Ayer me moría por hablar por teléfono con mi má. Es una pena que no pueda hacerse eso cuando alguien lleva un año muerta. Pero la necesidad de este lado sigue intacta. Llamarla y decirle que me dolía la cabeza, que había laburado como una burra todo el día atendiendo pendejos propios y ajenos y que ya no daba más. Sólo quejarme en la oreja de mi mamá.
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