Después de toda una noche y una mañana de escritura,reflexión y mucha charla telefónia con amigo y amigas que me dicen lo loca y maravillosa que soy y me dan saludables puntos de vista, llamé al señor que me prometí no llamar y juro que ambos nos reíamos mientras nos insultábamos y era,creo, la felicidad más infantil de saber que el otro está ahí, de escucharlo, de saber que nos escucha y nos habla, esa felicidad nos hacía reir en el teléfono.
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