Nada tiene sentido, ni intriga ni belleza. Ni entusiasmo, ni encadenamiento lógico, ni ruptura creativa. No entiendo nada y cuando les personajes se ponen a explicarla me parece hasta mentira que todo sean tan huevón. Hipoteticé parodia pero no, se creen graciosos, intentan paso de comedia pero se arrepienten y quieren asustarme y sólo logran que putee.
martes, 28 de junio de 2022
Buscar a Isabel Zapata
Recomendación de Nurit Kasztelan
Nurit Kasztelan está con Martin Castagno y 5 personas más.
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.La primera vez que escuché hablar de Isabel Zapata fue allá por 2020, en plena pandemia, porque me obsesioné con Maggie Nelson y ella había traducido Bluets.
Después no sé cómo llegué a su libro de poesía "Una ballena es un país" que me parece un librazo, y ojalá pronto algún editor de poesía acá lo saque. Recuerdo que con mis alumnas leímos muchos poemas suyos y todas quedaban encantadas.
Después le pregunté si tenía un libro de ensayos, y me pasó Alberca Vacía, lo leímos con Sol Echevarría y nos encantó, aunque decidimos cambiarle el nombre para editar en Editorial Excursiones
Finalmente llega el número 20 de la colección de ensayos de esta gran autora mejicana que ojalá se difunda cada vez más acá en Argentina con un prólogo atinado de Alejandro Zambra
Acá un fragmento de como escribe:
Pienso a menudo en las lentejas de casa de mi abuela. Pienso más en ellas que en mi abuela misma, o quizá pienso en mi abuela a través de las lentejas, que en su casa se servían acompañadas de plátano macho y manzana en unos platos hondos tan bajitos que nunca contenían la cantidad suficiente de sopa. Para mí era tan normal que las lentejas fueran dulces, que cuando las comía en alguna otra casa pedía fruta para ponerle encima. Mi abuela permanece en la dulzura imprevista de aquel potaje.
Según un estudio reciente sobre los intrincados mecanismos de la memoria, los episodios de nuestra vida a los que volvemos con más frecuencia son, irónicamente, los menos fieles a la verdad. Los recuerdos se desgastan como los pantalones de mezclilla que usamos una y otra vez, se desgastan y cambian al punto de convertirse en otros. Quizás es por eso que mi hermano recuerda la sopa exclusivamente porque yo la saco al tema. Dice que no tenía manzana, solo plátano, y que ni siquiera era particularmente dulce.”
jueves, 23 de junio de 2022
Despedirme de 19 años en este ecosistema
Mi pieza de niña en casa de mis viejes y la de adolescente en misma casa pero primer piso daban ambas al jardín y tenían ventanal con persianitas de madera pintadas de verde inglés. Hace cuatro años que tengo esas persianitas acá y no sé qué hacer con ellas. Hoy las separé de la madera para quemar, les pasé una rejilla y las dejé por ahí no más. Me las llevo pero sin destino manifiesto aún.
Cosas que solamente se hacen porque mudanza: descolgar y limpiar de polvo histórico y telarañas alusivas todos los acudros y posters de las paredes.
Una de cuatro cajas de acumuladores hereditarios: me guardé para leer después y teorizar sobre feminismos las cartas entre mi mamá y sus amigas, la colección de estampitas de primera comunión de 1930 a 1950, fotos color sepia con dedicatorias en catarutzano. Tiré boletas de vacunación de perros llamados Sansón y Shogun que ni recuerdo, listas de gastos mensuales escritos a lápiz por mi papá, presupuestos para mis 15, pasaportes de gente que, en el más allá, anda sin documentos.
Medias de nylon me compro para alguna ocasión especial, las uso una vez y nunca más porque las detesto y nunca he logrado llegar ni a comodidad ni a belleza. A la mierda sin dudar o mutaré algún día, por algún instante en "mujer normal"?
No tiré, ni hice escena patética con hijes y nueris, los tres alfileres de cordón umbilical que me recuerdan quién les parió, manga de desagradecides
Calzones y medias viejas me encanta tirar porque amo comprar nuevos y siempre son necesarios. Los corpiños tienen una duración diferente pero nadie me cree que voy a tejerles crochet para renovar los viejitos.
Lo que más me gusta de esta "crónica de una mudanza anunciada" es ser consciente del polvo que voy eliminando. Ese sí que no me lo llevo: todo limpito, desempolvadito, hasta ordenado por tamaño y recortadas los bordes amarronados.
A mis pilas y pilas de diarios y revistas no las toca nadie! Empecé a guardar recortes y suplementos en el 82 con Malvinas, tengo el diario del día en que nací que encontré en la casa de mi mamá sin que nadie nunca me endulzara la oreja contando me la anécdota, tengo el de la llegada a la luna (mismo año de mi nacimiento) que me afané de una casa que no compré porque abandonado en el fondo de un placard. No me convencen argumentos de digitalización ni archivos on líne. Toda esa pasta de papel ha estado juntando polvo para llegar a esta etapa de mi vida en la que los leeré, releeré o presumiré en redes como buena vieja Ucha, digo: coleccionista.
Los vhs, los dvd e incluso los cassettes, se guardan sin criterio de selección, se tiran sin dudarlo, se eligen como reliquias o muestrario, se vuelven a utilizar, ninguna de las anteriores?
Nunca tiraré mi guía peuser 2009 porque tan vieja no es, porque altas puteadas se comía mi papá, que me la dio, cada vez que quería que yo "me ubicara" en vez de ir a la sans facon perdiendome por todos lados, porque es más educada y mucho menos invasiva que la galleguita del gps que se equivoca y no recalcula bien cada dos por tres.
Tirar no, no me obliguen! Veo fotos viejas y me pregunto por qué corrno "tiré" ese saquito que me gustaba tanto, ese enterito del año del pedo, esa muñeca al lado de mi cuna, ese recorte de diarios pegado en la heladera.
Puse para quemar 21 tubos interiores de bobinas de hilo ya tejidas. De cartón, fuertes, marrón grisáceo, lindos para hacer algo, no sé qué, hace como 30 años que las uso, acumulo los centros y los descarto apenada porque nunca fabriqué nada con ellos. Me queda la esperanza de reiniciar colecciones en la nueva casa.
¿Cómo vas a llevar todos los libros?, me preguntan les que me conocen poco. A upa, saben les demás y se ofrecen para la cadena mano a mano o la caravana de hormigas.
Lo más difícil de embalar es la vajilla, me dice una amiga. ¿Qué es "vajilla"?, pregunto yo que como en platos de melanina, tengo vasos con dibujitos de vaquitas de san Antonio, Rapunzeles y monitos. Creo que algunas copas heredadas de madre, unas tacitas de abuela y cuatro copas de vino que me regaló mijito hace tres meses cumplirán con mi cuota de embalaje y escritura de " Frágil" en la caja.
Mudanza: Llevarme o dejar todos los frascos vacíos de café y de mermelada. Esa es la cuestión.
Estoy haciendo leña todos mis bordes de canteros y troncos de asiento. Si no logro cortarlos medida de salamandra con mi sierrita, mi hachita y mi débil brazo, me los llevo. Estaría necesitando motosierra y energía de esos leñadores que parten de un solo golpe. Lo mío es tipo castor viejo con ortodoncia.
Ayer tiré: todos los sobres de negativos de fotos prehistóricas (las mías, me faltan las que traje de mis viejes), los pergaminos y libretas firmados por mis compañeres de escuela (gente vieja y desconocida y mi ex a los 13 años diciendo que esperaba verme en los próximos años, je). Hoy tiré: un termo taragui descartable que tenía fácil 10 años, un vaso metálico de juguera que nunca tuve, un coso de plástico para cortar hamburguesas, bolsitas (algunas) metidas en otras bolsas por si necesitamos más bolsas.
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aro Zambrano ás