducir el orden social preestablecido.Podemos partir pues de la idea de que desde los orígenes del sistema educativo, la manera de tratar a niños y niñas fue muy diferente.
Coeducar vs. Educar
Afortunadamente en la actualidad se abre para las/los docentes una valiosa arma en contra de las desigualdades en el terreno educativo. Junto a la idea de “educar”, es decir, potenciar el desarrollo de todas las posibilidades y actitudes de una persona, se nos ofrece la de “coeducar”, en palabras de Montserrat Moreno: “cooeducar no es yuxtaponer en una misma clase a individuos de ambos sexos, ni tampoco es unificar, eliminando las diferencias mediante la presentación de un modelo único. No es uniformizar las mentes de niñas y niños sino que, por el contrario, es enseñar a respetar lo diferente y a disfrutar de la riqueza que ofrece la variedad. Vemos por lo tanto que la idea de coeducación es más amplia y rica que el que se le otorgó a la enseñanza mixta.Remarcando esta definición, conviene destacar el importante papel de la escuela y de las maestras y los maestros en la lucha por esta educación no sexista, abriendo caminos y neutralidades en el alumnado de manera que repercutan en el cambio social. Muchos se preguntarán ¿cómo hacerlo?, pues un ejemplo sencillo por el que empezar podría ser la modificación del Curriculum Oculto, es decir de “las normas y valores que son implícitas pero eficazmente enseñadas en la escuela y de las que no suele hablarse en las declaraciones de fines u objetivos del profesorado”. En él, el sesgo de género se ve modificado inconscientemente en cuestiones como los materiales empleados que tienden a ser sexistas, tanto a través de dibujos como de contenido o de lengua. Basta con fijarse en la manera en que se expresan los contenidos en frases tales como: “a las mujeres les concedieron el voto tras la I Guerra Mundial”, cuando lo correcto sería afirmar “las mujeres consiguieron el derecho a voto tras la I Guerra Mundial”.Como afirma Montserrat Moreno siguiendo con los conceptos históricos podemos leer en un libro de historia que "la característica fundamental de la cultura griega es el concepto de la libertad del hombre" cuando “el texto no menciona en ningun momento que las mujeres atenienses no tenían -al igual que los esclavos- derecho a votar ni a participar en ningún cargo del gobierno. La palabra "todos" se refiere, pues, exclusivamente a aquellos individuos de sexo masculino que tenían la calidad de ciudadanos atenienses, con lo cual no nos queda la menor duda de que el libro en cuestión cada vez que habla de "hombre" se está refiriendo a "varón" y que a la mujer ni tan siquiera se toma la molestia de mencionarla aunque sea para decir que no poseía ninguno de los derechos que atribuye a "todos" los atenienses. El desprecio total a la mujer es, pues, la característica del texto, que se pretende educativo”.
El androcentrismo centrado en el uso del genérico.
Con relación a lo dicho anteriormente es necesario hacer hincapié en un controvertido tema a este respecto como es el del uso en la escuela del genérico masculino. En castellano y en gallego se tiende a usar el masculino para referirse indistintamente a ambos sexos, así, en la escuela, abunda el uso de “profesores” y “alumnos”, incluyendo en ambos casos también al género femenino. En la práctica cabría preguntarse ¿por qué esta falta de reconocimiento verbal al género femenino en la escuela cuando son “ellas” en un amplio porcentaje las que se dedican a la enseñanza y las que en mayor número pueblan la escuela? Muchos sectores se oponen al uso masculino y femenino afirmando que esto supone un atentado contra la economía expresiva inherente al lenguaje humano. Sin embargo, cabe recordar que esta idea de la economía en el uso del lenguaje no es un valor en sí mismo, sino que tiene sentido o no en función de las intenciones del texto, de la situación, etc. La economía del lenguaje está bien cuando hablamos de anuncios por palabras, eslóganes o breves en un periódico pero ¿por qué suprimir palabras cuando su eliminación del discurso supone la eliminación de una parte de este? Es necesario en este sentido ser muy conscientes de que es fundamental incluir al género femenino en el momento de decir, de nombrar, porque la riqueza de la lengua nos facilita, en favor de esa economía lingüística que algunas/os usan como disculpa para obviar a las mujeres en sus discursos, un sinfín de términos genéricos que incluyen tanto al masculino como al femenino ¿qué tal “profesorado” en vez de “profesores”? ¿o “alumnado” en vez de “alumnos”?;conviene por lo tanto recordar y en especial por parte del profesorado y de cara al alumnado, que aquello que no se nombra no existe y las chicas, las maestras, las directoras, las jefas de estudios o de departamento, las subdirectoras, las bedelas, las orientadoras, las psicólogas y un amplio número de mujeres estamos presentes en las aulas…así que por favor ¡nómbrennos!
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sábado, 31 de enero de 2009
Loquenosenombra. blogspot
La Web española es sexista pero evidencia signos de cambio hacia un lenguaje inclusivo
13/11/08 T-incluye
Ya está en Internet t-Incluye, el primer analizador web en español de lenguaje no sexista, desarrollado por la Fundación CTIC en el marco del proyecto Web con Género
La Web española se expresa mayoritariamente en un lenguaje sexista. No obstante, se evidencian esperanzadores signos de cambio hacia una Internet inclusiva, en la que las mujeres sean visibles. Así lo demuestra el Estudio sobre lenguaje y contenido sexista en la Web, elaborado -en el marco del proyecto Web con Género- por la Fundación CTIC (Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación), financiado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (Plan Avanza) y el Gobierno del Principado de Asturias y con la colaboración del Instituto Asturiano de la Mujer.
El estudio se ha presentado públicamente esta mañana en Oviedo, en rueda de prensa, con la comparecencia de la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, María Fernández Campomanes y la coordinadora del proyecto, Luisa María Paz, del área de Sociedad de la Información de Fundación CTIC. En el mismo acto, se ha dado a conocer en público la herramienta T-incluye, el primer analizador web en español de lenguaje sexista. Detecta automáticamente posibles expresiones sexistas en páginas web y propone alternativas inclusivas.
Resultados del estudio
El Estudio sobre lenguaje y contenido sexista en la Web se realizó a partir de una muestra de 60 web de instituciones públicas, 20 web de proyectos de la Sociedad de la Información y otras 20 de medios de comunicación de España.
El análisis de los elementos textuales pone de manifiesto que el masculino genérico es la fórmula de bienvenida más utilizada en las páginas de inicio (home). Así, del 25% de sitios que incluye esta apelación, el 23% opta por "bienvenido", en vez de utilizar alternativas inclusivas. Además, del 22% de los sitios que introducen fórmulas de acceso a un área personal, el 21% recurre a la expresión "usuario", frente a un 1% que opta por "usuari@". Por contra, a la hora de publicar en las web fórmulas de contacto, "la tónica general es el uso del lenguaje no sexista", de acuerdo con el estudio.
El análisis del uso general del lenguaje muestra un panorama sexista pero, a la vez, "esfuerzos por cambiar esta situación". Los casos de buenas prácticas más habituales son: el desdoblamiento de los términos en masculino y femenino ("madre y padre"), el uso de vocablos impersonales sin marca de género ("ciudadanía", "profesorado"…) y el uso de la palabra "persona/s" cuando no es posible el uso del impersonal.
Por tipo de web, el lenguaje inclusivo es más profuso en las páginas de proyectos relacionados con Sociedad de la Información. A escasa distancia, se sitúa la Administración y, todavía lejos, están los medios de comunicación.
El análisis de los elementos no textuales (fotografías, iconos...) revela una "abrumadora" presencia de estereotipos y "en muy pocos casos" se encuentran imágenes que inviertan los roles de género tradicionales o que muestren paridad. Sin embargo, como contrapunto de esta tendencia general, el estudio halla también "muestras de una clara intención de muchas entidades de avanzar en la igualdad apoyando la ruptura de los estereotipos sociales". Ejemplos de esto último son una fotografía de una mujer con casco de obra en una profesión masculinizada y en solitario, un hombre con un niño en un entorno doméstico o mujeres utilizando las Tecnologías de la Información.
El documento incluye, además, un apartado de "propuestas de mejora y recomendaciones", de gran utilidad para aquellas personas que desarrollan y dotan de contenido páginas web.
Herramienta T-incluye
Basada en técnicas de Inteligencia Artificial, la herramienta T-incluye es un analizador on-line que permite examinar el contenido textual de una página web. Detecta automáticamente potenciales usos sexistas del lenguaje y ofrece, para cada sintagma potencialmente incorrecto, diferentes alternativas inclusivas, que pertenecen a textos reales extraídos de diferentes webs y documentos. La herramienta permite visualizar el párrafo original en el que dicho sintagma está incluido.
T-incluye no es un corrector al uso, sino un analizador que muestra cómo otras personas han usado correctamente términos equivalentes. T-incluye irá creciendo y mejorando, ya que ha sido diseñada para "aprender" incorporando nuevos ejemplos correctos, que podrán ser aportados por cualquier persona usuaria.
Para la creación del analizador se han desarrollado tres diferentes módulos. Por una parte, un extractor de los contenidos de una página web, elaborado por el equipo de desarrollo de Tecnologías Web de la Fundación CTIC, con amplia experiencia en tratamiento de páginas web. Este extractor no se limita a eliminar las etiquetas html del código de la páginas, sino que, además, agrupa en frases y párrafos los textos obtenidos con el fin de preservar la mayor coherencia posible. Los textos extraídos son procesados por el motor de análisis lingüístico (segundo módulo), que ha sido desarrollado por el Grupo de Investigación en Procesamiento del Lenguaje Natural (GIPLN) de la Universitat Politècnica de Catalunya que forma parte del Centro de Tecnologías y Aplicaciones del Lenguaje y del Habla (TALP). Por último (tercer módulo), los textos analizados son procesados por el módulo de informes – tecnología, también, de la Fundación CTIC- que reconstruye la página original, resaltando los sintagmas sospechosos.
Otros resultados de Web con Género
Web con Género es también formación. Por encima, incluso, de las expectativas de participación iniciales, 200 profesionales del Web (periodistas, desarrolladores, gestores de contenidos, etc.) de todas las comunidades autónomas se beneficiaron del curso de formación online Comunicación no sexista en la Red, Web en construcción, recientemente finalizado. Un total de 30 horas de formación en las que se les proporcionaron las claves para aplicar con éxito el lenguaje no sexista a la Web. Ha estado impartido por la Fundación Isonomía para la Igualdad de Oportunidades, de la Universitat Jaume I de Castelló, entidad experta en esta materia y con una dilatada experiencia en el tratamiento del lenguaje inclusivo en medios de comunicación.
Web con Género es un proyecto de la Fundación CTIC, financiado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (Plan Avanza Igualdad 2007) y el Gobierno del Principado de Asturias, con la colaboración del Instituto Asturiano de la Mujer. Articula distintas estrategias para ayudar, especialmente, a las instituciones y entidades públicas, proyectos relacionados con la Sociedad de la Información y medios de comunicación, a utilizar un lenguaje no sexista en sus contenidos web y visibilizar, así, a las mujeres en la Red. Y es que estos organismos están llamados por la ley de Igualdad a emplear un lenguaje inclusivo.
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EXERIA
13/11/08 T-incluye
Ya está en Internet t-Incluye, el primer analizador web en español de lenguaje no sexista, desarrollado por la Fundación CTIC en el marco del proyecto Web con Género
La Web española se expresa mayoritariamente en un lenguaje sexista. No obstante, se evidencian esperanzadores signos de cambio hacia una Internet inclusiva, en la que las mujeres sean visibles. Así lo demuestra el Estudio sobre lenguaje y contenido sexista en la Web, elaborado -en el marco del proyecto Web con Género- por la Fundación CTIC (Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación), financiado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (Plan Avanza) y el Gobierno del Principado de Asturias y con la colaboración del Instituto Asturiano de la Mujer.
El estudio se ha presentado públicamente esta mañana en Oviedo, en rueda de prensa, con la comparecencia de la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, María Fernández Campomanes y la coordinadora del proyecto, Luisa María Paz, del área de Sociedad de la Información de Fundación CTIC. En el mismo acto, se ha dado a conocer en público la herramienta T-incluye, el primer analizador web en español de lenguaje sexista. Detecta automáticamente posibles expresiones sexistas en páginas web y propone alternativas inclusivas.
Resultados del estudio
El Estudio sobre lenguaje y contenido sexista en la Web se realizó a partir de una muestra de 60 web de instituciones públicas, 20 web de proyectos de la Sociedad de la Información y otras 20 de medios de comunicación de España.
El análisis de los elementos textuales pone de manifiesto que el masculino genérico es la fórmula de bienvenida más utilizada en las páginas de inicio (home). Así, del 25% de sitios que incluye esta apelación, el 23% opta por "bienvenido", en vez de utilizar alternativas inclusivas. Además, del 22% de los sitios que introducen fórmulas de acceso a un área personal, el 21% recurre a la expresión "usuario", frente a un 1% que opta por "usuari@". Por contra, a la hora de publicar en las web fórmulas de contacto, "la tónica general es el uso del lenguaje no sexista", de acuerdo con el estudio.
El análisis del uso general del lenguaje muestra un panorama sexista pero, a la vez, "esfuerzos por cambiar esta situación". Los casos de buenas prácticas más habituales son: el desdoblamiento de los términos en masculino y femenino ("madre y padre"), el uso de vocablos impersonales sin marca de género ("ciudadanía", "profesorado"…) y el uso de la palabra "persona/s" cuando no es posible el uso del impersonal.
Por tipo de web, el lenguaje inclusivo es más profuso en las páginas de proyectos relacionados con Sociedad de la Información. A escasa distancia, se sitúa la Administración y, todavía lejos, están los medios de comunicación.
El análisis de los elementos no textuales (fotografías, iconos...) revela una "abrumadora" presencia de estereotipos y "en muy pocos casos" se encuentran imágenes que inviertan los roles de género tradicionales o que muestren paridad. Sin embargo, como contrapunto de esta tendencia general, el estudio halla también "muestras de una clara intención de muchas entidades de avanzar en la igualdad apoyando la ruptura de los estereotipos sociales". Ejemplos de esto último son una fotografía de una mujer con casco de obra en una profesión masculinizada y en solitario, un hombre con un niño en un entorno doméstico o mujeres utilizando las Tecnologías de la Información.
El documento incluye, además, un apartado de "propuestas de mejora y recomendaciones", de gran utilidad para aquellas personas que desarrollan y dotan de contenido páginas web.
Herramienta T-incluye
Basada en técnicas de Inteligencia Artificial, la herramienta T-incluye es un analizador on-line que permite examinar el contenido textual de una página web. Detecta automáticamente potenciales usos sexistas del lenguaje y ofrece, para cada sintagma potencialmente incorrecto, diferentes alternativas inclusivas, que pertenecen a textos reales extraídos de diferentes webs y documentos. La herramienta permite visualizar el párrafo original en el que dicho sintagma está incluido.
T-incluye no es un corrector al uso, sino un analizador que muestra cómo otras personas han usado correctamente términos equivalentes. T-incluye irá creciendo y mejorando, ya que ha sido diseñada para "aprender" incorporando nuevos ejemplos correctos, que podrán ser aportados por cualquier persona usuaria.
Para la creación del analizador se han desarrollado tres diferentes módulos. Por una parte, un extractor de los contenidos de una página web, elaborado por el equipo de desarrollo de Tecnologías Web de la Fundación CTIC, con amplia experiencia en tratamiento de páginas web. Este extractor no se limita a eliminar las etiquetas html del código de la páginas, sino que, además, agrupa en frases y párrafos los textos obtenidos con el fin de preservar la mayor coherencia posible. Los textos extraídos son procesados por el motor de análisis lingüístico (segundo módulo), que ha sido desarrollado por el Grupo de Investigación en Procesamiento del Lenguaje Natural (GIPLN) de la Universitat Politècnica de Catalunya que forma parte del Centro de Tecnologías y Aplicaciones del Lenguaje y del Habla (TALP). Por último (tercer módulo), los textos analizados son procesados por el módulo de informes – tecnología, también, de la Fundación CTIC- que reconstruye la página original, resaltando los sintagmas sospechosos.
Otros resultados de Web con Género
Web con Género es también formación. Por encima, incluso, de las expectativas de participación iniciales, 200 profesionales del Web (periodistas, desarrolladores, gestores de contenidos, etc.) de todas las comunidades autónomas se beneficiaron del curso de formación online Comunicación no sexista en la Red, Web en construcción, recientemente finalizado. Un total de 30 horas de formación en las que se les proporcionaron las claves para aplicar con éxito el lenguaje no sexista a la Web. Ha estado impartido por la Fundación Isonomía para la Igualdad de Oportunidades, de la Universitat Jaume I de Castelló, entidad experta en esta materia y con una dilatada experiencia en el tratamiento del lenguaje inclusivo en medios de comunicación.
Web con Género es un proyecto de la Fundación CTIC, financiado por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (Plan Avanza Igualdad 2007) y el Gobierno del Principado de Asturias, con la colaboración del Instituto Asturiano de la Mujer. Articula distintas estrategias para ayudar, especialmente, a las instituciones y entidades públicas, proyectos relacionados con la Sociedad de la Información y medios de comunicación, a utilizar un lenguaje no sexista en sus contenidos web y visibilizar, así, a las mujeres en la Red. Y es que estos organismos están llamados por la ley de Igualdad a emplear un lenguaje inclusivo.
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EXERIA
Filtro de amor
Para hacerse querer, machacar en un mortero de plomo diez ojos de muerciélago y una cabeza de mamba fresca hasta reducirlas a una pasta. Incorporar lentamente quince dientes de ajo crudo y disolver en bencina. Cuando la persona amada beba este filtro le crecerá de inmediato el labio superior hasta colgar por debajo de la barbilla, sus ojos perderán color, adquiriendo un aspecto protuberante, la nariz se le achatará a la manera de los cerdos, la columna vertebral, combada, formará una joroba, las articulaciones de las manos le quedarán rígidas y deformes, se le ennegrecerán los dientes y se enamorará perdidamente de usted.
En ´Botánica del caos.
En ´Botánica del caos.
Bedtime stories
En castellano se estrena con el nombre de "Cuentos que no son cuentos", creo, recién esta semana. No sé por qué mi hijo ya la compró en ¿versión casi final? en copia trucha.
Típica comedia con Adams Sandler, bien pero no espectacular. Linda para los chicos, no es boba, a mí me gustó la idea de la necesidad y el poder de los cuentos y lo gracioso de cómo "pasan" a la realidad.
Algunas resoluciones muy trilladas, pero a Rafa lo matan las historias de papás e hijos o señores que no quieren ejercer la paternidad y terminan logrando hacerlo (cualquier semejanza con su realidad es pura coincidencia).
Típica comedia con Adams Sandler, bien pero no espectacular. Linda para los chicos, no es boba, a mí me gustó la idea de la necesidad y el poder de los cuentos y lo gracioso de cómo "pasan" a la realidad.
Algunas resoluciones muy trilladas, pero a Rafa lo matan las historias de papás e hijos o señores que no quieren ejercer la paternidad y terminan logrando hacerlo (cualquier semejanza con su realidad es pura coincidencia).
La cosa (1982)
Típica peli de terror de las de gente encerrada o aislada con mostro que come, desconfianza entre uno o todos los miembros del grupo, intentos de escapar, de matar a la cosa que vino del espacio y final en el que mueren todos, o algunos. (Más lo primero que lo segundo).
No está mal, pero nada más.
No está mal, pero nada más.
viernes, 30 de enero de 2009
Noche salsera en San Miguel
Es en Ejemplo, en Tribulato y Dorrego. Fuimos anoche con dos amigas del gym, la pasamos espectacular. Esta gorda se subió al escenario, bailó patéticamente y se ganó una cena para el domingo.
Excelente la onda de la gente (que ya se conocían todos, nosotras éramos "las nuevas") y la bandita que tocaba anoche.
Iremos por más.
Excelente la onda de la gente (que ya se conocían todos, nosotras éramos "las nuevas") y la bandita que tocaba anoche.
Iremos por más.
Appleseed ex máchina
Me gusta el animé y éste es espectacular. Mi amigo Martín lanzó a rodar la leyenda de que no me gusta el animé porque no me volé la cabeza con Akira (que tengo que volver a ver sin críos girando alrededor) y me apuró que si ésta no me gustaba me desheredaba. Pero este comentario no tiene ningún sentido acomodaticio: me gustó de verdad.
Y ya tengo la I para ver. Para volver a disfrutar de la heroína, del héroe cyborg y enamorado y del nuevo héroe que clonan con genes del primero y se parece tanto a él que le crea pequeños conflictos emocionales a la prota.
Excelentes también las imágenes de combates y los escenarios en la iglesia.
Y ya tengo la I para ver. Para volver a disfrutar de la heroína, del héroe cyborg y enamorado y del nuevo héroe que clonan con genes del primero y se parece tanto a él que le crea pequeños conflictos emocionales a la prota.
Excelentes también las imágenes de combates y los escenarios en la iglesia.
Batman, el caballero de la noche
Excelente. Excede la peli de superhéroes (esta semana se me juntaron Hulk, Ironman y Batman), juega con la idea de monstruo, de locura, de justicia, de social-asocial, de anarquía.
El Huason se morfa la peli, pero eso ya lo sabíamos y está muy bien.
La crudeza de algunas resoluciones de la trama enriquecen los conflictos y las imágenes son espectaculares.
El Huason se morfa la peli, pero eso ya lo sabíamos y está muy bien.
La crudeza de algunas resoluciones de la trama enriquecen los conflictos y las imágenes son espectaculares.
Hulk (la nueva)
Me gustó mucho más que la versión anterior (una guevada con cosa verde rebotando para todos lados). Decisiva la actuación de Edward Norton Que con haber hecho El ilusionista tiene mi amor incondicional).
Al final me embolé un poco de tanta piña y cosa reventada pero muy buenos los efectos y las típicas aventuras actualizadas.
Al final me embolé un poco de tanta piña y cosa reventada pero muy buenos los efectos y las típicas aventuras actualizadas.
lunes, 26 de enero de 2009
"Gorda" en el Paseo La Plaza
Me encantó: las actuaciones (soy fana del Puma Goyti y los otros estuvieron muy bien), la puesta, el recurso de los actos titulados electrónicamente, el tema, los diálogos y la resolución.
El título parece elegido para enrostrarnos la palabra que todos tenemos en la punta e la lengua a la hora de describir a una mujer como la protagonista, pero la cambiamos por eufemismos tranquilizadores de la conciencia prejuiciosa. La mujer es maravillosa, alegre, inteligente, divertida, osada, franca, entregada a lo que ama, valiente... y uno sólo piensa en "gorda" ("huesitos grandes" en la obra).
Me gustaría leer el texto. Buscaremos.
El título parece elegido para enrostrarnos la palabra que todos tenemos en la punta e la lengua a la hora de describir a una mujer como la protagonista, pero la cambiamos por eufemismos tranquilizadores de la conciencia prejuiciosa. La mujer es maravillosa, alegre, inteligente, divertida, osada, franca, entregada a lo que ama, valiente... y uno sólo piensa en "gorda" ("huesitos grandes" en la obra).
Me gustaría leer el texto. Buscaremos.
Héroes CON sexo
Desde elmundo.es
Héroes sin sexo
Un artículo del diario The Times abrió la veda: si luce bombachos, no va con mujeres ni se separa de un viejo marinero, ¿es gay Tintín, el reportero más intrépido de la historia del cómic? No es el único personaje de ficción a quien se pretende orientar en este sentido, desde Batman y Robin hasta Epi y Blas. La pregunta es: ¿hay que sexualizar los iconos infantiles?
Por Silvia Grijalba; Fotografías de Álvaro Villarrubia.
La vida es mucho más fácil de lo que habíamos pensado. Todo es muy sencillo. Cada cosa en su sitio y cada tópico con su pareja. A los hombres heterosexuales les gusta el fútbol y decir piropos a las mujeres de buen ver; a las mujeres hetero, ir de compras y leer novelas rosas; a las lesbianas, las camisas de cuadros de leñador y los vaqueros anchos; y todos los hombres a los que les gusta Madonna y, ya no digamos si también escuchan a Mónica Naranjo, está claro, son homosexuales.
Después de siglos intentando romper estereotipos, acabar con el tópico de que la tendencia sexual y el género definen un modo de vida y unos gustos, viene el periodista y activista gay Matthew Parris y publica en el Times de Londres un artículo explicando detalladamente por qué, según él, Tintín y todos los personajes de ese cómic (excepto Milú, «el único macho hetero de esa historia») son homosexuales. Ha elegido para hacer esta revelación el 80 cumpleaños del reportero y, digámoslo de paso, ahora que Spielberg está pensando llevar al cine la historia de Tintín, un personaje que en Estados Unidos nunca ha tenido mucho éxito y que con esta polvareda que se está levantando es posible que empiece a ser más popular en EEUU.
El reportaje ha creado revuelo en todo el mundo. Desde los que responden indignados, como L'Observatore Romano (el periódico oficial del Vaticano) o Le Figaro, que lo considera una afrenta casi personal contra Francia, un país que siempre ha tenido a Tintín como un héroe nacional, aunque Hergé fuera belga. Hasta tal punto ha llegado esta lucha –que podría parecer una simple boutade, pero se ha tomado muy en serio–, que el escritor, psiquiatra y tintinólogo Serge Tisseron llegaba, en el citado diario, hasta las alusiones personales a Matthew Parris, diciendo que todo esto era «una venganza de un homosexual».
La polémica pone el foco sobre algo que está en la sociedad y que llama la atención: esa tendencia a sexualizarlo todo y, en este caso, a considerar homosexuales a personajes o personas que, como en el caso de Tintín y otras creaciones del cine o la literatura, son asexuales, porque en la intención del autor y en las historias que quería contar, la genitalidad del protagonista era irrelevante. O, hablando de seres de carne y hueso, casos como, por ejemplo, el de Palomares de Gran Hermano 10 (con una pluma reconocida y evidente y una tendencia obsesiva por limpiar la casa) que muchos se niegan a aceptar que es heterosexual, por mucho que nos presente a su novia y asegure que le gustan las mujeres.
Pero, ¿qué razones esgrime Matthew Parris para convencer al mundo de que el chico del tupé y los bombachos, ese periodista precoz que según los expertos siempre ronda los 16 años, es evidentemente homosexual? Pues, por una parte, en efecto, el tupé y los bombachos.
TINTÍN USA CREMA. Según el periodista y ex político conservador británico, esa preocupación por su aspecto y esa indumentaria estrafalaria sólo se puede llevar si a uno le gustan los hombres. Su juventud eterna también parece que es un dato a tener en cuenta porque, al parecer, «los hombres homosexuales no envejecen como el resto» y afirma que, probablemente, Tintín usaba crema hidratante. También comenta que no hay referencias a los padres biológicos del reportero y que el «síndrome del hijo reemplazado» es una fantasía muy habitual en el ámbito gay, claro que otra de las presuntas fantasías a las que alude es la de formar parte del servicio secreto (el autor del reportaje confiesa que él quiso entrar en el M16) y él sospecha que Tintín no era periodista, sino espía.
Aparte de esos datos más bien disparatados, hay otros que, sí, efectivamente, si uno quiere, pueden tener algo más de verosimilitud. Nos referimos a la relación con ese marinero de mediana edad, Haddock, con el que pasa largas temporadas en su casa y a Hernández y Fernández, tan aficionados a los disfraces (y sí, a veces, a vestirse de mujer).
En efecto, a todo se le puede buscar la vuelta, pero por esa regla de tres, como bien apunta el escritor, crítico de cine y experto en cultura pop Jesús Palacios, también en el cómic y la película 300 podríamos ver, si nos diera por ahí, homoerotismo. «Si lo simplificas: una legión de hombres semidesnudos, dirigidos por una especie de loca travestida, podríamos pensar que son todos homosexuales, pero vamos, es evidente que no es la intención de Frank Miller, un dibujante norteamericano bastante conservador que no ha tenido eso en mente jamás".
Otro de los datos que aporta el reportaje del Times es que no hay prácticamente mujeres y que la que aparece, la Castafiore, es una ¡diva de ópera! (según él, más claro, el agua…). Parris comenta textualmente en The Times: «En realidad, sólo puedo contar ocho figuras que se puedan identificar como mujeres (aproximadamente, el 2%) de la lista completa de unos 350 personajes entre los que se mueve Tintín a lo largo de su vida. No hay ninguna chica joven ni ninguna mujer atractiva en ninguna de sus aventuras».
Según declaraba el traductor Gianfranco Gorla al L'Observatore Romano y corrobora cualquiera que sea aficionado al tebeo, «en esa época, las mujeres sólo aparecían en los cómics para meterse en problemas y ser salvadas por el héroe». Afortunadamente, eso cambió y años más tarde se crearon heroínas que luchaban de tú a tú con los superhéroes (y defendían a algunos hombres) y, por otra parte, como se explica en el apoyo que complementa este reportaje, también los cambios sociales han ayudado a que (aunque tarde) las editoriales generalistas y no sólo las enfocadas al público homosexual, creen superhéroes que además de fuertes, nobles, solidarios y leales, son gays.
Dentro del colectivo homosexual hay voces que critican actitudes como la de Matthew Parris. Una de ellas es la de Peibols, colaborador de la web Ambienteg (donde también aparece otro post criticando el empeño del Vaticano por demostrar que Tintín no es gay), quien dedicó todo un texto a hablar de este tema y al que hemos consultado para este reportaje.
«Yo creo», explica, «que estamos en un momento en el que nos encanta etiquetar. Nos gusta mucho poder definir si lo que hace Beyoncé es pop o R&B, si esto es clásico, moderno o revival. Somos incapaces de oír música sin más o de ver cine normal. Tenemos que oír música etiquetada. Y que comulgue con nuestro gueto social. Lo mismo pasa con el mundo gay. Todas hemos adquirido el vicio de prejuzgar, de pre-etiquetar. Es decir, si vemos a un tío en un concierto de Kylie [Minogue]haciendo cola para verla en primera fila, lo etiquetamos de «marica». Ahora, con Tintín ha pasado algo parecido. Alguien con mucho tiempo libre se ha dedicado a decir que Tintín es gay usando motivos absurdos como su ropa, las compañías o que no mencione nunca a su familia. Anda que no tengo amigos hetero que usan perfume de Jean Paul Gaultier».
Efectivamente, la androginia estética es cada vez más común en la sociedad y que un hombre se cuide, que llore, que abrace a otro o que disfrute oyendo una ópera no hace pensar a casi nadie que es homosexual, igual que si a un gay le gusta el fútbol, es incapaz de mostrar sus sentimientos o combina fatal los colores a la hora de vestir, nadie pensará que es imposible que sea gay.
En cualquier caso, Parris no es el primero que habla de la presunta homosexualidad de personajes de ficción tirando a asexuados. El asunto es antiguo. Dos de los grandes expertos de nuestro país en todo lo relacionado con el cómic, Luis Alberto de Cuenca y Jesús Palacios, coinciden en afirmar que esto es algo que tanto en el cine, como en la literatura o en el tebeo, se viene dando desde los años 60.
Pero ambos también están de acuerdo en que la diferencia está en el tono y en la intención. Antes el tono era provocativo, desmitificador, irónico, pero siempre desde la complicidad y un cierto homenaje, pero ahora se trata de algo presuntamente académico, sesudo, como si realmente hubiera una base que lo sustentara.
CUESTIONAR LA VIRILIDAD. «En los años 60, en la era del pop», comenta Jesús Palacios, «esto era bastante habitual. Algunos artistas como Warhol o John Waters han usado iconos de la historia de la cultura, especialmente los que representaban una virilidad incuestionable, para darles la vuelta y jugar a la desmitificación. En el cine, me viene a la cabeza un ejemplo muy claro de esto que es la película de Billy Wilder La vida secreta de Sherlock Holmes, en la que se insinúa que el detective tenía una relación de algo más que amistad con el Doctor Watson. Pero esto siempre ha sido de una manera irónica y como una reinterpretación, no intentando convencer a nadie de que el autor de la obra pensaba que ese personaje era gay pero no se atrevió a decirlo abiertamente. Otro ejemplo en el cine es el de las adaptaciones de Batman. No en el caso de Tim Burton, porque él le dio un tono más oscuro, más freak, pero sí en el de Joel Shumacher, que lo presentaba claramente como un personaje gay, pero como una visión propia: juega a un homoerotismo estético. La diferencia esencial está, en mi opinión, en que se trate de una especie de homenaje, de una revisión de un personaje con cierto aire camp, o sea más bien una especie de outing absurdo, sin un ápice de complicidad».
Absurdo y ridículo son dos adjetivos que han salido varias veces a lo largo del reportaje. De ridícula califica toda esta polémica Luis Alberto de Cuenca. El poeta, ex Secretario de Estado de Cultura y uno de los grandes eruditos del cómic en general y de Tintín en particular, considera que todo esto tiene que ver con «una corrección política mal entendida y un deseo de buscarle explicación a todo y de jugar a Freud sin ninguna base real».
«Yo recuerdo», comenta, «que Terenci Moix en su magnífico libro Cómics, arte para el consumo y formas pop [1968], ya insinuaba que Roberto Alcázar y Pedrín podían ser algo más que amigos. Pero era el 68 y en ello había algo de reivindicativo, era una provocación que se entendía en un momento político y social muy concreto. Pero ahora no tiene sentido hacer esa serie disquisiciones sobre Tintín. Es evidente que es un personaje asexuado y hay que recordar que Hergé comenzó a dibujar esa tira en el suplemento juvenil del Le Vingtième Siècle, que dirigía el Abate Wallez. Los valores que Hergé quería difundir eran básicamente el de la camaradería masculina y la amistad. Las relaciones sentimentales de los personajes no tenían ninguna relevancia y por eso ninguno tenía novia o mujer, porque no estaba en el guión de lo que él quería contar, simplemente, no hay que buscarle cinco pies al gato».
Efectivamente, la amistad masculina, durante años ha sido motivo de sospecha en los sectores más conservadores y en determinados subgrupos gays. Normalmente el comentario se hacía en tono jocoso y todos recordamos chistes sobre «¿qué hacen dos señores con camiseta a rayas, es decir Epi y Blas, durmiendo en camitas juntas y hablando en susurros de sus cosas por la noche o, ya no digamos, dándose la mano para conciliar el sueño?».
Como bien apunta de Cuenca, ese deseo de potenciar valores como la lealtad y el compañerismo masculino no es exclusivo de Tintín, sino «una constante a lo largo de la historia de la literatura y del cine, presente en películas de directores como John Ford o Howard Hawks». No olvidemos que John Ford tiene títulos muy muy reveladores: El Hombre tranquilo, Hombres intrépidos, Hombres sin miedo y –¡no se lo pierdan!–, Hombre entre hombres.
Los tiempos sí están cambiando
Las grandes compañías del cómic americano, Márvel y DC, empiezan a incluir lenta y tímidamente personajes gays en sus argumentos. Son conscientes de que tienen que adaptarse a la realidad social y, aunque con cautela, han hecho experimentos que, de momento, están dando buenos resultados. Warren Ellis y Brian Hitch crearon a Apollo y Midnighter, del grupo especial The Authorithy, dos superhéroes espejo de Superman y Batman que eran pareja. El cómic fue un éxito de ventas y eso ha animado a la industria a seguir esa línea. Otro ejemplo ha sido el de Rawhide Kid, una revisión del cowboy de la Marvel, de los años 50, que confesaba su amor por el Llanero Solitario. Esta historieta salió a la venta en Estados Unidos el mismo día que ganó las elecciones Obama, lo cual no deja de ser un dato significativo.
ALFREDO URDACI
"Por la misma regla de tres, algunas películas de Disney serían zoofilia"
Alfredo Urdaci (Pamplona, 1959) no tiene un perro que se llama Milú, ni usa habitualmente bombachos, pero comparte con Tintín, al menos, un par de cosas: su pasión por el periodismo y por viajar. A punto de emprender una nueva etapa vital como director de comunicación de El Pocero, hay una pregunta obligada, teniendo en cuenta que el primer proyecto en el que se embarca es en Guinea.
Pregunta. ¿Se siente usted como Tintín en el Congo?
Respuesta. (Risas). Yo pensé lo mismo cuando me llegó la propuesta de Tintín. África es un mundo apasionante, una tierra a la que no ha llegado el desarrollo del resto del planeta, por tanto una asignatura pendiente que tenemos como humanos. Se habla tantas veces de llevarles industria, bienestar... Ahora hay una oportunidad. Tintín no la dejaría pasar.
P. ¿Qué aventura de Tintín le hubiera gustado protagonizar?
R. Tintín y los pícaros. Es un trasunto de Regis Debray y los Tupamaros. La estúpida fascinación de la izquierda acomodada europea por los movimientos terroristas sudamericanos.
P. ¿Qué opina usted de la polémica sobre la presunta homosexualidad del personaje de Hergé?
R. Como ahora todo debe estar sexualizado, lo que no lo está debe caer en alguna casilla. Por esa regla, algunas películas de Disney serían zoofilia. Ahora lo miramos todo a través de los genitales, y con el aparato reproductor se ve muy poco.
P. En Tintín se habla de la camaradería masculina ¿usted cree en ella?
R. Es adolescente, transgresora. Descubres el mundo y necesitas un camarada. Te arriesgas, te pones a prueba y no quieres estar solo.
Héroes sin sexo
Un artículo del diario The Times abrió la veda: si luce bombachos, no va con mujeres ni se separa de un viejo marinero, ¿es gay Tintín, el reportero más intrépido de la historia del cómic? No es el único personaje de ficción a quien se pretende orientar en este sentido, desde Batman y Robin hasta Epi y Blas. La pregunta es: ¿hay que sexualizar los iconos infantiles?
Por Silvia Grijalba; Fotografías de Álvaro Villarrubia.
La vida es mucho más fácil de lo que habíamos pensado. Todo es muy sencillo. Cada cosa en su sitio y cada tópico con su pareja. A los hombres heterosexuales les gusta el fútbol y decir piropos a las mujeres de buen ver; a las mujeres hetero, ir de compras y leer novelas rosas; a las lesbianas, las camisas de cuadros de leñador y los vaqueros anchos; y todos los hombres a los que les gusta Madonna y, ya no digamos si también escuchan a Mónica Naranjo, está claro, son homosexuales.
Después de siglos intentando romper estereotipos, acabar con el tópico de que la tendencia sexual y el género definen un modo de vida y unos gustos, viene el periodista y activista gay Matthew Parris y publica en el Times de Londres un artículo explicando detalladamente por qué, según él, Tintín y todos los personajes de ese cómic (excepto Milú, «el único macho hetero de esa historia») son homosexuales. Ha elegido para hacer esta revelación el 80 cumpleaños del reportero y, digámoslo de paso, ahora que Spielberg está pensando llevar al cine la historia de Tintín, un personaje que en Estados Unidos nunca ha tenido mucho éxito y que con esta polvareda que se está levantando es posible que empiece a ser más popular en EEUU.
El reportaje ha creado revuelo en todo el mundo. Desde los que responden indignados, como L'Observatore Romano (el periódico oficial del Vaticano) o Le Figaro, que lo considera una afrenta casi personal contra Francia, un país que siempre ha tenido a Tintín como un héroe nacional, aunque Hergé fuera belga. Hasta tal punto ha llegado esta lucha –que podría parecer una simple boutade, pero se ha tomado muy en serio–, que el escritor, psiquiatra y tintinólogo Serge Tisseron llegaba, en el citado diario, hasta las alusiones personales a Matthew Parris, diciendo que todo esto era «una venganza de un homosexual».
La polémica pone el foco sobre algo que está en la sociedad y que llama la atención: esa tendencia a sexualizarlo todo y, en este caso, a considerar homosexuales a personajes o personas que, como en el caso de Tintín y otras creaciones del cine o la literatura, son asexuales, porque en la intención del autor y en las historias que quería contar, la genitalidad del protagonista era irrelevante. O, hablando de seres de carne y hueso, casos como, por ejemplo, el de Palomares de Gran Hermano 10 (con una pluma reconocida y evidente y una tendencia obsesiva por limpiar la casa) que muchos se niegan a aceptar que es heterosexual, por mucho que nos presente a su novia y asegure que le gustan las mujeres.
Pero, ¿qué razones esgrime Matthew Parris para convencer al mundo de que el chico del tupé y los bombachos, ese periodista precoz que según los expertos siempre ronda los 16 años, es evidentemente homosexual? Pues, por una parte, en efecto, el tupé y los bombachos.
TINTÍN USA CREMA. Según el periodista y ex político conservador británico, esa preocupación por su aspecto y esa indumentaria estrafalaria sólo se puede llevar si a uno le gustan los hombres. Su juventud eterna también parece que es un dato a tener en cuenta porque, al parecer, «los hombres homosexuales no envejecen como el resto» y afirma que, probablemente, Tintín usaba crema hidratante. También comenta que no hay referencias a los padres biológicos del reportero y que el «síndrome del hijo reemplazado» es una fantasía muy habitual en el ámbito gay, claro que otra de las presuntas fantasías a las que alude es la de formar parte del servicio secreto (el autor del reportaje confiesa que él quiso entrar en el M16) y él sospecha que Tintín no era periodista, sino espía.
Aparte de esos datos más bien disparatados, hay otros que, sí, efectivamente, si uno quiere, pueden tener algo más de verosimilitud. Nos referimos a la relación con ese marinero de mediana edad, Haddock, con el que pasa largas temporadas en su casa y a Hernández y Fernández, tan aficionados a los disfraces (y sí, a veces, a vestirse de mujer).
En efecto, a todo se le puede buscar la vuelta, pero por esa regla de tres, como bien apunta el escritor, crítico de cine y experto en cultura pop Jesús Palacios, también en el cómic y la película 300 podríamos ver, si nos diera por ahí, homoerotismo. «Si lo simplificas: una legión de hombres semidesnudos, dirigidos por una especie de loca travestida, podríamos pensar que son todos homosexuales, pero vamos, es evidente que no es la intención de Frank Miller, un dibujante norteamericano bastante conservador que no ha tenido eso en mente jamás".
Otro de los datos que aporta el reportaje del Times es que no hay prácticamente mujeres y que la que aparece, la Castafiore, es una ¡diva de ópera! (según él, más claro, el agua…). Parris comenta textualmente en The Times: «En realidad, sólo puedo contar ocho figuras que se puedan identificar como mujeres (aproximadamente, el 2%) de la lista completa de unos 350 personajes entre los que se mueve Tintín a lo largo de su vida. No hay ninguna chica joven ni ninguna mujer atractiva en ninguna de sus aventuras».
Según declaraba el traductor Gianfranco Gorla al L'Observatore Romano y corrobora cualquiera que sea aficionado al tebeo, «en esa época, las mujeres sólo aparecían en los cómics para meterse en problemas y ser salvadas por el héroe». Afortunadamente, eso cambió y años más tarde se crearon heroínas que luchaban de tú a tú con los superhéroes (y defendían a algunos hombres) y, por otra parte, como se explica en el apoyo que complementa este reportaje, también los cambios sociales han ayudado a que (aunque tarde) las editoriales generalistas y no sólo las enfocadas al público homosexual, creen superhéroes que además de fuertes, nobles, solidarios y leales, son gays.
Dentro del colectivo homosexual hay voces que critican actitudes como la de Matthew Parris. Una de ellas es la de Peibols, colaborador de la web Ambienteg (donde también aparece otro post criticando el empeño del Vaticano por demostrar que Tintín no es gay), quien dedicó todo un texto a hablar de este tema y al que hemos consultado para este reportaje.
«Yo creo», explica, «que estamos en un momento en el que nos encanta etiquetar. Nos gusta mucho poder definir si lo que hace Beyoncé es pop o R&B, si esto es clásico, moderno o revival. Somos incapaces de oír música sin más o de ver cine normal. Tenemos que oír música etiquetada. Y que comulgue con nuestro gueto social. Lo mismo pasa con el mundo gay. Todas hemos adquirido el vicio de prejuzgar, de pre-etiquetar. Es decir, si vemos a un tío en un concierto de Kylie [Minogue]haciendo cola para verla en primera fila, lo etiquetamos de «marica». Ahora, con Tintín ha pasado algo parecido. Alguien con mucho tiempo libre se ha dedicado a decir que Tintín es gay usando motivos absurdos como su ropa, las compañías o que no mencione nunca a su familia. Anda que no tengo amigos hetero que usan perfume de Jean Paul Gaultier».
Efectivamente, la androginia estética es cada vez más común en la sociedad y que un hombre se cuide, que llore, que abrace a otro o que disfrute oyendo una ópera no hace pensar a casi nadie que es homosexual, igual que si a un gay le gusta el fútbol, es incapaz de mostrar sus sentimientos o combina fatal los colores a la hora de vestir, nadie pensará que es imposible que sea gay.
En cualquier caso, Parris no es el primero que habla de la presunta homosexualidad de personajes de ficción tirando a asexuados. El asunto es antiguo. Dos de los grandes expertos de nuestro país en todo lo relacionado con el cómic, Luis Alberto de Cuenca y Jesús Palacios, coinciden en afirmar que esto es algo que tanto en el cine, como en la literatura o en el tebeo, se viene dando desde los años 60.
Pero ambos también están de acuerdo en que la diferencia está en el tono y en la intención. Antes el tono era provocativo, desmitificador, irónico, pero siempre desde la complicidad y un cierto homenaje, pero ahora se trata de algo presuntamente académico, sesudo, como si realmente hubiera una base que lo sustentara.
CUESTIONAR LA VIRILIDAD. «En los años 60, en la era del pop», comenta Jesús Palacios, «esto era bastante habitual. Algunos artistas como Warhol o John Waters han usado iconos de la historia de la cultura, especialmente los que representaban una virilidad incuestionable, para darles la vuelta y jugar a la desmitificación. En el cine, me viene a la cabeza un ejemplo muy claro de esto que es la película de Billy Wilder La vida secreta de Sherlock Holmes, en la que se insinúa que el detective tenía una relación de algo más que amistad con el Doctor Watson. Pero esto siempre ha sido de una manera irónica y como una reinterpretación, no intentando convencer a nadie de que el autor de la obra pensaba que ese personaje era gay pero no se atrevió a decirlo abiertamente. Otro ejemplo en el cine es el de las adaptaciones de Batman. No en el caso de Tim Burton, porque él le dio un tono más oscuro, más freak, pero sí en el de Joel Shumacher, que lo presentaba claramente como un personaje gay, pero como una visión propia: juega a un homoerotismo estético. La diferencia esencial está, en mi opinión, en que se trate de una especie de homenaje, de una revisión de un personaje con cierto aire camp, o sea más bien una especie de outing absurdo, sin un ápice de complicidad».
Absurdo y ridículo son dos adjetivos que han salido varias veces a lo largo del reportaje. De ridícula califica toda esta polémica Luis Alberto de Cuenca. El poeta, ex Secretario de Estado de Cultura y uno de los grandes eruditos del cómic en general y de Tintín en particular, considera que todo esto tiene que ver con «una corrección política mal entendida y un deseo de buscarle explicación a todo y de jugar a Freud sin ninguna base real».
«Yo recuerdo», comenta, «que Terenci Moix en su magnífico libro Cómics, arte para el consumo y formas pop [1968], ya insinuaba que Roberto Alcázar y Pedrín podían ser algo más que amigos. Pero era el 68 y en ello había algo de reivindicativo, era una provocación que se entendía en un momento político y social muy concreto. Pero ahora no tiene sentido hacer esa serie disquisiciones sobre Tintín. Es evidente que es un personaje asexuado y hay que recordar que Hergé comenzó a dibujar esa tira en el suplemento juvenil del Le Vingtième Siècle, que dirigía el Abate Wallez. Los valores que Hergé quería difundir eran básicamente el de la camaradería masculina y la amistad. Las relaciones sentimentales de los personajes no tenían ninguna relevancia y por eso ninguno tenía novia o mujer, porque no estaba en el guión de lo que él quería contar, simplemente, no hay que buscarle cinco pies al gato».
Efectivamente, la amistad masculina, durante años ha sido motivo de sospecha en los sectores más conservadores y en determinados subgrupos gays. Normalmente el comentario se hacía en tono jocoso y todos recordamos chistes sobre «¿qué hacen dos señores con camiseta a rayas, es decir Epi y Blas, durmiendo en camitas juntas y hablando en susurros de sus cosas por la noche o, ya no digamos, dándose la mano para conciliar el sueño?».
Como bien apunta de Cuenca, ese deseo de potenciar valores como la lealtad y el compañerismo masculino no es exclusivo de Tintín, sino «una constante a lo largo de la historia de la literatura y del cine, presente en películas de directores como John Ford o Howard Hawks». No olvidemos que John Ford tiene títulos muy muy reveladores: El Hombre tranquilo, Hombres intrépidos, Hombres sin miedo y –¡no se lo pierdan!–, Hombre entre hombres.
Los tiempos sí están cambiando
Las grandes compañías del cómic americano, Márvel y DC, empiezan a incluir lenta y tímidamente personajes gays en sus argumentos. Son conscientes de que tienen que adaptarse a la realidad social y, aunque con cautela, han hecho experimentos que, de momento, están dando buenos resultados. Warren Ellis y Brian Hitch crearon a Apollo y Midnighter, del grupo especial The Authorithy, dos superhéroes espejo de Superman y Batman que eran pareja. El cómic fue un éxito de ventas y eso ha animado a la industria a seguir esa línea. Otro ejemplo ha sido el de Rawhide Kid, una revisión del cowboy de la Marvel, de los años 50, que confesaba su amor por el Llanero Solitario. Esta historieta salió a la venta en Estados Unidos el mismo día que ganó las elecciones Obama, lo cual no deja de ser un dato significativo.
ALFREDO URDACI
"Por la misma regla de tres, algunas películas de Disney serían zoofilia"
Alfredo Urdaci (Pamplona, 1959) no tiene un perro que se llama Milú, ni usa habitualmente bombachos, pero comparte con Tintín, al menos, un par de cosas: su pasión por el periodismo y por viajar. A punto de emprender una nueva etapa vital como director de comunicación de El Pocero, hay una pregunta obligada, teniendo en cuenta que el primer proyecto en el que se embarca es en Guinea.
Pregunta. ¿Se siente usted como Tintín en el Congo?
Respuesta. (Risas). Yo pensé lo mismo cuando me llegó la propuesta de Tintín. África es un mundo apasionante, una tierra a la que no ha llegado el desarrollo del resto del planeta, por tanto una asignatura pendiente que tenemos como humanos. Se habla tantas veces de llevarles industria, bienestar... Ahora hay una oportunidad. Tintín no la dejaría pasar.
P. ¿Qué aventura de Tintín le hubiera gustado protagonizar?
R. Tintín y los pícaros. Es un trasunto de Regis Debray y los Tupamaros. La estúpida fascinación de la izquierda acomodada europea por los movimientos terroristas sudamericanos.
P. ¿Qué opina usted de la polémica sobre la presunta homosexualidad del personaje de Hergé?
R. Como ahora todo debe estar sexualizado, lo que no lo está debe caer en alguna casilla. Por esa regla, algunas películas de Disney serían zoofilia. Ahora lo miramos todo a través de los genitales, y con el aparato reproductor se ve muy poco.
P. En Tintín se habla de la camaradería masculina ¿usted cree en ella?
R. Es adolescente, transgresora. Descubres el mundo y necesitas un camarada. Te arriesgas, te pones a prueba y no quieres estar solo.
jueves, 22 de enero de 2009
Resumen fotográfico
Bueno, aquì tienen algunas fotos: mezcladas, torcidas y sin referencias, pero ya saben que yo soy a`sí: de madera con esto. El que quiere que pregunte.
El mate para Laiseca
"...Por lo tanto juro: lo único indipensable para tomar mate con bombilla es la temperatura. Debe ser exacta, eso sí, el mate tiene mucha importancia para el sudamericano. Y yo nací en Sudamérica, aunque viva aquí. Al mate le debo mi obra. Si Suzuki y Okakura Kakuzo hablan del té como una de las estéticas del zen, no veo por qué sería inoportuno escribir un tratado: el mate como disciplina zen del sudamericano. Pero no como una ironía o como un chiste, sino como algo dicho absolutamente en serio. A cuántos habrá salvado el mate en las épocas del hambre infinita. Es cosa de ver cómo ayuda a resistir, a conservr el equilibrio, la esperanza y a que no se pierda el centro. Sirve al solitario, pero también al ideal que es compartir. No hay cosa más linda que tomar mate con la mujer de uno. Maldito sea el que está compartiendo y no comprende. En su defecto que sea con un amigo. El mate es más compañero que el vino, y digo mucho. El vino traiciona como algunos hombres traicionan a sus mujeres. Como algunas mujeres traicionan a los hombres que viven con ellas. Pero el mate brinda y rodea de escudos. Más de uno no se mató porque todavía no se le había terminado la yerba. La bombilla de plata equivale a la flecha puesta en el arco zen. "Un mate, una vida."
Alberto Laiseca, en "Jardín de las máquinas parlantes".
Alberto Laiseca, en "Jardín de las máquinas parlantes".
Marido por accidente
La elegí por Uma Turman. Divina con el pelo largo y haciendo de doctora del corazón por radio. Divina en el final feliz.
Linda comedia. Demasiado, demasiado romántica en momentos de sequía, pero linda.
Linda comedia. Demasiado, demasiado romántica en momentos de sequía, pero linda.
Odette, una comedia sobre la felicidad
Linda, sencilla, tierna. Me gustó el personaje de la lectora, feliz porque lee, sin suicidarse sólo por las novelas de su autor favorito. Me gustó el personaje del escritor, torturado por la crítica, avergonzado de escribir para gente "simple", tan simple que sólo logra ser feliz con su lectura.
Me gustaron las situaciones con los hijos e hija, la homosexualidad de uno, los malos novios de la otra, la necesidad de tomar cursos de felicidad del más chico... Me gustó escuchar las voces españolas, me gustó hasta lo ("patético" según Magdalena) del vuelo de ella a lo Mary Poppins cada vez que era feliz.
Lindo final en la luna. Ja.
Me gustaron las situaciones con los hijos e hija, la homosexualidad de uno, los malos novios de la otra, la necesidad de tomar cursos de felicidad del más chico... Me gustó escuchar las voces españolas, me gustó hasta lo ("patético" según Magdalena) del vuelo de ella a lo Mary Poppins cada vez que era feliz.
Lindo final en la luna. Ja.
La vuelta al mundo en 80 días
Ésta la compré yo para mi viejo que quiere pelis en castellano.
No pude pasar de la media hora de proyección. Jacki Chan es demasiado para mí.
No pude pasar de la media hora de proyección. Jacki Chan es demasiado para mí.
Viaje al centro de la Tierra
"Una paparruchada", como decía mi viejo de las películas que nadie se creía.
Lo bueno es que la compró Rafael que ya la había visto en el cine y le había gustado tanto que quería verla de nuevo, que me preguntó por el libro de Verne y que me prohibió decir "qué hambre" ante las plantas carnívoras, las piedras magnéticas y las mandíbulas de dinosaurios usadas como bote. ¡Andá!
Lo bueno es que la compró Rafael que ya la había visto en el cine y le había gustado tanto que quería verla de nuevo, que me preguntó por el libro de Verne y que me prohibió decir "qué hambre" ante las plantas carnívoras, las piedras magnéticas y las mandíbulas de dinosaurios usadas como bote. ¡Andá!
Tanto tiempo
Como aguja en un pajar
te busqué sin cesar,
como huella en el mar
tan difícil de hallar.
Tanto tiempo busqué
pero al fin te encontré
tan perfecta como te imaginé.
.
te busqué sin cesar,
como huella en el mar
tan difícil de hallar.
Tanto tiempo busqué
pero al fin te encontré
tan perfecta como te imaginé.
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martes, 20 de enero de 2009
Un papá genial
Sí, otra de Rafa. Es que el domingo estuvimos todo el día de sillón y en la boliferia había oferta de DVD: 7 por 30 mangos.
Y sí... el temita de la paternidad. En medio de tanta comedia alegre mi hija me cuenta que su papá ni le mandó un mensajito por su cumple y cuando (una semana después) mi cuñada, la tía de la nena, la hermana de mi ex, le dio el regalo a Magdalena delante de él, tampoco le dijo ni mu (No saben cómo duele la forma en que me lo contó mi hija). Y el mismo Rafa (el que aún intentaba conservar las esparanzas de paternidad) me dice que el otro día fue a visitar a su padre y el hombre se fue a dormir y el abuelo estaba viendo películas patéticas, así que el pobre chico se aburrió y ya no quería volver a llamarlo.
Ay, seguiremos viendo pelis que saquen todo afuera: ¿catarsis le dicen?
Y sí... el temita de la paternidad. En medio de tanta comedia alegre mi hija me cuenta que su papá ni le mandó un mensajito por su cumple y cuando (una semana después) mi cuñada, la tía de la nena, la hermana de mi ex, le dio el regalo a Magdalena delante de él, tampoco le dijo ni mu (No saben cómo duele la forma en que me lo contó mi hija). Y el mismo Rafa (el que aún intentaba conservar las esparanzas de paternidad) me dice que el otro día fue a visitar a su padre y el hombre se fue a dormir y el abuelo estaba viendo películas patéticas, así que el pobre chico se aburrió y ya no quería volver a llamarlo.
Ay, seguiremos viendo pelis que saquen todo afuera: ¿catarsis le dicen?
Entrenando a papá
Muy típica para mi gusto: hombre duro, fuerte y egoísta con quistado por niño o niña que lo endulza y hace ser buen padre.
Otra de las elegidas por Rafa. Las miro con un poco de culpa... A mis hijos e hija nunca les funcionó la fórmula con el que les elegí por padre.
Otra de las elegidas por Rafa. Las miro con un poco de culpa... A mis hijos e hija nunca les funcionó la fórmula con el que les elegí por padre.
La mujer de mis pesadillas
Graciosa. Ja. Está bueno eso del mito de la mujer perfecta, la mujer " de mis sueños", desmitificado.
¿Así que a los hombres también los joden con el casarse de una buena vez?
Mi hijo menor, Rafa de 12, es el que elige estas comedias (y otras más zarpadas, como dice él) y me encanta ver cómo hace su "educación sentimental" tan paso a paso. Y pensar que a una le prohibían ver películas "de grande" (todavía algunos amigos y hermanos lo hacen con sus hijos)... ¿Qué manera más sana hay de aprender lo que es el amor, el sexo, los hombres y las mujeres que viéndolo en la tele? Con mamita al lado para resolver dudas, ¿no? O solos para pensar lo que cada cerebrito púber desee...
¿Así que a los hombres también los joden con el casarse de una buena vez?
Mi hijo menor, Rafa de 12, es el que elige estas comedias (y otras más zarpadas, como dice él) y me encanta ver cómo hace su "educación sentimental" tan paso a paso. Y pensar que a una le prohibían ver películas "de grande" (todavía algunos amigos y hermanos lo hacen con sus hijos)... ¿Qué manera más sana hay de aprender lo que es el amor, el sexo, los hombres y las mujeres que viéndolo en la tele? Con mamita al lado para resolver dudas, ¿no? O solos para pensar lo que cada cerebrito púber desee...
Bandidas
Y bué... Ayer fue domingo de canales de aire...
Ésta es la típica del oeste sin vaqueros sino... con chicas. La típica injusticia con las tierras y las chicas que salen a poner las cosas en su lugar. Pero qué lindas son Salma (apellido inescribible) y Penélope Cruz. Me gustó como Sara le enseña a María a dar "besos para ser recordada". Buena idea: no es obligatorio ser amada, ni siquiera amada para siempre, es suficiente con ser recordada por el o los besos que una dió. Buena moraleja. Ja.
Ésta es la típica del oeste sin vaqueros sino... con chicas. La típica injusticia con las tierras y las chicas que salen a poner las cosas en su lugar. Pero qué lindas son Salma (apellido inescribible) y Penélope Cruz. Me gustó como Sara le enseña a María a dar "besos para ser recordada". Buena idea: no es obligatorio ser amada, ni siquiera amada para siempre, es suficiente con ser recordada por el o los besos que una dió. Buena moraleja. Ja.
lunes, 19 de enero de 2009
Hitch
Ya la vi ochocientas veces... Pero me encanta.
Mi copia en DVD se la quedó Charli I en su casa... ¡Qué barbaridad! Ni siquiera me dan ganas de usar eso como excusa para llamarlo...
Mi copia en DVD se la quedó Charli I en su casa... ¡Qué barbaridad! Ni siquiera me dan ganas de usar eso como excusa para llamarlo...
Del blog al escenario
Domingo, 18 de Enero de 2009
TEATRO › EL DIARIO DE UN ESPECTADOR ANTE EL ESTRENO DE ANTONIO GASALLA
Las crónicas de la existencia gris
En Más respeto que soy tu madre, el cómico produce el doble hito de adaptar el primer blog a teatro y debutar en un texto ajeno: el resultado es un tour de force actoral que lleva a extrañar la corrosiva liviandad de sus otras criaturas.
Por Julián Gorodischer
1
Como pasa siempre con Antonio Gasalla, el tema es la existencia gris: ninguna de sus hijas habría elegido ser lo que es. La participación en un clan nunca es deseada sino que se hereda como una fatalidad; se vive, en las casas bajas, como en jaulas voluntarias. El vínculo con la descendencia está regido por la frustración de no poder armar los hijos a medida. En este caso, en la primera obra teatral que adapta un blog (Más respeto que soy tu madre, de Hernán Casciari) la mujer gris se llama Mirta Bertotti, ama de casa de la localidad de Mercedes (provincia de Buenos Aires), y repite mandamientos heredados con determinación automática: “Tu hija se casará virgen”. “Tus hijos, a determinada edad, estarán obligados a financiarte la vida.” “Tu marido es tu enemigo.” “Tu mejor amiga es una puta.” “Tu hijo menor será la sombra del primogénito.” “Repudiarás la homosexualidad del primogénito cuando se anuncie.” “Odiarás a tu mejor amiga.” “Odiarás a tu marido y se lo harás saber a diario.”
2
Esta mujer reproduce en la sobremesa las verdades del noticiero, rinde tributo a una sacerdotisa pagana (Susana), se vincula con el marido como en una guerra de los Roses. Gasalla va a la médula del ser suburbano, le deshace sus rituales con observación de lince: lo que resulta es costumbrismo suburbano; están el chisme, la malaria, el prejuicio que rigen la vida en el pueblo y el barrio.
Como otras hijas de Gasalla, la vida de Mirta apunta a representar un conjunto, a cambiar singularidad por valor de arquetipo, a hacer parte a tantísimas vidas suburbanas regidas por la organización ritualista de la existencia. Pero se logra a medias: las intervenciones de “la vieja” o “la empleada pública” sí permitían que se desatase una catarsis: la masa era cacheteada por las bestias femeninas que le imputaban pasar la vida dormida. En Mirta se produce menos la interpelación a un colectivo “argentino” que la exhibición de “un caso” universalmente atípico.
3
Quizás el problema sea la propia escritura fragmentaria, por naturaleza, del género blog: Más respeto que soy tu madre, de Hernán Casciari, aporta el tenor y la cantidad de los temas: se pauta una agenda doméstica, aquí de una ama de casa en la menopausia. Como pasa con las “Entradas” de blog –que acumulan experiencias sin detenerse en cada anécdota en particular–, que avanzan como un folletín inconexo, con referencias múltiples a otros textos y fotografías, Más respeto... también elige narrar como una enumeración rápida: violencia familiar, contrabando de drogas, prostitución de menores, homosexualidad tapada en un mismo clan. Tarda y no llega el florecimiento de las situaciones cómicas. Todo lo contrario: las menciones cobran, sí, valor de escándalo; mucho “pija”, mucho “mierda”, mucho “tetitas”. La alusión soez se actúa acentuando las vocales.
La chanchada era más efectiva en los lejanos tiempos de El mundo de Antonio Gasalla, cuando Gasalla se revolcaba “en piso” con Urdapilleta y Tortonese. La alusión sexual era más revulsiva cuando la gorda manoseaba a su invitado de turno. Quizás el problema sea la escritura asociada indefectiblemente al soporte “Internet”: la ramificación inherente al lenguaje aquí se reduce a la acumulación de gags. El linkeo, esa posibilidad de construir un texto multidimensional, aquí cobra la forma más arcaica de la comedia de puertas que se abren y se cierran, con aplausos en el ingreso de los actores.
4
Las hijas de Gasalla son siempre mujeres “arruinadas por los medios masivos”. La alusión continua a la vida de estrellas también aparece en Bertotti, adicta al programa de Susana. Sus parámetros éticos están provistos por el conductor-formador de opinión. Su nacionalismo retrógrado convive con el homenaje al “hermano desaparecido”; las contradicciones no se explican más allá de la simple mención. Su monstruo interior (espiar a los hijos, odiar y envidiar en general...) no se manifiesta en situaciones dramáticas sino en referencias del largo monólogo, que no prevé interrupciones para Gasalla. Megalómano, quiso que esta vez fuera así: puso a prueba la dote actoral. Se cambia en escena, sin parar el monólogo; entonces entra y sale de personaje con igual presencia carismática (para reinar en el chalet mercedino o para putear a Sonido ante los problemas con un micrófono (“... hoy te ganás el Oscar, Sonido”).
5
El costumbrismo de la prosa efímera de blog quita hondura narrativa y sustancia. Mirta troca el autismo de la vieja de Esperando la carroza por la conectividad absoluta: desde el impulso materno a la prostitución vía web cam de “la nena” al carácter cibernético de su propia bitácora. Atrás quedó el encierro de otras hijas (desde Cora a Soledad). La conectividad (el aggiornamento) moldea la estructura: el larguísimo plano secuencia que constituye la obra lleva el ritmo que pauta Internet: nada se detiene nunca, todo es “ya”. La estructura ad infinitum de la secuencia actoral desafía lo humanamente posible (y fascina y adormece a la platea): la proliferación de males familiares (purgados a través de los tributos a la democracia y a Maradona), como en la red de redes, suprime cualquier amago de linealidad.
6
La hija tecnológica de Gasalla, Mirta, rompe la constante de sus antecesoras. Aporta el grado máximo de la identificación no sólo con la TV sino con el uso de Internet (chat y redes sociales). El ama de casa hipertextual aquí se engancha con los rasgos del espectador clásico de TV: vínculo apasionado con las estrellas, propensión a la declaración escandalosa, ritualización de la vida cotidiana cuyo devenir es una sucesión de ceremonias (el almuerzo de Mirtha Legrand, las vacaciones en familia, la cena, la paliza). La hija moderna de Gasalla hereda la condición pueblerina pero está hipererotizada, algo que en Cora –su alter ego naïf– aparecía sólo como una insinuación esporádica. La combinación de exabrupto erótico y candidez de comadrona le dan carácter contradictorio –y menos identificacional– a la flamante Mirta.
7
Mirta es atravesada por la locura informativa sobre la farándula. Sus nuevos rasgos (control detallado de vida de famosos y duelos mediáticos, inmensidad de datos sobre quién sale con quién) dan cuenta de la transformación vivida. El chisme ahora corresponde a la vida de las “estrellas” que se casan, cornean y litigan por la tele. El arte del retrato televisivo se plasmaba en la vieja con precisión literaria. Pero Mirta falla cuando intenta ponerse seria (la honra a Maradona, el festejo de la democracia) porque pretende un don que no tiene: no es –se dijo– representativa. Su signo es la ambigüedad; su voz es tan fuerte que imposibilita asumirla como propia. La abundancia de la referencia biográfica no ayuda a expandirla. La vieja, para ser universal, necesitó de familias varias, miembros intercambiables, y en una última etapa de la negación total del clan. Mirta tiene un anclaje único: su identidad está definida por su contexto geográfico y afectivo.
8
La comparación entre Mirta y Cora es obligatoria. Las dos son un testimonio del barrio (mentalidad media suburbana). Son las representantes de los chismes de pequeña escala, de los prejuicios sobre la divorciada –siempre “una prostituta”– o el hombre golpeador calificado como un marido que se pone los pantalones. Pero escuchar y ver, para Cora, significaba funcionar como cronista del suburbio en el que le tocó habitar. Su voz tuvo la fuerza que da la primera persona realista, la palabra del que lo vivió: esa vieja era un testimonio de muchas individualidades por separado: la interpelación se daba desde el todo (el arquetipo) al uno (espectador). En cambio Mirta habla desde “el uno” (esa ama de casa desfigurada) al todo (el público que se pone de pie y entrega el aplauso que hará llorar a Gasalla). Más lejos del “gran sujeto colectivo”, percibida como un “otro”, más cerca del fenómeno circo.
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TEATRO › EL DIARIO DE UN ESPECTADOR ANTE EL ESTRENO DE ANTONIO GASALLA
Las crónicas de la existencia gris
En Más respeto que soy tu madre, el cómico produce el doble hito de adaptar el primer blog a teatro y debutar en un texto ajeno: el resultado es un tour de force actoral que lleva a extrañar la corrosiva liviandad de sus otras criaturas.
Por Julián Gorodischer
1
Como pasa siempre con Antonio Gasalla, el tema es la existencia gris: ninguna de sus hijas habría elegido ser lo que es. La participación en un clan nunca es deseada sino que se hereda como una fatalidad; se vive, en las casas bajas, como en jaulas voluntarias. El vínculo con la descendencia está regido por la frustración de no poder armar los hijos a medida. En este caso, en la primera obra teatral que adapta un blog (Más respeto que soy tu madre, de Hernán Casciari) la mujer gris se llama Mirta Bertotti, ama de casa de la localidad de Mercedes (provincia de Buenos Aires), y repite mandamientos heredados con determinación automática: “Tu hija se casará virgen”. “Tus hijos, a determinada edad, estarán obligados a financiarte la vida.” “Tu marido es tu enemigo.” “Tu mejor amiga es una puta.” “Tu hijo menor será la sombra del primogénito.” “Repudiarás la homosexualidad del primogénito cuando se anuncie.” “Odiarás a tu mejor amiga.” “Odiarás a tu marido y se lo harás saber a diario.”
2
Esta mujer reproduce en la sobremesa las verdades del noticiero, rinde tributo a una sacerdotisa pagana (Susana), se vincula con el marido como en una guerra de los Roses. Gasalla va a la médula del ser suburbano, le deshace sus rituales con observación de lince: lo que resulta es costumbrismo suburbano; están el chisme, la malaria, el prejuicio que rigen la vida en el pueblo y el barrio.
Como otras hijas de Gasalla, la vida de Mirta apunta a representar un conjunto, a cambiar singularidad por valor de arquetipo, a hacer parte a tantísimas vidas suburbanas regidas por la organización ritualista de la existencia. Pero se logra a medias: las intervenciones de “la vieja” o “la empleada pública” sí permitían que se desatase una catarsis: la masa era cacheteada por las bestias femeninas que le imputaban pasar la vida dormida. En Mirta se produce menos la interpelación a un colectivo “argentino” que la exhibición de “un caso” universalmente atípico.
3
Quizás el problema sea la propia escritura fragmentaria, por naturaleza, del género blog: Más respeto que soy tu madre, de Hernán Casciari, aporta el tenor y la cantidad de los temas: se pauta una agenda doméstica, aquí de una ama de casa en la menopausia. Como pasa con las “Entradas” de blog –que acumulan experiencias sin detenerse en cada anécdota en particular–, que avanzan como un folletín inconexo, con referencias múltiples a otros textos y fotografías, Más respeto... también elige narrar como una enumeración rápida: violencia familiar, contrabando de drogas, prostitución de menores, homosexualidad tapada en un mismo clan. Tarda y no llega el florecimiento de las situaciones cómicas. Todo lo contrario: las menciones cobran, sí, valor de escándalo; mucho “pija”, mucho “mierda”, mucho “tetitas”. La alusión soez se actúa acentuando las vocales.
La chanchada era más efectiva en los lejanos tiempos de El mundo de Antonio Gasalla, cuando Gasalla se revolcaba “en piso” con Urdapilleta y Tortonese. La alusión sexual era más revulsiva cuando la gorda manoseaba a su invitado de turno. Quizás el problema sea la escritura asociada indefectiblemente al soporte “Internet”: la ramificación inherente al lenguaje aquí se reduce a la acumulación de gags. El linkeo, esa posibilidad de construir un texto multidimensional, aquí cobra la forma más arcaica de la comedia de puertas que se abren y se cierran, con aplausos en el ingreso de los actores.
4
Las hijas de Gasalla son siempre mujeres “arruinadas por los medios masivos”. La alusión continua a la vida de estrellas también aparece en Bertotti, adicta al programa de Susana. Sus parámetros éticos están provistos por el conductor-formador de opinión. Su nacionalismo retrógrado convive con el homenaje al “hermano desaparecido”; las contradicciones no se explican más allá de la simple mención. Su monstruo interior (espiar a los hijos, odiar y envidiar en general...) no se manifiesta en situaciones dramáticas sino en referencias del largo monólogo, que no prevé interrupciones para Gasalla. Megalómano, quiso que esta vez fuera así: puso a prueba la dote actoral. Se cambia en escena, sin parar el monólogo; entonces entra y sale de personaje con igual presencia carismática (para reinar en el chalet mercedino o para putear a Sonido ante los problemas con un micrófono (“... hoy te ganás el Oscar, Sonido”).
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El costumbrismo de la prosa efímera de blog quita hondura narrativa y sustancia. Mirta troca el autismo de la vieja de Esperando la carroza por la conectividad absoluta: desde el impulso materno a la prostitución vía web cam de “la nena” al carácter cibernético de su propia bitácora. Atrás quedó el encierro de otras hijas (desde Cora a Soledad). La conectividad (el aggiornamento) moldea la estructura: el larguísimo plano secuencia que constituye la obra lleva el ritmo que pauta Internet: nada se detiene nunca, todo es “ya”. La estructura ad infinitum de la secuencia actoral desafía lo humanamente posible (y fascina y adormece a la platea): la proliferación de males familiares (purgados a través de los tributos a la democracia y a Maradona), como en la red de redes, suprime cualquier amago de linealidad.
6
La hija tecnológica de Gasalla, Mirta, rompe la constante de sus antecesoras. Aporta el grado máximo de la identificación no sólo con la TV sino con el uso de Internet (chat y redes sociales). El ama de casa hipertextual aquí se engancha con los rasgos del espectador clásico de TV: vínculo apasionado con las estrellas, propensión a la declaración escandalosa, ritualización de la vida cotidiana cuyo devenir es una sucesión de ceremonias (el almuerzo de Mirtha Legrand, las vacaciones en familia, la cena, la paliza). La hija moderna de Gasalla hereda la condición pueblerina pero está hipererotizada, algo que en Cora –su alter ego naïf– aparecía sólo como una insinuación esporádica. La combinación de exabrupto erótico y candidez de comadrona le dan carácter contradictorio –y menos identificacional– a la flamante Mirta.
7
Mirta es atravesada por la locura informativa sobre la farándula. Sus nuevos rasgos (control detallado de vida de famosos y duelos mediáticos, inmensidad de datos sobre quién sale con quién) dan cuenta de la transformación vivida. El chisme ahora corresponde a la vida de las “estrellas” que se casan, cornean y litigan por la tele. El arte del retrato televisivo se plasmaba en la vieja con precisión literaria. Pero Mirta falla cuando intenta ponerse seria (la honra a Maradona, el festejo de la democracia) porque pretende un don que no tiene: no es –se dijo– representativa. Su signo es la ambigüedad; su voz es tan fuerte que imposibilita asumirla como propia. La abundancia de la referencia biográfica no ayuda a expandirla. La vieja, para ser universal, necesitó de familias varias, miembros intercambiables, y en una última etapa de la negación total del clan. Mirta tiene un anclaje único: su identidad está definida por su contexto geográfico y afectivo.
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La comparación entre Mirta y Cora es obligatoria. Las dos son un testimonio del barrio (mentalidad media suburbana). Son las representantes de los chismes de pequeña escala, de los prejuicios sobre la divorciada –siempre “una prostituta”– o el hombre golpeador calificado como un marido que se pone los pantalones. Pero escuchar y ver, para Cora, significaba funcionar como cronista del suburbio en el que le tocó habitar. Su voz tuvo la fuerza que da la primera persona realista, la palabra del que lo vivió: esa vieja era un testimonio de muchas individualidades por separado: la interpelación se daba desde el todo (el arquetipo) al uno (espectador). En cambio Mirta habla desde “el uno” (esa ama de casa desfigurada) al todo (el público que se pone de pie y entrega el aplauso que hará llorar a Gasalla). Más lejos del “gran sujeto colectivo”, percibida como un “otro”, más cerca del fenómeno circo.
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Emoción estética cotidiana
Tengo tres estantes nuevos (yo compré los elementos, mi hijo mayor los colocó, el menor ordenó allí todas nuestras pelis y la nena estuvo pidiendo que esto se hiciera desde hace tres o cuatro meses). Los miro, les pongo y les saco carpetitas de crichet y adornitos y no me canso de disfrutarlos.
Tengo en la pared cinco máscaras de cerámica estilo maya que mi hermana me compró en Mar de las Pampas. Las colgué en círculo porque son circulares y representan a las cuatro estaciones (el otoño está repetida en más grande que las otras cuatro, otoño porque me gustó más y después se me ocurrió que porque en otoño es mi cumple).
Tengo el árbol del fondo de mi casa (no sé cómo se llama... ¿plumerillo?) todo lleno de flores rosa como todos los veranos. Me tiro en la hamaca paraguaya y miro flor por flor a través de los dedos de mis pies y de los aleteos de los palomones emanorados.
¡Qué belleza!
Tengo en la pared cinco máscaras de cerámica estilo maya que mi hermana me compró en Mar de las Pampas. Las colgué en círculo porque son circulares y representan a las cuatro estaciones (el otoño está repetida en más grande que las otras cuatro, otoño porque me gustó más y después se me ocurrió que porque en otoño es mi cumple).
Tengo el árbol del fondo de mi casa (no sé cómo se llama... ¿plumerillo?) todo lleno de flores rosa como todos los veranos. Me tiro en la hamaca paraguaya y miro flor por flor a través de los dedos de mis pies y de los aleteos de los palomones emanorados.
¡Qué belleza!
sábado, 17 de enero de 2009
Un rato más en el patio de juegos
"La mayor parte del tiempo el escritor de ficción se siente un niño al que se le permitió quedarse en el patio de juegos hasta mucho después de que se obligara a los otros a abandonarlo. Construye sus pequeñas figuras, les permite pavonearse y florearse un poco y luego vuelve a derribarlas. Son suyas, después de todo, y hace con ellas lo que le place. Son sus juguetes. Sin embargo, para otros están llenas de vida. Existen. Se mueven. Comunican un Hiersein –un estar aquí– rilkeano que,
es efímero, que/
nos concierne extrañamente. A nosotros, /
los más efímeros. "
John Banville
es efímero, que/
nos concierne extrañamente. A nosotros, /
los más efímeros. "
John Banville
La dulce sensación del arte
"Al parecer uno de los placeres que nos produce el arte es la sensación dulce y melancólica de percibir algo que ya no está y que al mismo tiempo sigue presente, si bien como vestigio. A cada instante, el tiempo nos abandona. A cada instante, dejamos atrás algo de nuestro ser esencial, de forma invisible, impalpable, como una etérea envoltura de polvo. ¿A dónde va esa esencia que perdemos? ¿Dónde queda preservado lo que alguna vez fuimos? En el arte ingresamos a un mundo que no existe, que nunca existió, por completo imaginario, y sin embargo de algún modo es del todo real."
John Banville
John Banville
El arte es consolidar la fantasía
"Para el novelista, el truco reside en soñar y al mismo tiempo estar despierto. La disciplina lo es todo. La producción de arte es la aplicación de leyes no especificadas a un material incoherente. Edmund Wilson habla con admiración de "la clásica ecuanimidad para manejar fuerzas diversas" de Henry James, de su "combinación, igualmente clásica, de realismo y armonía formal." Hay que recortar, moldear, conformar, pulir el sueño. La mera invención es mera invención. Cualquiera puede crear una fantasía de la nada pero sólo el artista puede consolidarla y hacerla parecer una necesidad. Hay un plano fundamental en que el trabajo del arte es la solución manifiesta a un problema técnico. Una novela no es la vida, pero puede parecer más concreta que la vida misma."
John Banville
John Banville
Claro: por esto mi primer amor fue Sandokán y el segundo, Adán Buenosaires
"Los lectores insisten en creer en la realidad de los personajes ficticios. Don Quijote, Emma Bovary o Leopold Bloom pueden resultarnos más reales que la gente real. El pacto que hace el lector con el texto de ficción es misterioso y fascinante. No importa cuánta presión ejerza el novelista sobre su credulidad y disposición a suspender el escepticismo, el contrato se mantiene: Gulliver es para nosotros un ser del todo vivo en uno de los múltiples mundos de la ficción, por improbable que resulten los seres minúsculos que lo sujetan o que lo examinen caballos elocuentes."
John Banville
John Banville
¿Qué significa "crear personajes"?
""Crear personajes"... es tan extraño como suena. ¿Qué significa? El sustantivo no es menos desconcertante que el verbo. ¿Qué son los personajes de ficción? ¿Es posible que algo cobre vida a través de la imaginación? Todas las marionetas que pueblan mis novelas son por fuerza aspectos míos, dado que soy la única materia prima que tengo, vale decir, soy el único ser humano que conozco desde adentro, aunque en este contexto "conocer" sea una intrincada cuestión filosófica que no trataremos de desentrañar aquí. Mis personajes de ficción son como las figuras que encuentro en sueños; son siempre producto de mi inconsciente. Adoptan las formas de otros, de seres queridos y de desconocidos, de amigos y familiares, de objetos de deseo y heraldos del terror, pero en definitiva soy yo, los fragmentos de mí que la misteriosa actividad del sueño desmonta en forma temporaria. "
John Banville
John Banville
Los escritores como sacerdotes
"Los artistas en general, y los escritores en particular, tienen algo propio del sacerdote: la mezcla de soberbia y humildad, la devoción cotidiana, la disposición confesional a escuchar las flaquezas y temores de los laicos. El escritor entra a una habitación, el lugar más sagrado –el escritorio– y se queda ahí en soledad hora tras hora sumido en un extraño silencio. ¿Con qué deidades dialoga, qué ritos cumple? Sin duda sabe algo que los demás, los no iniciados, ignoran; sin duda tiene acceso a un saber inalcanzable para los demás. Ah, ojalá fuera así. La triste verdad es que el escritor probablemente sabe menos de la vida que sus personajes. Es sólo su inventor, solitario y obsesivo; ellos son innumerables; viven por él."
John Banville
John Banville
Hoy descubrí a John Banville
Los personajes del verano
(Revista Ñ de hoy)
Un viaje a Colorado le sirve a John Banville para especular sobre el perdurable hechizo de la lectura de novelas y el arte de escribir ficciones. Las máscaras perfiladas en la lectura, sostiene, nos parecen más intensas porque, a diferencia de lo que sucede en la vida real, nos consta su destino.
Por: John Banville
"El mundo imaginado es el bien esencial."
Wallace Stevens
Una vez visité el Gran Cañón. Mi esposa y yo recorríamos el sudoeste de los Estados Unidos en auto, y si bien ambos desaprobamos el turismo y lo consideramos una forma perniciosa de gran negocio que vulgariza lugares hermosos y corrompe a pueblos enteros, sentimos que no podíamos irnos sin ver esa gran maravilla natural. Fue así que manejamos desde Flagstaff, estacionamos el auto y caminamos hasta la zona panorámica. Aunque la estación estaba avanzada, era un día de sol despejado y pudimos ver muchos kilómetros. El Gran Cañón era... bueno, era el Gran Cañón. Luego de un momento o dos de contemplación dubitativa ante ese vasto agujero en la tierra, mi esposa se volvió hacia mí y, citando el poema Cuestiones de viaje, de Elizabeth Bishop, preguntó: "¿Deberíamos habernos quedado en casa pensando en este lugar?" Luego nos fuimos al hotel que queda cerca del borde del Cañón y pasamos el resto de la tarde en el atractivo bar del hotel. Más tarde, cuando nos alejábamos en el auto al atardecer, supe que lo que recordaría de la visita no sería el Gran Cañón sino las horas agradables que pasamos tomando un buen vino de California y hablando y ponderando muchas cosas, entre ellas el Gran Cañón.
Al día siguiente en una librería de Phoenix, en Arizona, encontré los Poemas completos de Elizabeth Bishop y busqué Cuestiones de viaje, una magnífica poesía que celebra y deplora a un tiempo la necesidad de nuestra especie de precipitarse a lugares en el extranjero, paisajes exóticos, costas extrañas y bárbaras. Hacia el fin, insiste con tacto en la misma pregunta retórica que mi esposa había hecho ante el Gran Cañón:
"¿Es la falta de imaginación la que nos lleva /
a lugares imaginados, en lugar de quedarnos en casa?"
Tuve lo que debió de ser mi primer atisbo del dorado mundo del arte cuando, siendo muy chico, leí un libro llamado El rosario de Maggie, de una autora cuyo nombre me avergüenza haber olvidado hace tiempo. Tampoco recuerdo las circunstancias de la historia. Sin embargo, sé que el libro, si cabe llamarlo así, porque era poco más que un opúsculo religioso, me conmovió de una manera extraña. Lo que me afectó no fue su moraleja –creo que Maggie se había portado mal y volvía a la buena senda tras encontrar por azar las cuentas de un rosario–, sino una escena, de poco contenido y menos importancia incluso para la "trama", que seguí recordando con notable nitidez durante más de medio siglo.
En realidad, no era una escena sino sólo un momento, podría decirse que una mera cuestión de tono. Maggie había faltado al colegio –en eso había residido su mala acción– pero al igual que todos los delincuentes, había vuelto al lugar del crimen y a media tarde rondaba los muros del convento con aire culpable y cierto grado de autocompasión. Era verano y la calle estaba desierta. El sol brillaba sobre el alto muro blanco –yo imaginé todo eso como si estuviera ahí en lugar de encontrarme sentado en una silla leyendo un libro– y la niña llegaba a escuchar a sus compañeras que cantaban un himno a la distancia. Eso es todo lo que recuerdo. No sé por qué me conmovió tanto y me conmueve cada vez que recuerdo la aparición de Maggie en el silencio de la tarde.
¿Qué pasó, entonces y qué pasa en mi interior en ese radiante fragmento de tiempo fuera del tiempo? Pensando en Maggie, sola en la luz y la quietud del verano, tengo la sensación, como pasa en los sueños, de recordar con claridad un lugar en el que nunca estuve, un lugar que es a la vez extraño y por completo familiar. No es un lugar mágico ni encantado sino del todo terrenal. Es el mundo tal como lo conozco ahora, común y cotidiano, y sin embargo, de algún modo poseedor de una importancia inescrutable. El corazón me da un vuelco, tal como le pasó al narrador de Proust, según nos dice, cuando mojó la humilde magdalena en la taza de té y todo el pasado se abrió ante sus ojos, tierno, resplandeciente, sórdido, gracioso y, a pesar de lo que sostiene su autor, irrecuperable, aunque no perdido del todo.
Los artistas en general, y los escritores en particular, tienen algo propio del sacerdote: la mezcla de soberbia y humildad, la devoción cotidiana, la disposición confesional a escuchar las flaquezas y temores de los laicos. El escritor entra a una habitación, el lugar más sagrado –el escritorio– y se queda ahí en soledad hora tras hora sumido en un extraño silencio. ¿Con qué deidades dialoga, qué ritos cumple? Sin duda sabe algo que los demás, los no iniciados, ignoran; sin duda tiene acceso a un saber inalcanzable para los demás. Ah, ojalá fuera así. La triste verdad es que el escritor probablemente sabe menos de la vida que sus personajes. Es sólo su inventor, solitario y obsesivo; ellos son innumerables; viven por él.
"Crear personajes"... es tan extraño como suena. ¿Qué significa? El sustantivo no es menos desconcertante que el verbo. ¿Qué son los personajes de ficción? ¿Es posible que algo cobre vida a través de la imaginación? Todas las marionetas que pueblan mis novelas son por fuerza aspectos míos, dado que soy la única materia prima que tengo, vale decir, soy el único ser humano que conozco desde adentro, aunque en este contexto "conocer" sea una intrincada cuestión filosófica que no trataremos de desentrañar aquí. Mis personajes de ficción son como las figuras que encuentro en sueños; son siempre producto de mi inconsciente. Adoptan las formas de otros, de seres queridos y de desconocidos, de amigos y familiares, de objetos de deseo y heraldos del terror, pero en definitiva soy yo, los fragmentos de mí que la misteriosa actividad del sueño desmonta en forma temporaria.
Quiero citar dos pasajes que me parecen relevantes para este tema. El primero es, una vez más, de Wallace Stevens. Su poema Las creencias del verano indica que él tenía una idea muy clara sobre la vocación del novelista o, para decirlo en términos menos exaltados, de aquello a lo que el novelista dedica su día:
Las máscaras del verano interpretan los personajes/ De un autor inhumano, que medita/ Con los insectos de oro, en prados azules, tarde en la noche./ El no escucha hablar a sus personajes. Los ve / Moteados, en sus trajes más tristes,/ De azul y amarillo, cielo y sol, ceñidos/ Y anudados, fajados y agrietados, a medias rojos,/ A medias verdes, atuendo apropiado para/ El máximo decoro, el estilo de la época,/ Parte del tono moteado del verano en su conjunto,/ En el que los personajes hablan porque quieren/ Hablar, los personajes rosáceos, gordos,/ Libres, por un momento, de malicia y grito súbito,/ Completos en una escena completada, representando/Sus papeles como en una felicidad juvenil.
La segunda cita es un breve pasaje hacia el final de mi novela Ghosts. El narrador analiza una pintura, una fête galante de un pintor llamado Vaublin, de notables similitudes con el gran Jean Antoine Watteau:
Lo que ocurre no tiene importancia; el momento lo es todo. Ese es el mundo dorado. El pintor reunió a su pequeño grupo y lo instaló en ese claro ventoso, en esa luz artificial, delicada, y los pintó como ángeles y payasos. Es un mundo donde nada se pierde, donde todo encuentra su explicación y, al mismo tiempo, se preserva el misterio de las cosas; un mundo donde pueden vivir, no importa qué tan efímera ni débilmente, en el atardecer declinante del yo, solos y a un tiempo juntos aquí, en este lugar, acaso moribundos y no obstante, fijos para siempre en un instante luminoso, interminable.
¿Quiénes son esos ángeles y payasos, esas máscaras del verano? ¿De dónde salen y por qué se les da existencia? Los lectores insisten en creer en la realidad de los personajes ficticios. Don Quijote, Emma Bovary o Leopold Bloom pueden resultarnos más reales que la gente real. El pacto que hace el lector con el texto de ficción es misterioso y fascinante. No importa cuánta presión ejerza el novelista sobre su credulidad y disposición a suspender el escepticismo, el contrato se mantiene: Gulliver es para nosotros un ser del todo vivo en uno de los múltiples mundos de la ficción, por improbable que resulten los seres minúsculos que lo sujetan o que lo examinen caballos elocuentes.
Cuando el escritor de ficción está en sus años de aprendizaje, la creación de personajes parece la cosa más natural. Es joven y aún lleva los restos iridiscentes de la crisálida infantil. Su pasado es una antigüedad reciente poblada por seres de fábula: Madre, Padre, Hermano, Amigo. Es un sonámbulo en la Isla de Pascua, rodeado de efigies gigantescas e idénticas y aún así, extrañamente diferentes e individuales. Escribe como si le dictaran sus ancestros.
¿Qué novelista no recuerda sus primeros años con asombro y con esa envidia pesarosa que nos despierta nuestra propia juventud? ¡Qué fácil parecía entonces hacer esas personas de papel y, una vez hechas, qué maleables eran, qué aptas a las necesidades de su creador, qué bien dispuestas a sus órdenes, qué prestas a obedecerlo! Se sentaba todo el día en su estudio, como un travieso Barón Frankenstein en su laboratorio crepuscular, armando sus monstruos en miniatura a partir de las piezas que elegía: un par de ojos azules vislumbrados en una fiesta, una mano delgada que ofrecía cambio del otro lado de un mostrador, una voz escuchada en una esquina, la pálida curva de una espalda en la blanca luz de una playa.
Como observa Nietzsche, todo hombre es un artista en sus sueños. Ningún escritor de ficción tiene una capacidad de invención más prolífica que la del más tenue soñador. Alguien simple a la luz del día se convierte en maestro de la imaginación por la noche. Paisajes persas, viajes a la luna, una manada de caballos que irrumpe en una playa al atardecer, padres muertos que vuelven sin más a la vida, hijos inexistentes que sonríen, vuelos espontáneos, mujeres de imposible sumisión, cientos de miles de rupias, un perro que baila, un avión en un living: mientras dormimos nada es imposible, nada se nos niega. ¿Cómo puede el novelista competir en la vigilia con esa profusión?
Para el novelista, el truco reside en soñar y al mismo tiempo estar despierto. La disciplina lo es todo. La producción de arte es la aplicación de leyes no especificadas a un material incoherente. Edmund Wilson habla con admiración de "la clásica ecuanimidad para manejar fuerzas diversas" de Henry James, de su "combinación, igualmente clásica, de realismo y armonía formal." Hay que recortar, moldear, conformar, pulir el sueño. La mera invención es mera invención. Cualquiera puede crear una fantasía de la nada pero sólo el artista puede consolidarla y hacerla parecer una necesidad. Hay un plano fundamental en que el trabajo del arte es la solución manifiesta a un problema técnico. Una novela no es la vida, pero puede parecer más concreta que la vida misma.
Al parecer uno de los placeres que nos produce el arte es la sensación dulce y melancólica de percibir algo que ya no está y que al mismo tiempo sigue presente, si bien como vestigio. A cada instante, el tiempo nos abandona. A cada instante, dejamos atrás algo de nuestro ser esencial, de forma invisible, impalpable, como una etérea envoltura de polvo. ¿A dónde va esa esencia que perdemos? ¿Dónde queda preservado lo que alguna vez fuimos? En el arte ingresamos a un mundo que no existe, que nunca existió, por completo imaginario, y sin embargo de algún modo es del todo real. Es un lugar al mismo tiempo extraño y familiar. No es un lugar mágico ni encantado, sino del todo mundano. Se parece al mundo conocido común y cotidiano, y sin embargo posee una rara importancia inescrutable. Parece ser el nuestro –se parece a nosotros mismos, por obra de alguna magia trasnochada–, a diferencia del mundo, que, si bien no nos tiene inquina, sigue impasible ante nuestra suerte.
El hecho es que nuestra experiencia en el mundo difiere por completo de nuestra experiencia en el arte. No recordamos nuestro nacimiento; no registraremos nuestra muerte: todo lo que tenemos es el caos y la confusión que hay entre uno y otra. Como destacó el crítico Frank Kermode, buscamos en el arte la "sensación de un final". En la vida nunca se completa ni termina nada; todo se ramifica. No importa qué innovador sea su contenido o qué transgresora su forma, la novela, el poema, la pintura, el cuarteto de cuerdas, tienen un comienzo, una parte media y un final. La obra de arte es un objeto terminado, pulido, acabado. Está en el mundo entero e inviolable. Eso es lo que nos satisface; es por eso que nos hace sentir plenos, aunque sólo sea en nuestros días más receptivos y durante un lapso, con esa sensación de paz y placidez que no encontramos en ningún otro lugar, ni siquiera, como en las viejas épocas, en la religión.
La mayor parte del tiempo el escritor de ficción se siente un niño al que se le permitió quedarse en el patio de juegos hasta mucho después de que se obligara a los otros a abandonarlo. Construye sus pequeñas figuras, les permite pavonearse y florearse un poco y luego vuelve a derribarlas. Son suyas, después de todo, y hace con ellas lo que le place. Son sus juguetes. Sin embargo, para otros están llenas de vida. Existen. Se mueven. Comunican un Hiersein –un estar aquí– rilkeano que,
es efímero, que/
nos concierne extrañamente. A nosotros, /
los más efímeros.
Traducción de Joaquín Inarbubu
© John Banville
(Revista Ñ de hoy)
Un viaje a Colorado le sirve a John Banville para especular sobre el perdurable hechizo de la lectura de novelas y el arte de escribir ficciones. Las máscaras perfiladas en la lectura, sostiene, nos parecen más intensas porque, a diferencia de lo que sucede en la vida real, nos consta su destino.
Por: John Banville
"El mundo imaginado es el bien esencial."
Wallace Stevens
Una vez visité el Gran Cañón. Mi esposa y yo recorríamos el sudoeste de los Estados Unidos en auto, y si bien ambos desaprobamos el turismo y lo consideramos una forma perniciosa de gran negocio que vulgariza lugares hermosos y corrompe a pueblos enteros, sentimos que no podíamos irnos sin ver esa gran maravilla natural. Fue así que manejamos desde Flagstaff, estacionamos el auto y caminamos hasta la zona panorámica. Aunque la estación estaba avanzada, era un día de sol despejado y pudimos ver muchos kilómetros. El Gran Cañón era... bueno, era el Gran Cañón. Luego de un momento o dos de contemplación dubitativa ante ese vasto agujero en la tierra, mi esposa se volvió hacia mí y, citando el poema Cuestiones de viaje, de Elizabeth Bishop, preguntó: "¿Deberíamos habernos quedado en casa pensando en este lugar?" Luego nos fuimos al hotel que queda cerca del borde del Cañón y pasamos el resto de la tarde en el atractivo bar del hotel. Más tarde, cuando nos alejábamos en el auto al atardecer, supe que lo que recordaría de la visita no sería el Gran Cañón sino las horas agradables que pasamos tomando un buen vino de California y hablando y ponderando muchas cosas, entre ellas el Gran Cañón.
Al día siguiente en una librería de Phoenix, en Arizona, encontré los Poemas completos de Elizabeth Bishop y busqué Cuestiones de viaje, una magnífica poesía que celebra y deplora a un tiempo la necesidad de nuestra especie de precipitarse a lugares en el extranjero, paisajes exóticos, costas extrañas y bárbaras. Hacia el fin, insiste con tacto en la misma pregunta retórica que mi esposa había hecho ante el Gran Cañón:
"¿Es la falta de imaginación la que nos lleva /
a lugares imaginados, en lugar de quedarnos en casa?"
Tuve lo que debió de ser mi primer atisbo del dorado mundo del arte cuando, siendo muy chico, leí un libro llamado El rosario de Maggie, de una autora cuyo nombre me avergüenza haber olvidado hace tiempo. Tampoco recuerdo las circunstancias de la historia. Sin embargo, sé que el libro, si cabe llamarlo así, porque era poco más que un opúsculo religioso, me conmovió de una manera extraña. Lo que me afectó no fue su moraleja –creo que Maggie se había portado mal y volvía a la buena senda tras encontrar por azar las cuentas de un rosario–, sino una escena, de poco contenido y menos importancia incluso para la "trama", que seguí recordando con notable nitidez durante más de medio siglo.
En realidad, no era una escena sino sólo un momento, podría decirse que una mera cuestión de tono. Maggie había faltado al colegio –en eso había residido su mala acción– pero al igual que todos los delincuentes, había vuelto al lugar del crimen y a media tarde rondaba los muros del convento con aire culpable y cierto grado de autocompasión. Era verano y la calle estaba desierta. El sol brillaba sobre el alto muro blanco –yo imaginé todo eso como si estuviera ahí en lugar de encontrarme sentado en una silla leyendo un libro– y la niña llegaba a escuchar a sus compañeras que cantaban un himno a la distancia. Eso es todo lo que recuerdo. No sé por qué me conmovió tanto y me conmueve cada vez que recuerdo la aparición de Maggie en el silencio de la tarde.
¿Qué pasó, entonces y qué pasa en mi interior en ese radiante fragmento de tiempo fuera del tiempo? Pensando en Maggie, sola en la luz y la quietud del verano, tengo la sensación, como pasa en los sueños, de recordar con claridad un lugar en el que nunca estuve, un lugar que es a la vez extraño y por completo familiar. No es un lugar mágico ni encantado sino del todo terrenal. Es el mundo tal como lo conozco ahora, común y cotidiano, y sin embargo, de algún modo poseedor de una importancia inescrutable. El corazón me da un vuelco, tal como le pasó al narrador de Proust, según nos dice, cuando mojó la humilde magdalena en la taza de té y todo el pasado se abrió ante sus ojos, tierno, resplandeciente, sórdido, gracioso y, a pesar de lo que sostiene su autor, irrecuperable, aunque no perdido del todo.
Los artistas en general, y los escritores en particular, tienen algo propio del sacerdote: la mezcla de soberbia y humildad, la devoción cotidiana, la disposición confesional a escuchar las flaquezas y temores de los laicos. El escritor entra a una habitación, el lugar más sagrado –el escritorio– y se queda ahí en soledad hora tras hora sumido en un extraño silencio. ¿Con qué deidades dialoga, qué ritos cumple? Sin duda sabe algo que los demás, los no iniciados, ignoran; sin duda tiene acceso a un saber inalcanzable para los demás. Ah, ojalá fuera así. La triste verdad es que el escritor probablemente sabe menos de la vida que sus personajes. Es sólo su inventor, solitario y obsesivo; ellos son innumerables; viven por él.
"Crear personajes"... es tan extraño como suena. ¿Qué significa? El sustantivo no es menos desconcertante que el verbo. ¿Qué son los personajes de ficción? ¿Es posible que algo cobre vida a través de la imaginación? Todas las marionetas que pueblan mis novelas son por fuerza aspectos míos, dado que soy la única materia prima que tengo, vale decir, soy el único ser humano que conozco desde adentro, aunque en este contexto "conocer" sea una intrincada cuestión filosófica que no trataremos de desentrañar aquí. Mis personajes de ficción son como las figuras que encuentro en sueños; son siempre producto de mi inconsciente. Adoptan las formas de otros, de seres queridos y de desconocidos, de amigos y familiares, de objetos de deseo y heraldos del terror, pero en definitiva soy yo, los fragmentos de mí que la misteriosa actividad del sueño desmonta en forma temporaria.
Quiero citar dos pasajes que me parecen relevantes para este tema. El primero es, una vez más, de Wallace Stevens. Su poema Las creencias del verano indica que él tenía una idea muy clara sobre la vocación del novelista o, para decirlo en términos menos exaltados, de aquello a lo que el novelista dedica su día:
Las máscaras del verano interpretan los personajes/ De un autor inhumano, que medita/ Con los insectos de oro, en prados azules, tarde en la noche./ El no escucha hablar a sus personajes. Los ve / Moteados, en sus trajes más tristes,/ De azul y amarillo, cielo y sol, ceñidos/ Y anudados, fajados y agrietados, a medias rojos,/ A medias verdes, atuendo apropiado para/ El máximo decoro, el estilo de la época,/ Parte del tono moteado del verano en su conjunto,/ En el que los personajes hablan porque quieren/ Hablar, los personajes rosáceos, gordos,/ Libres, por un momento, de malicia y grito súbito,/ Completos en una escena completada, representando/Sus papeles como en una felicidad juvenil.
La segunda cita es un breve pasaje hacia el final de mi novela Ghosts. El narrador analiza una pintura, una fête galante de un pintor llamado Vaublin, de notables similitudes con el gran Jean Antoine Watteau:
Lo que ocurre no tiene importancia; el momento lo es todo. Ese es el mundo dorado. El pintor reunió a su pequeño grupo y lo instaló en ese claro ventoso, en esa luz artificial, delicada, y los pintó como ángeles y payasos. Es un mundo donde nada se pierde, donde todo encuentra su explicación y, al mismo tiempo, se preserva el misterio de las cosas; un mundo donde pueden vivir, no importa qué tan efímera ni débilmente, en el atardecer declinante del yo, solos y a un tiempo juntos aquí, en este lugar, acaso moribundos y no obstante, fijos para siempre en un instante luminoso, interminable.
¿Quiénes son esos ángeles y payasos, esas máscaras del verano? ¿De dónde salen y por qué se les da existencia? Los lectores insisten en creer en la realidad de los personajes ficticios. Don Quijote, Emma Bovary o Leopold Bloom pueden resultarnos más reales que la gente real. El pacto que hace el lector con el texto de ficción es misterioso y fascinante. No importa cuánta presión ejerza el novelista sobre su credulidad y disposición a suspender el escepticismo, el contrato se mantiene: Gulliver es para nosotros un ser del todo vivo en uno de los múltiples mundos de la ficción, por improbable que resulten los seres minúsculos que lo sujetan o que lo examinen caballos elocuentes.
Cuando el escritor de ficción está en sus años de aprendizaje, la creación de personajes parece la cosa más natural. Es joven y aún lleva los restos iridiscentes de la crisálida infantil. Su pasado es una antigüedad reciente poblada por seres de fábula: Madre, Padre, Hermano, Amigo. Es un sonámbulo en la Isla de Pascua, rodeado de efigies gigantescas e idénticas y aún así, extrañamente diferentes e individuales. Escribe como si le dictaran sus ancestros.
¿Qué novelista no recuerda sus primeros años con asombro y con esa envidia pesarosa que nos despierta nuestra propia juventud? ¡Qué fácil parecía entonces hacer esas personas de papel y, una vez hechas, qué maleables eran, qué aptas a las necesidades de su creador, qué bien dispuestas a sus órdenes, qué prestas a obedecerlo! Se sentaba todo el día en su estudio, como un travieso Barón Frankenstein en su laboratorio crepuscular, armando sus monstruos en miniatura a partir de las piezas que elegía: un par de ojos azules vislumbrados en una fiesta, una mano delgada que ofrecía cambio del otro lado de un mostrador, una voz escuchada en una esquina, la pálida curva de una espalda en la blanca luz de una playa.
Como observa Nietzsche, todo hombre es un artista en sus sueños. Ningún escritor de ficción tiene una capacidad de invención más prolífica que la del más tenue soñador. Alguien simple a la luz del día se convierte en maestro de la imaginación por la noche. Paisajes persas, viajes a la luna, una manada de caballos que irrumpe en una playa al atardecer, padres muertos que vuelven sin más a la vida, hijos inexistentes que sonríen, vuelos espontáneos, mujeres de imposible sumisión, cientos de miles de rupias, un perro que baila, un avión en un living: mientras dormimos nada es imposible, nada se nos niega. ¿Cómo puede el novelista competir en la vigilia con esa profusión?
Para el novelista, el truco reside en soñar y al mismo tiempo estar despierto. La disciplina lo es todo. La producción de arte es la aplicación de leyes no especificadas a un material incoherente. Edmund Wilson habla con admiración de "la clásica ecuanimidad para manejar fuerzas diversas" de Henry James, de su "combinación, igualmente clásica, de realismo y armonía formal." Hay que recortar, moldear, conformar, pulir el sueño. La mera invención es mera invención. Cualquiera puede crear una fantasía de la nada pero sólo el artista puede consolidarla y hacerla parecer una necesidad. Hay un plano fundamental en que el trabajo del arte es la solución manifiesta a un problema técnico. Una novela no es la vida, pero puede parecer más concreta que la vida misma.
Al parecer uno de los placeres que nos produce el arte es la sensación dulce y melancólica de percibir algo que ya no está y que al mismo tiempo sigue presente, si bien como vestigio. A cada instante, el tiempo nos abandona. A cada instante, dejamos atrás algo de nuestro ser esencial, de forma invisible, impalpable, como una etérea envoltura de polvo. ¿A dónde va esa esencia que perdemos? ¿Dónde queda preservado lo que alguna vez fuimos? En el arte ingresamos a un mundo que no existe, que nunca existió, por completo imaginario, y sin embargo de algún modo es del todo real. Es un lugar al mismo tiempo extraño y familiar. No es un lugar mágico ni encantado, sino del todo mundano. Se parece al mundo conocido común y cotidiano, y sin embargo posee una rara importancia inescrutable. Parece ser el nuestro –se parece a nosotros mismos, por obra de alguna magia trasnochada–, a diferencia del mundo, que, si bien no nos tiene inquina, sigue impasible ante nuestra suerte.
El hecho es que nuestra experiencia en el mundo difiere por completo de nuestra experiencia en el arte. No recordamos nuestro nacimiento; no registraremos nuestra muerte: todo lo que tenemos es el caos y la confusión que hay entre uno y otra. Como destacó el crítico Frank Kermode, buscamos en el arte la "sensación de un final". En la vida nunca se completa ni termina nada; todo se ramifica. No importa qué innovador sea su contenido o qué transgresora su forma, la novela, el poema, la pintura, el cuarteto de cuerdas, tienen un comienzo, una parte media y un final. La obra de arte es un objeto terminado, pulido, acabado. Está en el mundo entero e inviolable. Eso es lo que nos satisface; es por eso que nos hace sentir plenos, aunque sólo sea en nuestros días más receptivos y durante un lapso, con esa sensación de paz y placidez que no encontramos en ningún otro lugar, ni siquiera, como en las viejas épocas, en la religión.
La mayor parte del tiempo el escritor de ficción se siente un niño al que se le permitió quedarse en el patio de juegos hasta mucho después de que se obligara a los otros a abandonarlo. Construye sus pequeñas figuras, les permite pavonearse y florearse un poco y luego vuelve a derribarlas. Son suyas, después de todo, y hace con ellas lo que le place. Son sus juguetes. Sin embargo, para otros están llenas de vida. Existen. Se mueven. Comunican un Hiersein –un estar aquí– rilkeano que,
es efímero, que/
nos concierne extrañamente. A nosotros, /
los más efímeros.
Traducción de Joaquín Inarbubu
© John Banville
jueves, 15 de enero de 2009
"Cada cual tiene un trip en el bocho..."
Desde el Sitio de Ciencia Ficción
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UNOS CARDAN LA LANA...
por José Carlos Canalda Cámara
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...y otros se llevan la fama. Como es sabido, el término coloquial friki —no se molesten en buscarlo en el Diccionario de la RAE, porque no viene, aunque sí en la Wikipedia— proviene del inglés freak, que literalmente significa extraño, extravagante o estrafalario. Sin embargo, una acepción más ajustada en español sería más bien la de zumbado o pasado de rosca, entendiendo como tal a todo aquel que lleva su afición hasta unos extremos tan obsesivos que acaba condicionándole sus pautas de comportamiento hasta convertirlo en un fanático.
Pese a que este concepto podría abarcar —y de hecho abarca— a cualquier campo social, se da la circunstancia de que en la práctica se suele aplicar casi siempre a un ámbito relativamente reducido que vendría a coincidir, grosso modo, con lo que podríamos denominar en un sentido amplio el mundo del fantástico. Así, cuando nos dicen que Fulano es un friki, automáticamente tendemos a pensar en un fanático de la ciencia-ficción —preferiblemente de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS o de Star Trek —, de la magia —léase EL SEÑOR DE LOS ANILLOS o Harry Potter —, de los cómics de superhéroes —curiosamente no conozco frikis de los muy hispanos Capitán Trueno o Mortadelo y Filemón —, de los mangas japoneses, de los juegos de rol.
Como se ve, todos entran en el mismo saco, o al menos en sacos muy similares. Sin embargo, y pese a que es cierto que a esta gente le gusta dar la nota disfrazándose de Darth Vader, de vulcanianos o de elfos, me sorprende mucho que otros colectivos, con pautas de comportamiento no menos estrambóticas desde mi punto de vista, sean considerados como normales, pese a que poco o nada tienen que envidiarlos.
Así, por poner un ejemplo reciente, no he tenido por menos que pasmarme por el fenómeno Chiki Chiki, no ya por la payasada en sí —al fin y al cabo cuesta trabajo creer que el caduco festival de Eurovisión se merezca otra cosa— sino por el próspero negocio en que se ha convertido para sus promotores, gracias al considerable número de frikis que se han apresurado a dejarse los cuartos comprando toda la parafernalia asociada al mismo... sin olvidarnos tampoco de los otros frikis que, desde la orilla opuesta, resucitarían si pudieran a la Inquisición con tal de dar su merecido a tamaños herejes.
Y no es lo peor. Para frikis con mayúsculas los forofos deportivos, los hinchas, en especial los del fútbol aunque los otros deportes tampoco estén libres de ellos. Vaya por delante que la afición al fútbol o a cualquier otro deporte, independientemente de que no la comparta, me parece respetable por completo... siempre y cuando no se pase de rosca. El problema es que suelen pasarse, de modo que sectores cuantitativamente importantes de estos aficionados acostumbran a rebasar los límites no ya de lo que podríamos denominar sensatez, sino incluso del inalienable respeto a los demás. A mí me parece aberrante que el fervor no ya a un deporte o a un espectáculo, sino a los colores de un club concreto, prive a estas personas de la cordura suficiente como para hacerles caer en el ridículo, pero la realidad está ahí y es tozuda.
Por supuesto que esto no afecta a la totalidad de los aficionados sino tan sólo a una parte de ellos, tal como ocurre en cualquier otro ámbito, pero en el caso concreto del fútbol es donde se observan los comportamientos de este tipo más aberrantes, con gente que parece basar su felicidad —o su infelicidad— en factores tan peregrinos como los resultados de su equipo, sin que otras circunstancias tales como su relación familiar, su trabajo, su salud o la maldita hipoteca parezcan afectarles en similar magnitud... gente que, cuando la veo gritar enfervorizada y ataviada con sus disfraces, sus pinturas de guerra y toda la parafernalia ritual, no me inspiran sino vergüenza ajena, a la par que indignación cuando las hordas desatadas asaltan impunemente la fuente de la Cibeles, o a sus equivalentes en otras ciudades, cada ver que los campeones de su tribu consiguen derrotar a los contrarios.
Y sin embargo casi todo el mundo lo ve tan normal, mientras los perspicaces gerentes de los equipos de fútbol han encontrado un auténtico filón a base de exprimirlos como limones con toda suerte de baratijas bendecidas por el agua milagrosa del escudo o los colores del club; eso sin olvidar que en ocasiones, por fortuna infrecuentes pero no por ello menos reales, todo este frikismo futbolero puede acabar adquiriendo tintes dramáticos e incluso trágicos, como ocurrió el 29 de mayo de 1985 en el estadio Heysel de Bruselas, donde una avalancha humana provocada por los hinchas del Liverpool, durante la final de la Copa de Europa entre este equipo británico y la Juventus italiana se saldó con 39 muertos (la inmensa mayoría italianos) y 600 heridos.
Sin llegar por fortuna a esos extremos en España tampoco estamos inmunes al problema, como lo demuestran los al menos 8 fallecidos, entre víctimas de imprudencias y asesinados, en los campos de fútbol de nuestro país en los últimos veintitantos años, ello sin considerar la violencia menor, mucho más frecuente, saldada con apaleos, apedreamientos de vehículos, amenazas y similares.
El fútbol cuenta en su haber incluso con una guerra, la denominada precisamente Guerra del Fútbol, que estalló en julio de 1969 entre las repúblicas centroamericanas de Honduras y El Salvador a raíz de una eliminatoria disputada entre ambas selecciones, durante la fase clasificatoria para el campeonato mundial de fútbol de 1970, en junio de 1969. Cierto es que los motivos reales que provocaron el conflicto armado fueron ajenos al fútbol, ya que la tensión entre estos dos países vecinos había ido incrementándose desde tiempo atrás por cuestiones políticas y económicas, pero no menos cierto es también que la citada eliminatoria actuó de espoleta para el mismo exacerbando los respectivos nacionalismos al tiempo que los responsables políticos y los medios de comunicación de ambos países empujaban irresponsablemente a sus conciudadanos hacia la catástrofe. La guerra, que duró tan sólo 6 días y provocó unos 4.000 muertos, no sólo no solucionó ningún problema, sino que los acrecentó en los dos países, que entraron en una espiral de violencia de la que no pudieron salir en muchos años.
Aunque probablemente sea éste el caso más llamativo de frikismo asumido por la sociedad, dista mucho de ser el único. Las carreras de motos arrastran también su peculiar circo, y es habitual que cada carrera celebrada en los diferentes circuitos de nuestro país se salde con varias muertes por accidente de los aficionados, parte de los cuales no se puede decir que acostumbren a ser demasiado respetuosos con las normas de tráfico. Y si del deporte pasamos al campo musical, nos encontraremos desde el caso patético de las fans adolescentes —como si no tuvieran cosas mejores que hacer— hasta la histeria colectiva, que tiene mucho de ritual seudorreligioso, que arrastran los recitales multitudinarios de ciertos tipos de música, como por ejemplo los festivales de rock.
Si miramos hacia el pasado descubrimos que no se trata en modo alguno de un fenómeno nuevo, ya que sus equivalentes históricos nos aparecen por doquier, desde las luchas de gladiadores romanos hasta las carreras de cuadrigas de los hipódromos bizantinos, algunas de cuyas disputas se acabaron saldando en disturbios que llegaron a llevarse por delante incluso a los mismísimos emperadores. Más cercanas en el tiempo y en el espacio, sin salir de España y remontándonos tan sólo a un par de siglos escasos, tenemos las broncas entre los aficionados a diferentes toreros o bien a diferentes tonadilleras, muy vivas en el pasado hasta el punto de quedar reflejadas al menos en dos zarzuelas... claro está que entonces todavía no existía el fútbol.
Y sin embargo, insisto en ello, la gente ve mucho más normal que alguien se disfrace con el uniforme de un equipo de fútbol y se vaya a berrear como un poseso a un estadio, a que otro prefiera hacerlo de elfo o de Supermán y se reúna tranquilamente y sin meterse con nadie con otros que comparten su misma compulsión. Todavía peor, bastó con que un descerebrado adicto a los juegos de rol asesinara a una persona, para que en los medios de comunicación aflorara una campaña de prensa intentando identificar a los adictos a su práctica con psicópatas en potencia.
Me contaba Francisco José Suñer, hace algún tiempo, una anécdota referida a la fiesta de celebración del décimo aniversario del Sitio de Ciencia-ficción. Contactado por unos periodistas interesados en cubrir la noticia, éstos le preguntaron si iba a ir gente disfrazada; al responder que no, que pese a ser aficionados a la ciencia-ficción éramos personas bastante normales y comedidas, perdieron todo interés por el evento y, por supuesto, no aparecieron.
Así, pues, concluyo con esta pregunta final: ¿De todos ellos, quiénes son, objetivamente, los más raritos?
© José Carlos Canalda Cámara, 1 de junio de 2008
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UNOS CARDAN LA LANA...
por José Carlos Canalda Cámara
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...y otros se llevan la fama. Como es sabido, el término coloquial friki —no se molesten en buscarlo en el Diccionario de la RAE, porque no viene, aunque sí en la Wikipedia— proviene del inglés freak, que literalmente significa extraño, extravagante o estrafalario. Sin embargo, una acepción más ajustada en español sería más bien la de zumbado o pasado de rosca, entendiendo como tal a todo aquel que lleva su afición hasta unos extremos tan obsesivos que acaba condicionándole sus pautas de comportamiento hasta convertirlo en un fanático.
Pese a que este concepto podría abarcar —y de hecho abarca— a cualquier campo social, se da la circunstancia de que en la práctica se suele aplicar casi siempre a un ámbito relativamente reducido que vendría a coincidir, grosso modo, con lo que podríamos denominar en un sentido amplio el mundo del fantástico. Así, cuando nos dicen que Fulano es un friki, automáticamente tendemos a pensar en un fanático de la ciencia-ficción —preferiblemente de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS o de Star Trek —, de la magia —léase EL SEÑOR DE LOS ANILLOS o Harry Potter —, de los cómics de superhéroes —curiosamente no conozco frikis de los muy hispanos Capitán Trueno o Mortadelo y Filemón —, de los mangas japoneses, de los juegos de rol.
Como se ve, todos entran en el mismo saco, o al menos en sacos muy similares. Sin embargo, y pese a que es cierto que a esta gente le gusta dar la nota disfrazándose de Darth Vader, de vulcanianos o de elfos, me sorprende mucho que otros colectivos, con pautas de comportamiento no menos estrambóticas desde mi punto de vista, sean considerados como normales, pese a que poco o nada tienen que envidiarlos.
Así, por poner un ejemplo reciente, no he tenido por menos que pasmarme por el fenómeno Chiki Chiki, no ya por la payasada en sí —al fin y al cabo cuesta trabajo creer que el caduco festival de Eurovisión se merezca otra cosa— sino por el próspero negocio en que se ha convertido para sus promotores, gracias al considerable número de frikis que se han apresurado a dejarse los cuartos comprando toda la parafernalia asociada al mismo... sin olvidarnos tampoco de los otros frikis que, desde la orilla opuesta, resucitarían si pudieran a la Inquisición con tal de dar su merecido a tamaños herejes.
Y no es lo peor. Para frikis con mayúsculas los forofos deportivos, los hinchas, en especial los del fútbol aunque los otros deportes tampoco estén libres de ellos. Vaya por delante que la afición al fútbol o a cualquier otro deporte, independientemente de que no la comparta, me parece respetable por completo... siempre y cuando no se pase de rosca. El problema es que suelen pasarse, de modo que sectores cuantitativamente importantes de estos aficionados acostumbran a rebasar los límites no ya de lo que podríamos denominar sensatez, sino incluso del inalienable respeto a los demás. A mí me parece aberrante que el fervor no ya a un deporte o a un espectáculo, sino a los colores de un club concreto, prive a estas personas de la cordura suficiente como para hacerles caer en el ridículo, pero la realidad está ahí y es tozuda.
Por supuesto que esto no afecta a la totalidad de los aficionados sino tan sólo a una parte de ellos, tal como ocurre en cualquier otro ámbito, pero en el caso concreto del fútbol es donde se observan los comportamientos de este tipo más aberrantes, con gente que parece basar su felicidad —o su infelicidad— en factores tan peregrinos como los resultados de su equipo, sin que otras circunstancias tales como su relación familiar, su trabajo, su salud o la maldita hipoteca parezcan afectarles en similar magnitud... gente que, cuando la veo gritar enfervorizada y ataviada con sus disfraces, sus pinturas de guerra y toda la parafernalia ritual, no me inspiran sino vergüenza ajena, a la par que indignación cuando las hordas desatadas asaltan impunemente la fuente de la Cibeles, o a sus equivalentes en otras ciudades, cada ver que los campeones de su tribu consiguen derrotar a los contrarios.
Y sin embargo casi todo el mundo lo ve tan normal, mientras los perspicaces gerentes de los equipos de fútbol han encontrado un auténtico filón a base de exprimirlos como limones con toda suerte de baratijas bendecidas por el agua milagrosa del escudo o los colores del club; eso sin olvidar que en ocasiones, por fortuna infrecuentes pero no por ello menos reales, todo este frikismo futbolero puede acabar adquiriendo tintes dramáticos e incluso trágicos, como ocurrió el 29 de mayo de 1985 en el estadio Heysel de Bruselas, donde una avalancha humana provocada por los hinchas del Liverpool, durante la final de la Copa de Europa entre este equipo británico y la Juventus italiana se saldó con 39 muertos (la inmensa mayoría italianos) y 600 heridos.
Sin llegar por fortuna a esos extremos en España tampoco estamos inmunes al problema, como lo demuestran los al menos 8 fallecidos, entre víctimas de imprudencias y asesinados, en los campos de fútbol de nuestro país en los últimos veintitantos años, ello sin considerar la violencia menor, mucho más frecuente, saldada con apaleos, apedreamientos de vehículos, amenazas y similares.
El fútbol cuenta en su haber incluso con una guerra, la denominada precisamente Guerra del Fútbol, que estalló en julio de 1969 entre las repúblicas centroamericanas de Honduras y El Salvador a raíz de una eliminatoria disputada entre ambas selecciones, durante la fase clasificatoria para el campeonato mundial de fútbol de 1970, en junio de 1969. Cierto es que los motivos reales que provocaron el conflicto armado fueron ajenos al fútbol, ya que la tensión entre estos dos países vecinos había ido incrementándose desde tiempo atrás por cuestiones políticas y económicas, pero no menos cierto es también que la citada eliminatoria actuó de espoleta para el mismo exacerbando los respectivos nacionalismos al tiempo que los responsables políticos y los medios de comunicación de ambos países empujaban irresponsablemente a sus conciudadanos hacia la catástrofe. La guerra, que duró tan sólo 6 días y provocó unos 4.000 muertos, no sólo no solucionó ningún problema, sino que los acrecentó en los dos países, que entraron en una espiral de violencia de la que no pudieron salir en muchos años.
Aunque probablemente sea éste el caso más llamativo de frikismo asumido por la sociedad, dista mucho de ser el único. Las carreras de motos arrastran también su peculiar circo, y es habitual que cada carrera celebrada en los diferentes circuitos de nuestro país se salde con varias muertes por accidente de los aficionados, parte de los cuales no se puede decir que acostumbren a ser demasiado respetuosos con las normas de tráfico. Y si del deporte pasamos al campo musical, nos encontraremos desde el caso patético de las fans adolescentes —como si no tuvieran cosas mejores que hacer— hasta la histeria colectiva, que tiene mucho de ritual seudorreligioso, que arrastran los recitales multitudinarios de ciertos tipos de música, como por ejemplo los festivales de rock.
Si miramos hacia el pasado descubrimos que no se trata en modo alguno de un fenómeno nuevo, ya que sus equivalentes históricos nos aparecen por doquier, desde las luchas de gladiadores romanos hasta las carreras de cuadrigas de los hipódromos bizantinos, algunas de cuyas disputas se acabaron saldando en disturbios que llegaron a llevarse por delante incluso a los mismísimos emperadores. Más cercanas en el tiempo y en el espacio, sin salir de España y remontándonos tan sólo a un par de siglos escasos, tenemos las broncas entre los aficionados a diferentes toreros o bien a diferentes tonadilleras, muy vivas en el pasado hasta el punto de quedar reflejadas al menos en dos zarzuelas... claro está que entonces todavía no existía el fútbol.
Y sin embargo, insisto en ello, la gente ve mucho más normal que alguien se disfrace con el uniforme de un equipo de fútbol y se vaya a berrear como un poseso a un estadio, a que otro prefiera hacerlo de elfo o de Supermán y se reúna tranquilamente y sin meterse con nadie con otros que comparten su misma compulsión. Todavía peor, bastó con que un descerebrado adicto a los juegos de rol asesinara a una persona, para que en los medios de comunicación aflorara una campaña de prensa intentando identificar a los adictos a su práctica con psicópatas en potencia.
Me contaba Francisco José Suñer, hace algún tiempo, una anécdota referida a la fiesta de celebración del décimo aniversario del Sitio de Ciencia-ficción. Contactado por unos periodistas interesados en cubrir la noticia, éstos le preguntaron si iba a ir gente disfrazada; al responder que no, que pese a ser aficionados a la ciencia-ficción éramos personas bastante normales y comedidas, perdieron todo interés por el evento y, por supuesto, no aparecieron.
Así, pues, concluyo con esta pregunta final: ¿De todos ellos, quiénes son, objetivamente, los más raritos?
© José Carlos Canalda Cámara, 1 de junio de 2008
miércoles, 14 de enero de 2009
Isadora: la inteligencia más alta en el cuerpo más libre
"Ella dará cuenta de la misión del cuerpo de la mujer y la santidad de todas sus partes. Danzará la vida cambiante de la naturaleza, mostrando cómo cada parte se transforma en otra. De todas las partes de su cuerpo irradiará la inteligencia, trayendo al mundo el mensaje de los pensamientos y aspiraciones de miles de mujeres. Ella bailará la libertad de la mujer."
La danza del futuro, por Isadora Duncan
(Fragmento publicado hoy en Verano 12, de Página 12)
Si indagamos en el verdadero origen de la danza, si vamos a la naturaleza, encontraremos que la danza del futuro es la danza del pasado, la danza de la eternidad, y ha sido y siempre será la misma.
El movimiento de las olas, de los vientos, de la tierra está siempre en la misma duradera armonía. No se nos ocurre plantarnos en la playa y preguntarle al océano cuál era su movimiento en el pasado y cuál será su movimiento en el futuro. Nos damos cuenta de que el movimiento propio de su naturaleza es eterno a su esencia. El movimiento de los animales y pájaros libres está siempre en correspondencia con su naturaleza, con las necesidades y deseos de esa naturaleza y su correspondencia con la naturaleza terrestre. Sólo cuando se pone a animales libres bajo restricciones falsas es cuando pierden el poder de moverse en armonía con la naturaleza y adoptan un movimiento expresivo de las restricciones que se les han impuesto.
Así ha ocurrido con el hombre civilizado. Los movimientos del salvaje, que vivía en libertad, en contacto constante con la naturaleza, eran incondicionados, naturales y hermosos. Sólo los movimientos del cuerpo desnudo pueden ser perfectamente naturales. El Hombre, llegado al fin de la civilización, tendrá que volver a la desnudez, no a la desnudez inconsciente del salvaje, sino a la desnudez consciente y reconocida del Hombre maduro, cuyo cuerpo será una expresión armónica de su ser espiritual.
Y los movimientos de este hombre serán naturales y hermosos como aquellos de los animales libres.
El movimiento del universo concentrado en un individuo se convierte en lo que se ha llamado la voluntad.
La danza debería ser, por tanto, simplemente la gravedad natural de esta voluntad del individuo, que al final no es ni más ni menos que la traducción humana de la gravedad del universo.
La escuela de ballet actual, que lucha vanamente en contra de las leyes naturales de la gravedad o de la voluntad natural del individuo, y que trabaja en desacuerdo en su forma y movimiento con la forma y movimiento de la naturaleza, produce un movimiento estéril que no engendra ningún movimiento futuro, sino que muere en cuanto es hecho.
(...)
¡El ballet se condena a sí mismo al forzar la deformación de la belleza del cuerpo femenino! ¡Ninguna razón histórica ni coreográfica puede prevalecer sobre esto!
Es la misión de todo arte expresar los ideales más altos y más bellos del hombre. ¿Qué ideal expresa el ballet?
No. La danza fue en un tiempo la más noble de todas las artes, y lo será de nuevo. Desde el gran foso en que ha caído, se levantará. La bailarina del futuro alcanzará una altura tan elevada que todas las demás artes necesitarán ayuda para llegar allí.
Expresar lo que es más moral, saludable y bello en el arte: esta es la misión de la bailarina, y a esto dedico mi vida.
(...)
Por lo cual, bailando desnuda sobre la tierra, caigo naturalmente en posiciones griegas, porque las posiciones griegas no son más que posiciones terrestres.
Lo más noble en el arte es el desnudo. Esta verdad es reconocida en todas partes, y seguida por pintores, escultores y poetas; sólo la bailarina la ha olvidado, precisamente quien más debería recordarla, ya que el instrumento de su arte es el cuerpo humano mismo.
(...)
La bailarina del futuro será aquella cuyo cuerpo y alma hayan crecido juntos tan armónicamente que el lenguaje natural de esa alma se convierta en el movimiento del cuerpo. La bailarina no pertenecerá a una nación sino a toda la humanidad. No bailará al modo de una ninfa, como un hada, ni como una coquette, sino como una mujer en su expresión más alta y pura. Ella dará cuenta de la misión del cuerpo de la mujer y la santidad de todas sus partes. Danzará la vida cambiante de la naturaleza, mostrando cómo cada parte se transforma en otra. De todas las partes de su cuerpo irradiará la inteligencia, trayendo al mundo el mensaje de los pensamientos y aspiraciones de miles de mujeres. Ella bailará la libertad de la mujer.
Esta es la misión de la bailarina del futuro. Quizá puede ser mi misión guiarla en sus primeros pasos, observar el progreso de sus movimientos día tras día, hasta que superando mi pobre enseñanza, sus movimientos lleguen a ser divinos y reflejen en sí las olas, los vientos, los movimientos de las cosas en crecimiento, el vuelo de los pájaros, el paso de las nubes, y finalmente el pensamiento del hombre en su relación con el universo.
¡Oh, está llegando, la bailarina del futuro: el espíritu libre que habitará el cuerpo de la nueva mujer, más gloriosa que cualquier otra mujer haya sido, más bella que la egipcia, que la griega, que la temprana italiana, que todas las mujeres de los siglos pasados: la inteligencia más alta en el cuerpo más libre!
Este fragmento pertenece a El arte de la danza y otros escritos, de Isadora Duncan.
Editorial Akal.
Si indagamos en el verdadero origen de la danza, si vamos a la naturaleza, encontraremos que la danza del futuro es la danza del pasado, la danza de la eternidad, y ha sido y siempre será la misma.
El movimiento de las olas, de los vientos, de la tierra está siempre en la misma duradera armonía. No se nos ocurre plantarnos en la playa y preguntarle al océano cuál era su movimiento en el pasado y cuál será su movimiento en el futuro. Nos damos cuenta de que el movimiento propio de su naturaleza es eterno a su esencia. El movimiento de los animales y pájaros libres está siempre en correspondencia con su naturaleza, con las necesidades y deseos de esa naturaleza y su correspondencia con la naturaleza terrestre. Sólo cuando se pone a animales libres bajo restricciones falsas es cuando pierden el poder de moverse en armonía con la naturaleza y adoptan un movimiento expresivo de las restricciones que se les han impuesto.
Así ha ocurrido con el hombre civilizado. Los movimientos del salvaje, que vivía en libertad, en contacto constante con la naturaleza, eran incondicionados, naturales y hermosos. Sólo los movimientos del cuerpo desnudo pueden ser perfectamente naturales. El Hombre, llegado al fin de la civilización, tendrá que volver a la desnudez, no a la desnudez inconsciente del salvaje, sino a la desnudez consciente y reconocida del Hombre maduro, cuyo cuerpo será una expresión armónica de su ser espiritual.
Y los movimientos de este hombre serán naturales y hermosos como aquellos de los animales libres.
El movimiento del universo concentrado en un individuo se convierte en lo que se ha llamado la voluntad.
La danza debería ser, por tanto, simplemente la gravedad natural de esta voluntad del individuo, que al final no es ni más ni menos que la traducción humana de la gravedad del universo.
La escuela de ballet actual, que lucha vanamente en contra de las leyes naturales de la gravedad o de la voluntad natural del individuo, y que trabaja en desacuerdo en su forma y movimiento con la forma y movimiento de la naturaleza, produce un movimiento estéril que no engendra ningún movimiento futuro, sino que muere en cuanto es hecho.
(...)
¡El ballet se condena a sí mismo al forzar la deformación de la belleza del cuerpo femenino! ¡Ninguna razón histórica ni coreográfica puede prevalecer sobre esto!
Es la misión de todo arte expresar los ideales más altos y más bellos del hombre. ¿Qué ideal expresa el ballet?
No. La danza fue en un tiempo la más noble de todas las artes, y lo será de nuevo. Desde el gran foso en que ha caído, se levantará. La bailarina del futuro alcanzará una altura tan elevada que todas las demás artes necesitarán ayuda para llegar allí.
Expresar lo que es más moral, saludable y bello en el arte: esta es la misión de la bailarina, y a esto dedico mi vida.
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Por lo cual, bailando desnuda sobre la tierra, caigo naturalmente en posiciones griegas, porque las posiciones griegas no son más que posiciones terrestres.
Lo más noble en el arte es el desnudo. Esta verdad es reconocida en todas partes, y seguida por pintores, escultores y poetas; sólo la bailarina la ha olvidado, precisamente quien más debería recordarla, ya que el instrumento de su arte es el cuerpo humano mismo.
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La bailarina del futuro será aquella cuyo cuerpo y alma hayan crecido juntos tan armónicamente que el lenguaje natural de esa alma se convierta en el movimiento del cuerpo. La bailarina no pertenecerá a una nación sino a toda la humanidad. No bailará al modo de una ninfa, como un hada, ni como una coquette, sino como una mujer en su expresión más alta y pura. Ella dará cuenta de la misión del cuerpo de la mujer y la santidad de todas sus partes. Danzará la vida cambiante de la naturaleza, mostrando cómo cada parte se transforma en otra. De todas las partes de su cuerpo irradiará la inteligencia, trayendo al mundo el mensaje de los pensamientos y aspiraciones de miles de mujeres. Ella bailará la libertad de la mujer.
Esta es la misión de la bailarina del futuro. Quizá puede ser mi misión guiarla en sus primeros pasos, observar el progreso de sus movimientos día tras día, hasta que superando mi pobre enseñanza, sus movimientos lleguen a ser divinos y reflejen en sí las olas, los vientos, los movimientos de las cosas en crecimiento, el vuelo de los pájaros, el paso de las nubes, y finalmente el pensamiento del hombre en su relación con el universo.
¡Oh, está llegando, la bailarina del futuro: el espíritu libre que habitará el cuerpo de la nueva mujer, más gloriosa que cualquier otra mujer haya sido, más bella que la egipcia, que la griega, que la temprana italiana, que todas las mujeres de los siglos pasados: la inteligencia más alta en el cuerpo más libre!
Este fragmento pertenece a El arte de la danza y otros escritos, de Isadora Duncan.
Editorial Akal.
El diablo se viste a la moda
Me gustó en aquellos momentos en que no cae en la polarización fea-linda, buen trabajo-buena familia, amigos-progreso, elegancia-bondad, proyectos idealistas-venta del alma al diablo.
Pero cae, en muchos momentos cae en esas elecciones tan opuestas... ¿Por qué elegir tan extremadamente? ¿Por qué no sumar? Y el final creo que suma, que cierra bien, sin extremismos, sin dicotomías falsas.
Bien, bien.
Pero cae, en muchos momentos cae en esas elecciones tan opuestas... ¿Por qué elegir tan extremadamente? ¿Por qué no sumar? Y el final creo que suma, que cierra bien, sin extremismos, sin dicotomías falsas.
Bien, bien.
El super agente 86
Está buena pero me aburrió. Me aburren, en general, las de espías y esta es una clásica de espías y los chistes y referencias a la serie no alcanzaron a hacérmela original.
Lo que más me gustó fue escuchar la voz de Max (la vi en castellano a pesar de los amigos que intentan convencerme de que los defectos del subtitulado siempre son menores que los del doblaje).
Lo que más me gustó fue escuchar la voz de Max (la vi en castellano a pesar de los amigos que intentan convencerme de que los defectos del subtitulado siempre son menores que los del doblaje).
Lifting de clara de huevo y limón
RECETA para estar divinas ante citas inesperadas (del libro de Laura Schwartz que les comenté ayer)
Mezcle dos claras de huevo con tres gotitas de jugo de limón.
Muy rápido (porque se endurecen), pásese este menjunje por cara y cuello y recuéstese durante veinte minutos (no se asuste porque la cara queda dur´risima).
Luego retire con agua tibia y ¡ya! A salir con unos años menos. ¡La albúmina hace maravillas en estas ocasiones!
Mezcle dos claras de huevo con tres gotitas de jugo de limón.
Muy rápido (porque se endurecen), pásese este menjunje por cara y cuello y recuéstese durante veinte minutos (no se asuste porque la cara queda dur´risima).
Luego retire con agua tibia y ¡ya! A salir con unos años menos. ¡La albúmina hace maravillas en estas ocasiones!