viernes, 21 de marzo de 2008
Mi mamá
Hoy mi vieja cumpliría 64 años, pero se murió en noviembre. Igual hacía ya unos años que no decía la edad, que se había quedado en los 59. Mis hermanos, hermanas y yo igual le regalábamos cosas e íbamos a su casa a que sople las velitas. Hoy no hay torta y en vez de llevar cosas a su casa, fui y me traje libros suyos que ahora son míos y mi colección de novelas de la adolescencia que ella había comprado para todos sus hijos e hijas pero quería regalarle a la señora que limpia. Me acuerdo que me lo dijo con su tono desafiante de siempre, chucéandome con que tengo la casa llena de papeles y que para qué quiero más. Le dije que eran mi herencia, que mis libros son lo mejor que tengo, que la literatura es lo mejor que ella me dio. Y esa conversación fue una de las últimas (en vida, que después de muerta sigo hablando con ella en sueños) conversaciones que tuvimos.
Mi madre hace 4 años que falleció y cada vez más la recuerdo.Por ella este poema
ResponderEliminarMamá
Un susurro
desde el más profundo océano
enciende aquel tiempo
donde me acunabas
en tu sagrado vientre.
Nadie sabe,
súbitamente un ángel
en su transparencia
me trae tu voz y tu dulzura.
Vacío el silencio
y lo lleno con las canciones d e cuna que acariciaron mi inocencia.
Ahora tus dulces ojos
me envuelven en un juego
de luces desprendidas del recuerdo.
Quiero escribir lo que siento
pero las letras
no pueden abarcar la inmensidad de ese espacio
que recorrí con tus manos
bajo el amor intenso de tus cuidados .
Gracias, Stella, justo hoy puedo decir sólo gracias...
ResponderEliminarPaula, leo lo que escribiste sobre tu mamá, y me parece que es un poco la mamá de todas. Te leo y pienso que
ResponderEliminaracaso si la arena
no nos quemara tanto
cuando andamos marinas
dando saltitos, saltos,
saltones de quemados,
enormes, como barcos,
no quedaría el recuerdo
castillo almeja trago
de nuestras vacaciones
de mar, iluminado.
Tal vez, las madres son recordadas por los saltitos y saltones que nos hicieron dar en la vida, a fuerza de quemarnos y tibiarnos los pies cuando dormimos.
Un besote enorme, Valeria Pariso
Mmmm, puede ser... Parece que una no se saca de encima la nostalgia de la madre ideal.
ResponderEliminarAntes de empezar a leerte escribí sobre madres e hijas (después lo paso, porque me gusta escribir con mi mano agarrando una lapicera sobre un papel).
ResponderEliminarMe gusta haber encontrado esto hoy, acá.
Se me hizo un nudo en la garganta, como el que se me hace cuando me adelanto en el tiempo e imagino el vacío sin mi vieja.