lunes, 31 de agosto de 2015

Falda rebelde

En cable. El título pintaba chotísimo. El personaje de la madre desquiciada, que hace que el padre diga que al lado de ella cualquier hombre se vuelve gay, la salva. La típica historia de chica con ilusiones que es reprimida por la familia se transforma en retratos de hermano, abuela, padre y novio, mujer que quiere manipular a su hija pero logra ser feliz con su felicidad. Graciosa pero mucho mejor de lo que esperaba.

Walter

Esta es de cable no más. Pero no sé si yo últimamente leo todo en clave de género, de instituciones que hacen a la estructura patriarcal o me tocan todas ficciones con madres y padres enloquecidos por los roles prefijados. Me gustó mucho la idea de ser hijo de Dios y no ser hijo de su padre muerto. Me encantó la frase final de él y cómo la madre, que parece tan desquiciada durante toda la peli, lo pone dulcemente en su lugar. Perfecto el efecto del egocentrismo infantil y la omnipotencia de creer que se puede juzgar a simple vista quién va al cielo y quién al infierno. Linda vuelta de tuerca al tópico del fantasma que vuelve y el amigo invisible que cumple una misión al lado nuestro hasta que crecemos. Final feliz pero no pelotudo.

El amor cuesta caro

Segunda de la serie de 4 que me compré en el puestito de Puán. La elegí porque es de los Cohen. Pero no me deslumbró. Está bien pero sigue la línea de lo que veo comunmente en cable. Me encantó el inicio con ese "Pirata del Caribe" cornudo que llega a su casa en su auto convertible cantando feliz bajo el sol. Me gustaron los hilos anudados al final en la ficción de la ficción y las burlas al matrimonio y al amor con o sin dinero.

Musarañas

El otro día me compré en Puán cuatro pelis que elegí por nombre, a ojo, para salir de lo que circula por cable o boliferia. Esta la elegí por Alex de la Iglesia que megustó tanto su Balada triste de trompeta.
Cuando la fuimos a poner con Magda no me gustó lo sangriento del inicio, parecía muy de terror gore. Pero no, o casi. Me gustó mucho la historia cercana a Misery de a ratos y más me gustaron los personajes de las dos hermanas y su agorafobia que da motivo al título. Los lugares donde guardar cadáveres merecen particular atención y, si no tuviera miedo de arruinarle el final a alguien, podría decir muchas cosas sobre la paternidad y el miedo a, o la locura por la existencia misma de los hijos e hijas.

Se me pasó el 400 mil redondo

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Una escena que nunca pensé que llegaría

Domingo. 20 hs. Toy sola en casa desde mediodía haciendo todo lo que me gusta: leer, escribir, jardinería, mates. Golpean las manos. Me asomo por la ventana y no entiendo lo que veo: el pelotas me saluda con la manito detrás de la reja. Salgo sin pensar estrategia. Sé que no voy a acercármele ni para darle un beso de hola.

Nuestra larga historia juntos y separados dice que esto es inédito, que él jamás me busca y que yo jamás lo rechazo. Aunque él dice que es al revés. Pero nuestro excódigo me dice que este se cree que me voy a mear por verlo bañadito un domingo en la puerta de mi casa. Creo que hasta fui yo la que le dijo mil veces cuánto me gustan las sorpresas y cómo lo extrañaba y esas cosas del pasado (reciente, pero pasado al fin).

Hola, qué hacés, me dice pero como no es una pregunta, no la contesto. Asumo que viene a buscar una rueda de su auto que quedó en el baúl del mío aunque no me avisó que venía por eso ni hace más que quedárseme parado al lado o no sé dónde cuando abro la reja pero no no no no no lo invito a pasar (ni pienso convidarte berenjenas, ni contarte nada de los chicos ni sonreirte mucho ni preguntarte por qué te quejás cada vez que te movés como si te estuvieras desarmando aunque no pueda evitar notar que salí a atenderte sin corpiño, en ojotas, despeinada y que tratás de recordarme que viniste el jueves y yo no estaba).

Le doy las llaves del baúl, le hablo de otra rueda que él dejó acá el jueves, de otras que quedaron en un rincón hace mucho. No parezco enojada, aunque dudo, decido mantenerme en el rango de la indiferencia. Por ahí no me aguanto y le digo "¿Viste que ya camino bien? Ah,sí, cierto que vos me viste el otro día..." Me siento muy idiota cuando él me dice "Bien del todo todavía no..." (Otra vez caí en el hacerme la nenita que le cuenta boludeces para que la aplauda) Pero me recompongo y le digo que mi auto no arrancó más y que lo putié de arriba a bajo a él y a su amigo cuando entré a mi dodge y vi cómo estaba roto el volante y faltaba la cubierta y la manija de la puerta. Me dijo que no era nada, que había que cambiar eso, que él traía para cargar la batería, hasta intentó a arrancarlo y lo diagnosticó. Je.
Se fue caminando como un boludo rodando la rueda. Cuando estoy cerrando me dice: "Cuchá, el mes que viene mevas a tener que hacer dos recibos..." (Onda echarme en cara que dejó sus monedas roñozas después de meses de creer que medio polvo conmigo lo libraba de sus cuotas mensuales". Ni eso logró enojarme. Le dije que el papel lo tenía Rafa que es el que pasa por su casa a la vuelta del cole, que si me esperaba le hacía otro. "No, no, dejá, el mes que viene". Je, qué buenito que sos, pienso yo, tus estrategias de seducción son más truchas que mi ironía.

domingo, 30 de agosto de 2015

Una sensación de la poesía que está en el aire

Literatura
Domingo 30 de agosto de 2015 | Publicado en edición impresa




Poesía joven: los recién llegados a renovar el género


Por Daniel Gigena |




Nuevos circuitos de lectura de poesía, que borran los límites difusos entre la capital y el interior; editoriales que inauguran colecciones de poesía escrita por jóvenes y sellos creados para la difusión exclusiva de esos materiales; concursos, videos, talleres, blogs, slams, fanzines y revistas confirman la revitalización de un género que se creía obsoleto, acusado de endogámico y antimercantil (lo que incluso hoy no deja de ser un elogio encubierto).

¿A qué factores responde el fenómeno de la poesía joven, es decir, leída y escrita por jóvenes, en la Argentina? De Córdoba a Monte Grande, pasando por San Salvador de Jujuy y Rosario, los poetas jóvenes, muchos con obra inédita o sólo un primer libro, recuperan la tradición local e impulsan el desarrollo de una lengua, y del pensamiento sobre una lengua propia, en la que varios ingredientes se entremezclan. Políticas libertarias y desencanto, vida cotidiana y costumbrismo, sexualidad, denuncia (y demencia) social se potencian, quizás no como temáticas originales sino como condensadores de voces nuevas cuyas rupturas enfocan objetivos bien definidos.

"El hecho de vivir en una gran ciudad te lleva a hacer dos movimientos necesarios para cuidar tu salud mental -dice Walter Lezcano (1979), periodista, editor, docente y poeta-. Por un lado, exponerte y arriesgarte a cumplir con todas las obligaciones laborales y capitalistas y tratar de saciar algunos deseos dentro de esos marcos de intercambio de experiencias. Y por otro, hay un desplazamiento hacia adentro, de búsqueda de un refugio de la cantidad de estímulos que propone la vida moderna y que no se pueden satisfacer. Y en esa tensión salen textos que tienen la forma de poemas." Lezcano alude a una escritura en la que, a la vez que se retrata una sensación o un estado de confusión, se construyen frases de sentido plástico, que no refieren a nada específico pero que van creando un clima para encontrar la mejor forma de representar ese estado interior y social. "Después está la cuestión de ver quiénes de nosotros puede lograr algo increíble como conseguir una voz y, lo más complejo, conseguir lectores. Pero eso es una cuestión que resolverá el tiempo. En eso también, la poesía ayuda a derribar las crueldades del paso del tiempo. Y si el poema es bueno, resiste lo que sea."

Semanas atrás, él y otros poetas presentaron una antología de poesía joven publicada por el sello cordobés Llanto de Mudo, cuyo editor, Diego Cortés, falleció el 4 de agosto. Esto pasa. Poesía en Buenos Aires reúne textos de diez poetas nacidos en los años ochenta, entre ellos Fernando Bogado, Agustina Paz Frontera y Flor Codagnone.

Patricia González López, que estuvo a cargo de la selección de los poetas, muchos de ellos nacidos luego de 1983, indica en el prólogo que los autores golpean la superficie literaria con humor, humildad y la solidez que prestan los vínculos familiares y amistosos. Ese aspecto afectivo, lo que no implica un estilo ni una entonación idílica, predomina en la poesía escrita por jóvenes.

Codagnone (1984), autora de Mudas y Celo, dos poemarios publicados por Pánico el Pánico, señala que el actual es un gran momento de difusión de la poesía. "Hay un estallido: cada vez más talleres, editoriales especializadas, grupos, eventos, lecturas, festivales. La poesía está llegando a lugares adonde antes no llegaba y sospecho que esto tiene que ver, en parte, con la creación de la Red Federal de Poesía (www.redfederaldepoesia.gob.ar). Hablo de difusión únicamente porque creo que otras cosas siguen igual: pagamos para poder publicar y la circulación en librerías sigue siendo escasa."

El costo de las ediciones a cargo de los autores suele oscilar entre los seis mil y los quince mil pesos, con tiradas que casi nunca superan los mil ejemplares. En las presentaciones o lecturas públicas, los autores y editores recuperan parte de la inversión y el resto se vende a lo largo del tiempo en librerías especializadas como Librería Norte, Arcadia Libros o Hernández (en Capital Federal), que no sólo exhiben libros de poesía en estantes sino incluso en vidrieras y mesas.

LA MEJOR JUVENTUD

Poesía y vida se entremezclan en las primeras producciones que, acaso sin perder nunca esa trama indiscernible, luego avanzan sobre terrenos más conceptuales, formales o circunscriptos al desarrollo de una obra. "Me gusta la poesía de los más jóvenes. Ellos parecen haberse librado de algo, de cierta idea de la poesía sobre todo, un poco opresiva, y están empezando de nuevo -comenta Osvaldo Bossi, editor del sello Viajero Insomne, poeta y maestro respetado por jóvenes autores-. Raúl Gustavo Aguirre habla de la inocencia como único requisito para que la puerta de la poesía se nos abra una y otra vez. Y para que eso suceda, me parece, es importante olvidar. Leer y olvidar. Sin responder a ningún precepto, o en todo caso, a una sensación de la poesía que está en el aire y que nadie, por suerte, se encargó de reglamentar todavía. Cuando llega el momento de las reglamentaciones, es el fin de la poesía o el comienzo de otra cosa. Yo creo que estamos en ese momento."

Juan Arabia, poeta y crítico literario, egresado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, dirige la revista Buenos Aires Poetry y el sello homónimo. Por ambas vías edita traducciones de poesía extranjera, ensayos sobre poesía y libros de autores jóvenes como Aixa Rava y Juan Rapacioli. "Habría que definir, o bien redefinir, el concepto de «joven» o «juventud», ya trabajado por sociólogos como Pierre Bourdieu o por los culturalistas. Me refiero al juego de la transmisión del poder, de los privilegios entre las generaciones. Más allá de una determinación en primera instancia económica, o bien simbólica (por ejemplo, la formación académica), hoy el escenario tecnológico (la posibilidad de la impresión digital, la individualización que promueven las redes sociales) permitió el crecimiento de nuevas editoriales, y por tanto se multiplicaron los poetas. La poesía siempre fue un género marginal y poco redituable para las grandes empresas editoriales, con la excepción de unas pocas editoriales españolas. En ese sentido, no creo que exista una diferencia entre los arbitrarios términos de «poesía joven», «poesía tradicionalista», «una poesía vieja»: queda sólo en evidencia una puja de poder, que quedará en manos de los lectores, al menos en los casos más afortunados". Para Arabia, sin embargo, esta multiplicación cuantitativa presenta cambios a nivel cualitativo. "Uno de los efectos de sentido que más se hace evidente en el género es el resultado del cruce con prácticas y espacios extrapoéticos, más bien de ocio o de socialización festiva. Hay una pérdida del sentido de la universalidad de la poesía, de ciertas tradiciones herméticas y una necesidad de exclamar un yo lírico microcotidiano, más bien masivo y evasivo."

Otro editor que sumó a su proyecto las ediciones de libros de poetas jóvenes, Diego Aristi López, festeja la revalorización del género que llega de la mano de las nuevas generaciones. Cave Librum (sello del oeste del conubarno bonaerense), al igual que otros fuera del radio de la ciudad de Buenos Aires como Iván Rosado, de Santa Fe, o La Carretilla Roja, de Monte Grande, acaba de estrenar colección de poesía joven. "Hay un regreso de la poesía al libro, lo que es maravilloso -dice Aristi López-. Y un reencuentro con su público. Pero la poesía siempre estuvo. Hoy, a diferencia de los años noventa, la poesía surge más intimista, cotidiana. El contexto perdió aquel protagonismo y volvió a ser el fondo de la escena. Claro que esta reflexión sobre la cotidianidad es aguda, visceral y a veces feroz. Y también cuestiona el estado de cosas que la condiciona. Por eso es necesariamente más lírica, ya no narra como hace veinte años. Y en esta vuelta a la enunciación ganó madurez."

Aristi López registra otra marca de época diferencial. "Nos interesan poetas como Paula Novoa o Gustavo Gareiz, que no integran grupos o revistas, pero que igualmente están conectados con otros. Y ésa parece ser la tendencia de esta generación nueva. Conforman una red, se conocen, se leen, se apoyan. Pero ya no desde un manifiesto estético-ideológico o un lugar físico de encuentro y eventos. Ni hay un mecenazgo o corriente del mercado que los impulse. Se están imponiendo porque son buenos, y lo que hoy se puede leer es el fruto de un trabajo constante que no detuvo la indiferencia editorial a la que venía siendo condenada la poesía en la última década y media".

Una de las grandes poetas argentinas, Mirta Rosenberg, sugirió en una reseña sobre la antología 30.30. Poesía argentina del siglo XXI (EMR) que los jóvenes debían desarrollar "una voz propia, un estilo o lo que hace de un poeta un poeta en vez de un seguidor de algún decálogo". Y Hugo Padeletti recomienda siempre, a jóvenes poetas y lectores, no olvidar que la poesía es, más que narración, piruetas verbales o apuestas formales, ante todo música..

Me escapo de vos


    Me escapo de vos como Edith, la esposa de Lot, que aún huyendo de Sodoma tiene ganas de mirar hacia atrás porque no le importa el castigo de Dios ni el cuerpo hecho de sal.
    • Paula Irupé Salmoiraghi
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    Me escapo de vos como un salmón que conoce la felicidad de desovar contra la corriente pero se tienta con el barrito fácil de las orillas.
    • Paula Irupé Salmoiraghi
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    Últimas noticias

    Me escapo de vos como si fueras un alud que, con solo presentirlo, hace que mis talones se claven al piso.
    • Paula Irupé Salmoiraghi
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    Me escapo de vos como si fueras la lepra a la que mi piel es particularmente propensa.

Voix Vives Toledo

Poetas de Mediterráneo en Mediterráneo

Continuamos con nuestro repaso a los poetas invitados al Festival de Poesía Voix Vives, de Mediterráneo en Mediterráneo, que se celebrará del 4 al 6 de septiembre en Toledo.
Bassem Al Nabriss por Josep Losada para Pen Catalá
Bassem Al Nabriss por Josep Losada para Pen Catalá
Bassem al Nabres  (Palestina)
Ha publicado ocho libros de poemas en Jerusalén, Ramallah, Argel y Mallorca, y dos libros en prosa: Diario de la guerra en Gaza (2009) y Diarios del asedio a Gaza. En 2005 participó en el festival “Voces del Mediterráneo” en Lodève, (Francia) y en 2010 en el Festival Lodbry con sus poemas, aunque no pudo viajar para estar presente. En verano de 2007 lanzaron una granada contra su casa. El motivo del ataque fueron sus artículos contra la corrupción y la dictadura religiosa. Desde hace dos años reside en Barcelona, invitado por el Club del Libro Catalán.
Erez (fragmento)
Si dices «Erez» solo te entenderán los que están al sur de ese lugar. Si quieres que tu poema cruce un mar (sin notas al pie que agoten al traductor), lo mejor es que no lo digas.
Echa a «Erez» de tu poema, aunque te salga de un modo espontáneo. Aunque tu hermano haya muerto de cáncer porque le prohibieron cruzar.
¿Quién se va a leer mis notas al pie en este tiempo? Ya hasta dejaron de leer las notas de mi tesis.
Si dices «Erez» aparecerán las puertas del infierno, la fortaleza con toda su omnipotencia: y así también se llenará el texto de bestias.
¿Notas al pie y bestias?
¡Cuidado! Seguid torturando a dos millones de seres humanos, y vendrá un poeta para resolver el problema.
(…)
(Traducción de Álvaro Abella Villar)
Batania, poeta neorrabioso (España)
Batania es el espacio y Neorrabioso el tiempo. Escribe contra la familia y contra la patria, sobre el amor y el fracaso, también contra el orden y el dinero; deja de escribir cuando se me acaban los amores y los contra qués. Tiene dos blogs, cinco libros, 41 años y 503 pintadas en las paredes . Cuando le preguntan si es prosistema o antisistema, outsider o insider, socialista o anarquista, responde que es neorrabioso.
Los pelícanos
Adónde pelícanos ibas con una mujer girasola
que tenía portaaviones de pájaros en la cabeza,
tú que te acercas sin centímetro ni ascensores
a las verjas electrificadas de los cuarenta años,
tú que sigues cultivando en macetas diagonales
los mismos nilos y las mismas calas enfermas,
adónde pelícanos ibas, qué pasó por tu cráneo
de afónica cilindrada e ignorancia sin lagunas,
cuántos errores de cepa tierna y globo de helio
crearás de nuevo y de nuevo lucirás orgulloso,
cuántas veces caerás y recaerás en tus jaguares
de glucosa adolescente, cuántos crisantemos
llevarás al nicho de los amores descuartizados
si no rectificas, si no abandonas para siempre
a los pelícanos y no metes, dejas ya de meter
tus torpes dedos en los interruptores del viento.
Cecilia Quílez Lucas (España)
Autora de “La posada del dragón” (Ed. Huerga & Fierro) “Un mal ácido” (Ed. Torremozas), “El cuarto día” (Ed. Calambur), “Vísteme de largo” (Ed. Calambur) y “La hija del capitán Nemo” (Ed. Calmbur). Incluida en diversas antologías. Coordina y dirige varios ciclos de poesía (“A-Puesta en Blanco”, “Cruce de caminos”, “Esceno-grafías”, etc.). Actualmente dirige la Editorial Tigres de Papel junto a otros dos socios. Su último proyecto audiovisual es “La memoria salina”. Su blog personal es http://ceciquilez.blogspot.com/ 
Me he ganado hoy el salario
Da para comer y poco más
Es el tiempo de la otredad
Ingrato y miserable
En esta celda del destierro
Han de volver quizás mañana
Las despensas llenas de sosiego
La nuca errante que cuidé
En el ideal del amor absoluto
Riechmann dice cuando no dice
Respiran los poetas
En la verdad hasta cuando callan
Mis perros están sonriendo
En este cielo
Yo también soy su animal
Qué más salvación que dar
Y repartir parte del subsidio
De la inocencia
No sabré jamás
De la pureza de un diamante
Oro en la boca
Cristal de Murano
Pero verdaderamente
Esta es mi gloria
Una fiesta perpetua
De llaves y candados
Porque ahí
Calladamente
Sólo una abre una puerta
Vivir del hambre
Como un perro
Donde la muerte
Me halle durmiendo
Con el mejor hueso
De esas sobras
Y la quietud bajo los párpados
David González (España)
Sus últimos libros, editados por Origami, son: Campanas de Etiopía (2015), El lenguaje de los puños, Antología crítica de la poesía de David González (2014) y No hay tiempo para libros (2012 y 2013). Sus poemas y relatos se recogen en numerosas antologías, como Feroces (1998), Voces del Extremo (1999, 2000…), Poesía de la conciencia (2003), Poesía para los que leen prosa (2004), Disociados (2013) o Disidentes (2015). Su obra ha sido traducida a varios idiomas. Su blog http://ellenguajedelospunos.blogspot.com 
Dios
dios es
según mi abuelo
la conciencia
de cada cuál:
eso explicaría
por qué hay
tan poca fe
y tan poca conciencia.
(En Campanas de Etiopía; Ed. Origami, 2015)
Más información sobre Voix Vives Toledo y el programa de actividades en esteenlace. Más información sobre la Antología publicada por Unaria en la web del festival (más arriba) y en la web de la editorial.

La figura del matadero también funciona en Brasil

RUIDO DE FONDO

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  • de ganados y de hombres

Carne sobre carne

De ganados y de hombres es la primera novela traducida al español de Ana Paula Maia (Nueva Iguazú, 1977). Antes habían aparecido relatos suyos en las revistas Orsai yGalerías. Cuando publicó vía web la novela noir La guerra de los bastardos, fue catalogada por la crítica vernácula como la heredera de Rubem Fonseca. El vínculo más estrecho se define a partir de la concepción que tiene el autor de Los prisioneros sobre el oficio: el escritor debe “decir lo que no se debe decir, decir lo que nadie quiere decir, decir lo que nadie quiere oír.” Maia presenta a Edgar Wilson, un personaje recurrente en sus novelas, que trabaja como aturdidor de un matadero. Edgar no se permite maltratar al ganado: no solo por su aprecio sino porque su experiencia le dice que depende del tipo de golpe que haga, la carne saldrá más o menos sabrosa. En una ocasión, su patrón le pide que lleve una factura a una fábrica de hamburguesas. Allí prueba por primera vez una. El realismo es visceral: el precio de mercado de una hamburguesa equivale a lo que Edgar gana matando diez vacas. Maia pone en tensión la supervivencia y la incomprensión, rasgos animales que tienen presencia en los empleados del matadero: “El silencio recubre la cabeza de ambos. Son confesiones de sangre y muerte entre los que ya están condenados. Hay otros como ellos al costado de la ruta, encima o debajo del suelo.”
La referencia de Steinbeck, ya inscripta desde el título, no es casual. Los demás personajes que presenta Maia no persiguen grandes ambiciones. Así como George y Lennie en De ratones y hombres peregrinan en pos de una porción de tierra, Emeterio, el empleado más viejo del matadero, sumerge la cabeza en el agua para cumplir una apuesta y poder comprarle un par de anteojos a su hija. Bronco Gil, el capataz, también es un desdichado: fue rescatado de una tribu a los doce, ya con un testículo menos por el ritual de iniciación, luego perdió sus posesiones jugando, hasta quedar sin un ojo culpa de un buitre. El sacrificio de y por la carne, como figura bíblica, se hace presente en el desarrollo de la trama. Como en la frase de “El Arriero”, los empleados velan por la seguridad del corral: en determinado momento las vacas israelitas y libanesas se mezclan -lo que supone un inminente conflicto-, y un posible depredador acecha.
En algunas entrevistas para la televisión brasileña Ana Paula Maia confesaba que era una lectora tardía y que se sentía tan influenciada por Dostoievski como por los films de Sergio Leone y Quentin Tarantino. La densidad de los personajes -todos hombres- y la brutalidad de la historia lo atestiguan. En la narrativa latinoamericana reciente, la faena está presente en autores como Luciano Lamberti, Liliana Colanzi, o Carlos Ríos por citar solo algunos. De ganados y de hombres evade la discusión sobre lo comestible, para desviarse hacia una discusión que subyace el condicionamiento social, una desigualdad de oportunidades que, como sugiere Maia, se hace carne en la cotidianidad.
de ganados y de hombresDe ganados y de hombres
Ana Paula Maia
Eterna Cadencia
Traducción: Cristian De Nápoli
152 páginas


Había que pisar una huella


Lágrimas de sangre

(Como sufrimos por culpa de los alemanes en 1943 y 1944)




En los bosques. Sin agua, sin fuego – mucha hambre.
¿Dónde podían dormir los niños? Sin tiendas.
No podíamos encender fuego por la noche.
Durante el día, el humo podía alertar a los alemanes.
¿Cómo vivir con los niños en el frío invierno?
Todos están descalzos…
Cuando nos querían asesinar,
primero nos obligaron a trabajos forzados.
Un alemán vino a vernos.
-- Tengo malas noticias para vosotros.
Quieren mataros esta noche.
No se lo digáis a nadie.
Yo también soy un Gitano moreno,
de vuestra sangre – es verdad.
Dios os ayude
en el negro bosque…
Habiendo dicho estas palabras,
él nos abrazó…

Durante dos o tres días sin comida.
Todos yendo a dormir hambrientos.
Incapaces de dormir,
mirando a las estrellas…
¡Dios, qué bonita es la vida!
Los alemanes no nos dejarán…

¡Ah, tú, mi pequeña estrella!
¡al amanecer que grande eres!
!Ciega a los alemanes!
Confúndelos,
llévalos por mal camino,
¡para que los niños Judíos y Gitanos puedan vivir!

Cuando el gran invierno venga,
¿qué hará una mujer gitana con su niño pequeño?
¿Dónde encontrará ropa?
Toda se ha convertido en harapos.
Se quieren morir.
Nadie lo sabe, sólo el cielo,
solo el río escucha nuestro lamento.
¿Cuyos ojos nos veían como enemigos?
¿Cuya boca nos maldijo?
No los escuches, Dios.
¡Escúchanos!
Una fría noche vino,
La vieja mujer Gitana cantó
Un cuento de hadas gitano:
El invierno dorado vendrá,
nieve, pequeña como las estrellas,
cubrirá la tierra, las manos.
Los ojos negros se congelarán,
los corazones morirán.

Tanta nieve caerá,
cubrirá el camino.
Solo se podía ver la Via Láctea en el cielo.

En esa noche de helada
una hija pequeña se muere,
y en cuatro días
su madre la entierra en la nieve
cuatro pequeñas canciones.
Sol, sin ti,
ver como una pequeña gitana se muere de frío
en el gran bosque.

Una vez, en casa, la luna se detuvo en la ventana,
no me dejaba dormir. Alguien miraba hacia el interior.
Yo pregunté -- ¡Quién está ahí?
-- Abre la puerta, mi negra Gitana.
Vi a una hermosa joven Judía,
temblando de frío,
buscando comida.
Pobrecita, mi pequeña.
Le di pan, todo lo que tenía, una camisa.
Nos olvidamos de que no muy lejos
estaba la policía.
Pero no vendrían esa noche.

Todos los pájaros
rezan por nuestros hijos,
por eso la gente malvada, víboras, no los matarán.
¡Ah, destino!
¡Mi desafortunada suerte!

La nieve caía tan espesa como hojas,
nos cerraba el camino,
tal era la nieve, que enterró las ruedas de los carros.
Había que pisar una huella,
empujar los carros detrás de los caballos.

¡Cuánta miseria y hambre!
¡Cuánto dolor y camino!
¡Cuántas afiladas piedras se clavaron en los pies!
¡Cuántas balas silbaron cerca de nuestros oídos!



Bronislawa Papusza Wajs


Tomado de http://porrajmostebisterdontumareanava.blogspot.com.ar/2012/01/bronislawa-wajs-papusza.html

Nostalgia de utopía: regreso a ningún sitio

radar
DOMINGO, 11 DE OCTUBRE DE 2009
INVESTIGACIONES > LA ODISEA DE LOS GITANOS

Papusza:oí

Perseguidos, discriminados, sospechados, obligados primero al nomadismo y después al asentamiento forzoso, empujados a la pobreza y a vivir durante décadas fuera de la historia, el pueblo gitano es sobre todo tremendamente mal entendido. Por eso, entre 1991 y 1995, la cronista Isabel Fonseca realizó un prodigioso trabajo de campo en Europa del Este, vivió con ellos, conoció sus costumbres, su idioma y su historia y publicó Enterradme de pie, un libro descarnado y revelador sobre esos a quienes llama “los negros de Europa”. En este fragmento, recupera la vida de quien fuera la gran cantante y poeta del pueblo roma: Papusza.
 Por Isabel Fonseca
Aunque su verdadero nombre era Bronislawa Wajs, se la conoce por su nombre gitano, Papusza: “Muñeca”. Fue una de las cantantes y poetas gitanas más grandes que ha habido y, durante un tiempo, una de las más famosas. Vivió toda su vida en Polonia y cuando murió, en 1987, no se enteró nadie.
La familia Papusza, como la mayoría de los gitanos polacos, era nómada, parte de un tabor o grupo de familias que viajaban a caballo y en carromatos, con los hombres delante y las mujeres y los niños detrás en carros abiertos. Podía haber hasta veinte carromatos en el tabor. Hombres, mujeres, niños, caballos, carros, perros: hasta mediados de la década de 1960 se mantuvieron en marcha, bajaban de Wilno, a través de los bosques orientales de Volhynia (donde esperaron que se acabara la guerra miles de gitanos polacos), hasta las montañas de Tatra, en el sur. En esa ruta a las siluetas de los roma polacos se unían a veces las de los osos, que eran su medio viviente y danzante de ganarse la vida. Pero la gente de Papusza eran arpistas y transportaban sus grandes instrumentos de cuerda derechos sobre los carros como velas desde las poblaciones lituanas del norte hasta las Tatras orientales.
El tabor estaba en contacto durante el viaje con otras caravanas del mismo clan que viajaban siguiendo otras rutas. Dejaban señales en las encrucijadas, un manojo de palitos con un trapo rojo, una rama rota en un sitio determinado, un hueso con una muesca. A estas señales los gitanos polacos las llaman shpera (y en todos los demás sitios patrin u “hoja”, desde Kosovo hasta Peterborough). Los aldeanos no tocan estas señales por miedo a que sean cosas del diablo.
Así es como aprendió Papusza a leer y escribir. Cuando el tabor paraba por más de un día o dos (y hasta las familias nómadas tenían alojamientos de invierno en alguna parte) le daba a un aldeano adecuado un pollo robado a cambio de lecciones. Por más pollos adquirió libros, tenía una biblioteca oculta debajo de las arpas. Hoy en día incluso tres cuartas partes de las gitanas de la Europa central y oriental son analfabetas. Cuando Papusza era una adolescente, allá por la década de 1920, el que un gitano supiera leer era algo insólito, y cuando la sorprendían leyendo le pegaban y destruían sus libros y revistas. A la familia de Papusza le pareció también inadmisible que ésta quisiera, cuando le llegó la edad de hacerlo, andar con el muchacho que tenía los ojos más negros de todo el tabor. La casaron a los quince años. Fue un matrimonio arreglado, con un arpista viejo y respetable, Dionizy Wajs. Era una buena boda pero ella se sentía muy desgraciada. No tuvo hijos. Empezó a cantar.
Pese a todo lo que pudiese echar de menos Papusza en cuanto a compañía o lo que perdiese de amor, lo cierto es que con Dionizy Wajs dispuso al menos de acompañamiento musical. Basándose en la gran tradición gitana de narraciones improvisadas y de canciones populares sencillas y breves, compuso largas baladas, en parte canción, en parte poema, instintivamente “representadas”. Las canciones de Papusza, como la mayoría de las canciones gitanas, eran angustiosos lamentos de pobreza, amor imposible y, más tarde, anhelo de una libertad perdida. Eran como la mayoría de las canciones gitanas, igual de plañideras en el tono y en el tema: hablaban de arraigo y del lungo drom, o largo camino, de ningún sitio en concreto adonde ir y de ningún regreso.
Papusza perdió más de un centenar de miembros de su familia durante la guerra. Pero ni siquiera fue ésta la tragedia que la condicionaría. Papusza escribió en un momento crítico de la historia de su pueblo, en Polonia y (ella no lo sabía) en todos los demás sitios; se estaba acabando un tipo de vida (vivir en el lungo drom, vivir en el camino) y no parecía estar sustituyéndola nada identificable o soportable.
Oh, Señor, ¿adónde debo ir?
¿Qué puedo hacer?
¿Dónde puedo hallar
leyendas y canciones?
No voy hacia el bosque,
ya no encuentro ríos.
¡Oh bosque, padre mío,
mi negro padre!
El tiempo de los gitanos errantes
pasó ya hace mucho. Pero yo les veo,
son alegres,
fuertes y claros como el agua.
La oyes
correr cuando quiere hablar.
Pero la pobre no tiene palabras...
... el agua no mira atrás.
Huye, corre, lejos, allá
donde ya nadie la verá
agua que se va.
La nostalgia es la esencia de la canción gitana, y parece haberlo sido siempre. ¿Pero nostalgia de qué? Nóstos significa en griego “volver a la patria”; los gitanos no tienen patria y, quizá como excepción entre todos los pueblos, no tienen ningún sueño de hogar patrio. Utopía (ou tópos) significa “ningún lugar”. Nostalgia de utopía: regreso a ningún sitio. O lungo drom. El largo camino.
Muchos de los poemas-canciones de Papusza se ajustan a esa tradición: son más que nada destilaciones sin rostros y sumamente estilizadas de la experiencia colectiva, que han pasado por cientos de perfeccionamientos y reformulaciones. Hay unas cuantas Antígonas gitanas (muchachas que lloran a sus hermanos muertos) e hijos que, lejos de casa o en la cárcel, echan de menos a sus madres. Todo el mundo tiene un hermano. Todo el mundo tiene una madre. Todo el mundo tiene una tragedia. Es imposible saber el origen o la época de la mayoría de las canciones por sus letras, porque hablan de la cacimos (verdad) universal e invariable de un pueblo que vive como mejor puede, fuera de la historia.
La auvre colectiva del puñado de poetas romaníes que están hoy en activo presta testimonio de una tensión no superada entre la fidelidad a la tradición popular y la tentativa individual, acompañada de un leve sentimiento de culpa, de cartografiar la propia experiencia. Papusza recorrió ya, cuarenta años atrás, ese camino que lleva de lo colectivo a lo abstracto a un mundo privado, detalladamente considerado.
Sus grandes canciones, que ella a veces titulaba sólo Canción salida de la cabeza de Papusza, son, en su propia voz singular, un estilo que es en su mayor parte algo todavía inaudito en la cultura gitana. Papusza escribió y cantó sobre lugares e incidentes específicos. Dio testimonio. Una larga balada autobiográfica de cuando se escondían en los bosques durante la guerra se titula simplemente Lágrimas de sangre: lo que pasamos bajo los alemanes en Wolhynia en los años 43 y 44. No escribió sólo sobre su propia gente y la vaga amenaza del mundo gadjikane (no gitano), escribió también sobre los judíos con los que su gente compartió bosques y destino; escribió sobre “ashfitz”.
El poeta polaco Jerzy Ficowski vio cantar a Papusza, por casualidad, en el verano de 1949, y apreció inmediatamente su talento. Empezó a recoger y transcribir los relatos que ella había copiado con gran esfuerzo en romaní, escribiendo fonéticamente en el alfabeto polaco. En octubre de 1950 aparecieron varios de los poemas de Papusza en una revista llamada Problemy, junto con una entrevista a Ficowski del distinguido poeta polaco Julian Tuwim. Se habla en ella de los males del “vagabundeo” y la pieza termina con una traducción al romaní de la Internacional comunista. Ficowski, autor de lo que sigue siendo el libro más importante sobre los judíos polacos, se convirtió en asesor sobre “la cuestión gitana”. La primera edición de su libro incluye un capítulo titulado “El buen camino”, que (aunque omitido en ediciones posteriores y quizá incluido sólo como una condición para su publicación) respaldaba la política gubernamental de asentamiento de los menos de quince mil gitanos polacos que habían sobrevivido a la guerra. Ficowski cita a la propia Papusza como un ideal e indica que sus poemas podrían utilizarse con fines de propaganda entre los gitanos. “Su mejor período de creación poética fue hacia 1950 –indicaba Ficowski–, poco después de abandonar la forma de vida nómada.” Pese al hecho de que sus poemas constituyen una elegía de esa vida (confiscada más que abandonada), Ficowski, en su papel de apologista de la política oficial de sedentarización forzosa, aseguraba que ella era “partícipe y portavoz” en pro de aquellos cambios.
El nuevo gobierno socialista de la Polonia de posguerra aspiraba a edificar un Estado nacional y étnicamente homogéneo. Aunque los gitanos constituían el 0,005 por ciento de la población, “el problema gitano” se consideró una “importante tarea de Estado”, y se creó una Oficina de Asuntos Gitanos bajo la jurisdicción del Ministerio de Asuntos Interiores... es decir, de la policía. Estuvo funcionando hasta 1989.
En 1952 se puso en práctica también un amplio programa para hacer efectivo el asentamiento de los gitanos: recibió el nombre del Gran Alto (aunque ese objetivo no se alcanzó en Polonia hasta finales de los años ‘70, cuando cesaron definitivamente los viajes, al menos en carromatos). El plan formaba parte de la moda febril de “productivización”, que, con sus disposiciones bien intencionadas de asistencia social, impuso en realidad una nueva cultura de dependencia a los gitanos, que siempre se habían opuesto a ella. Acabaría adoptándose una normativa similar en Checoslovaquia (1958), en Bulgaria (1958) y en Rumania (1962), al tomar impulso la moda de la asimilación forzosa. Mientras tanto en Occidente empezó a imponerse la tendencia legislativa contraria, un nomadismo forzoso, pero con objetivos idénticos. En Inglaterra, por ejemplo, una ley en 1960 convertía “hacer un alto” en una infracción punible para los “viajeros”: el propósito era hacerles asentarse.
Los reformadores, Ficowski incluido, estaban convencidos, sin duda, de que medidas de ese género mejorarían notablemente la vida difícil de los gitanos: la educación era la única esperanza para una gente que vivía “fuera de la historia”; y el asentamiento traería consigo la posibilidad de una educación.
Pero nadie ha pensado nunca en preguntarles a los propios gitanos. Y ésa es la causa de que hayan fracasado todas las tentativas de asimilación. Ficowski, a diferencia de los elaboradores de planes menos próximos a la fuente, “se remitió” a los gitanos que había llegado a conocer, sobre todo a Papusza. Y dos meses después de la aparición de los poemas de ésta en Problemy, un grupo de “enviados” gitanos le hicieron una visita y la amenazaron.
Los gitanos no tardaron en incluir a Papusza entre los culpables de la campaña para acabar con su modo de vida tradicional. De nada le valieron su talla como poeta y como cantante ni el amor hacia su pueblo, expresado en décadas de trabajo. Papusza había hecho algo imperdonable: había colaborado con un gadjo.
Nadie me comprende,
sólo el bosque y el río.
Aquello de lo que yo hablo
ha pasado todo ya, todo,
y todas las cosas se han ido con ello...
Y aquellos años de juventud.
En realidad a Papusza la habrían interpretado mal (y utilizado) las dos partes. Intentó desesperadamente recuperar la autoría de sus propias ideas, de sus canciones. Abandonó precipitadamente su hogar de la Silesia meridional y acudió al Sindicato de escritores polacos a pedir que interviniera alguien. La rechazaron. Fue a Ossolineum, la editorial que estaba preparando para su publicación inminente el libro de Ficowski, que incluía poemas de ella. Nadie conseguía entenderla. ¿No estaba contenta con las traducciones? ¿Había que hacer revisiones finales? Papusza regresó a casa y quemó toda su obra (unos trescientos poemas) que había empezado a consignar por escrito con el estímulo entusiasta de Ficowski. Luego escribió una carta a éste rogándole que paralizara la publicación, aunque hasta en ella daba muestras de su resignación, de ese fatalismo básico de la canción gitana. Si publicas esas canciones me desollarán viva –le decía–, mi gente quedará desnuda frente a los elementos. Pero quién sabe, quizá me crezca otra piel, quizá una más bella.
Después de la publicación de los poemas Papusza fue sometida a juicio. La citaron ante la máxima autoridad de los roma polacos, el Baro Shero, Gran Jefe o anciano. Después de una breve deliberación se la declaró mahrime (o magherdo entre los roma polacos), impura: el castigo era la exclusión irreversible del grupo. Papusza pasó ocho meses en un hospital psiquiátrico de Silesia; durante los treinta y cuatro años siguientes, hasta su muerte (en 1987), vivió sola y aislada (hasta Ficowski cortó la relación con ella, quizá con el propósito de no perjudicarla más). Su propia generación la rehuyó y la siguiente no la conoció. Se convirtió en su nombre: una muñeca muda y desechada. Salvo un breve período a finales de los años ’60, en que salió a la luz con algunos de sus mejores poemas, Papusza nunca volvió a cantar.
Enterradme de pie
Isabel Fonseca

Anagrama
388 páginas

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...