sábado, 31 de diciembre de 2022
Que el viento nos amontone
Me encanta regar
Regar es lo más parecido que conozco a demostrar amor con alimentos. Perfecto para mí que si me medís por lo que cocino parece que no quiero a nadie.
El colibrí y mi cara pluvial
Recién estaba regando las enredaderas del fondo y se me acercó un colibrí a la altura de la frente. Se paró en una rama de la parra, mojé despacito las hojas para que tomara agua, pero voló y se puso a tomar "del pico" y de paso se dio una duchita mientras yo me quedaba quietita y ponía cara pluvial.
Acumular de nuevo
Acabo de despertarme naturalmente a esta hora de pajaritos cantores pensando en unos frasquitos de cremas vacíos que dejé en un estante y no sé para qué usar. De repente tengo la hermosa seguridad de que puedo volver a acumular sin miedo todas las cositas que se me canten, que no volveré a ser arrancada de acá, que puedo dejar que todo mi culoserpesado enraice y se expanda a gusto. Sigo durmiendo al son del bichofeo.
Cráneo febril
Cráneo febril: Muy rara esta serie que sucede en Estambul. Distopía cercana con pandemia que divide la ciudad en sanos y "delirantes" porque la enfermedad se contagia por el oído y produce discursos inconexos. Es obligatorio circular con barbijo, no, digo, con auriculares. Hasta ahí el planteo me pareció genial, no sé qué onda con lo de la organización fascistoide que está en el poder ni con el lingüista inmune como héroe. Medio patética en momentos en que encuentra chica y flor. Voy dos capítulos no más. Seguiré, me gusta cómo cambian todas las formas de comunicación.
Una pareja de migrantes dio a luz
Las horas de deleite y las de desamparo