"La libertad es la posibilidad del aislamiento. Eres libre si puedes alejarte de los hombres, sin que te obligue a buscarlos la necesidad de dinero, o la necesidad gregaria, o el amor, o la gloria, o la curiosidad, que en el silencio en la soledad no pueden encontrar alimento. si te es imposible vivir solo, naciste esclavo"
El libro del desasosiego. Fernando Pessoa...
lunes, 30 de junio de 2014
Mi hermano poeta
Deshojando.
Con mi madre yo aprendí,
que te quieren si sos bueno.
Y hoy descubro, desconsuelo,
que la vida no es así.
Que te quieren porque sí,
o muchas veces no saben,
como querer sin quedarse,
con una parte de ti.
Así fui por esta vida,
siendo bueno y complaciente,
prolijito, reluciente,
siempre el mejor de la clase,
hasta que un día ese traje,
apretado me quedó.
En cambiarlo estoy ahora,
mucho miedo da romperlo,
mucho frío al deshacerlo,
y desnudo deambular,
sin tentarse en retornar,
a esa prenda tan querida,
con que iniciamos la vida,
gracias a nuestra mamá.
Y así entre frío y enojo,
por sentir el desamparo,
voy hilvanando retazos,
de telas que recogí.
Modisto de mi ropaje,
quiero ser en esta etapa,
y en holgada túnica o bata,
ir medrando por ahí.
Si en mi armadura me viste,
hidalgo joven y bello,
no te asustes si hoy más viejo,
sensible y blando me ves.
De ser bueno no reniego,
afortunado me siento,
de aprovechar estos vientos,
que me empujan a cambiar.
Que permiten navegar,
y no vararse en la vida,
aferrando fantasía,
de complacer a mamá.
FS.
Con mi madre yo aprendí,
que te quieren si sos bueno.
Y hoy descubro, desconsuelo,
que la vida no es así.
Que te quieren porque sí,
o muchas veces no saben,
como querer sin quedarse,
con una parte de ti.
Así fui por esta vida,
siendo bueno y complaciente,
prolijito, reluciente,
siempre el mejor de la clase,
hasta que un día ese traje,
apretado me quedó.
En cambiarlo estoy ahora,
mucho miedo da romperlo,
mucho frío al deshacerlo,
y desnudo deambular,
sin tentarse en retornar,
a esa prenda tan querida,
con que iniciamos la vida,
gracias a nuestra mamá.
Y así entre frío y enojo,
por sentir el desamparo,
voy hilvanando retazos,
de telas que recogí.
Modisto de mi ropaje,
quiero ser en esta etapa,
y en holgada túnica o bata,
ir medrando por ahí.
Si en mi armadura me viste,
hidalgo joven y bello,
no te asustes si hoy más viejo,
sensible y blando me ves.
De ser bueno no reniego,
afortunado me siento,
de aprovechar estos vientos,
que me empujan a cambiar.
Que permiten navegar,
y no vararse en la vida,
aferrando fantasía,
de complacer a mamá.
FS.
domingo, 29 de junio de 2014
1.60 y el equilibrio global
Eres un
enano
Te comprometes en la naturaleza y el equilibrio global y también mantienes en equilibrio en tu entorno. Dondequiera que estés sabes crear un oasis de armonía con los medios más simples. Cuando te hartes del mundo tan agobiante, te desenganchas con facilidad.
sábado, 28 de junio de 2014
Néspolo 2009
:: EL LIBRO EN LA PIZARRA ::
Manifiesto
Las antologías tienen más contenido que los cuentos que antologan. Los prólogos, con frecuencia, desnudan una intención que excede a la excusa de la temática o el criterio etario con el que se convoca a los escritores. Los prólogos enmarcan –encorsetan o airean– a todo el conjunto.
En los próximos viernes rescataremos los prólogos de aquellas antologías que han logrado obtener cierta relevancia, o cuyos prólogos nos llaman la atención. Comenzamos por La erótica del relato (compilada por Jimena Néspolo y Matías Néspolo) -recientemente publicada por Adriana Hidalgo-, cuyo prólogo es un fuerte manifiesto de sus compiladores.
Manifiesto
Las palabras se tocan, es un hecho. Son puro roce. Movimiento. Lascivas monedas de cambio entre los cuerpos en el comercio del mundo. Son erecciones de la lengua, latigazos de la mirada. Resbalan, golpean, se incrustan en la carne como la hoja de un cuchillo. Pero hay muchos –urge decirlo– que sólo se acarician con ellas. Porque estamos hartos del onanismo verbal, preferimos arrancarles los rizos y el tutú resplandeciente para ensartarlas en ristre.
Los ejercicios de estilo o de vanidad no arruinaron el oído. Ahora la música nos es ajena. Quizás nuestras frases desafinen. Hagan ruido. Pero suenan.
Contamos historias. Esas historias incómodas que ya nadie se atreve a contar. Y para eso salimos a la calle o nos recluimos en la cárcel del lenguaje. Pero picamos nuestros propios boquetes con cinceles nuevos.
Porque nos fastidian los que llenan páginas y páginas de paseos por sus bibliotecas. Y como estamos cansados de que Sherlock Holmes escriba y el idiota de Watson se deje leer, jugamos limpio. Asumimos el riesgo y nos tomamos en serio el simulacro. Somos anticuados. Anacrónicos. La posmodernidad nos desubica. Nos cae peor que un plato de espagueti a la boloñesa como postre de un asado. Y de los buenos.
Porque estamos tan hartos del bibliotecario ciego como del ajenjo.
La fatuidad nos irrita. Para narrar no basta sólo con mirarse al espejo. Antes que pasarnos de listos echando a perder una buena historia, practicamos el ensayo, la crítica, la ortodoncia, la licantropía…
Es cierto que del parricidio no podemos jactarnos. La dictadura nos dejó huérfanos. Y pese a que fuimos muy bien educados en el olvido, un talismán nos guardó el recuerdo. Diego de Zama. Sus silencios son hoy premura. Su gravedad, esta carcajada.
Para no ceder a los crímenes del Vaticano o a los de los pichiciegos de Oxford, manchamos las historias con sangre. La nuestra. Y sin alarde. Pero no se asusten: es negra. Por nuestras venas corre tinta.
Porque nos dan urticaria los graciosos que venden libros de aire, los farsantes y los funcionarios con impostura de cartoneros, nos quedamos en casa. Pero cuidado: no perdemos el tiempo. En cada palabra nos jugamos el pellejo. No se trata de otra conjura de los necios, pero podría serlo…
Y como nos gustaría machucarle los dedos con la Olivetti a más de uno para que aporreara el teclado con el culo, revolvemos la sopa. Mezclamos la baraja y volvemos a servir las cartas. Manchadas, pringosas, puede que marcadas y viejas, pero la mano es nuestra. Abrimos juego.
Abrimos fuego.
¿Vitalistas? Sí, de la petite morte hacia donde se dirige el relato.
Así es como acaba el mundo, no con un estallido sino con un suspiro.
Tomado del blog de Eterna Cadencia
Lavezzi: El fenómeno
Un trend topic trivial del día es la marea femenina que inunda las redes con una multiplicada ovación erótica a los abdominales de Ezequiel “Pocho” Lavezzi, delantero de la Selección Argentina y del París Saint-Germain – 29 años, 1,73 metros, 4 millones de euros de salario anual y, por lo que se ve, un tipo alegre y juguetón - , en lo que podría verse como una réplica de fenómenos mundialistas anteriores – exempli gratia Goycochea en el Mundial ’90 de Italia -, sólo que con una extensión y un grado de instantaneidad propios del estado de las artes en materia de comunicación social.
Yo observo el movimiento como una algarada colectiva de libertad y una apropiación legítima de la exteriorización del deseo por parte de chicas y mujeres de todas las edades y profesiones, con un rasgo muy marcado de humor cómplice y juego simbólico, donde lo “caliente” y personal pesa mucho menos que lo festivo y grupal. Aquí – creo percibir - el “objeto” del deseo se acerca a una excusa efímera, subordinada a lo principal, que es la oportunidad de jugar a puertas abiertas con la acción y la expresión deseantes.
No sólo lo observo, sino que vengo participando, con amigos y amigas, en grupos tanto virtuales como sólidos, de esta ficción de celos y calenturas puesta en escena con un guión que se escribe a medida en que se lo lee y actúa.
Pero hay otras miradas y enfoques circulando en redes paralelas.
Desde el patriarcado misógino se manifiesta el agravio frente al descaro de las mujeres que han decidido empoderarse en materia de atracción física – real o exagerada, es lo de menos – y de manifestación frontal – y festiva -, que cuestiona la propiedad y exclusividad del macho en el gobierno de lo orgiástico. Lo más notable de esta queja es su lógica argumental: acusan a las mujeres de doble discurso porque – dicen los machos – luego de repudiar la cultura de la mujer objeto, estarían contraatacando con una cultura del hombre objeto.
Por supuesto, esto es tan falso como estúpido; lo que están haciendo las “enamoradas” de Lavezzi es invadir un campo reservado al varón, y eso es lo que irrita, punto.
Pero hay más; desde algún pseudo feminismo mal entendido, he visto también ácidas impugnaciones estructuradas en torno de algunos presuntos axiomas doctrinarios. Una vez más, lo que molesta tiene menos que ver con la perspectiva de género que con lo lúdico, con la instalación de lo erótico en un escenario que rompe las reglas del secreto y la penumbra y se abre a lo público.
Francamente, me permito decir que mil chicas jugando a babearse– y haciéndolo con gracia y “sororidad” – por un atleta musculoso, que al menos sabe jugar a la pelota, ostentan una legitimidad gigantesca frente a mil pajeros solitarios babeándose en serio por una puta siliconada de la farándula que no sabe bailar ni hablar.
Además, nene, salvo que estés muy caliente con la novia de Lavezzi, el muchacho no representa para vos y tu virilidad ninguna amenaza. La libertad de las chicas, en cambio , sí es una amenaza para tu machismo miope, así que empezá a prepararte, porque esto apenas empieza.
Relajarse, reírse y no convertir esto en una “batalla” de la falsificada “guerra de los sexos”
Tomado de su muro de facebook
El pozo y las ruinas
Ayer estuve en Eterna Cadencia en la presentación de la novela de Jimena Néspolo, profe de mi último seminario sobre Gótico en el Río de la Plata.
Un placer escucharla a ella y su lectura y sus reflexiones sobre los motivos y los artefactos de la ficción y a Jorge Consiglio y Gabriela Cabezón Cámara coincidiendo en las innovaciones y originalidades de la novela.
Un placer escucharla a ella y su lectura y sus reflexiones sobre los motivos y los artefactos de la ficción y a Jorge Consiglio y Gabriela Cabezón Cámara coincidiendo en las innovaciones y originalidades de la novela.
Un hombre que ha cosechado un repollo
(...) de que a mi corazón le sea permitido el regocijo que siente un hombre que ha cosechado un repollo que ha cultivado él mismo, y no solo se deleita con el repollo, sino también con el recuerdo de aquellas bellas mañanas en las que lo plantó, las apacibles tardes en las que lo regó y se alegraba de verlo crecer."
Goethe.
Goethe.
viernes, 27 de junio de 2014
Lavezzi y el género
Cuerpos. Sacate la camiseta5t
El Pocho Lavezzi entró a los 38 minutos del partido contra Nigeria y cientos de miles de mujeres manifestaron de inmediato su amor por el jugador en las redes sociales, exaltando su belleza física. La inversión de roles que culturalmente parecen bastante estancos -varón cosificador/ mujer cosificada-, pusieron sobre la pantalla varias preguntas: ¿Qué pasa cuando las mujeres dicen lo que les parece atractivo, cuando hacen público sus placeres estéticos y eróticos? ¿Qué les pasa a los varones con este aluvión de comentarios sexuales? En este ensayo, las doctoras en Ciencias Sociales Carolina Spataro y Carolina Justo von Lurzer se preguntan sobre las consecuencias de estas expresiones y el pedido de “coherencia” por parte de los varones.
Por: Carolina Spataro y Carolina Justo von Lurzer*
Foto de portada: Ignacio Corvalán/ Télam
Mientras una de nosotras comentaba por teléfono el partido de Argentina –Nigeria con una amiga -“está fuerte Lavezzi, ¿no?”-, la otra posteaba en facebook una evaluación del encuentro deportivo apenas finalizado –“No quiero tener más hijos… salvo que se apelliden Lavezzi”. Esta casual coincidencia se multiplicó al infinito en las redes que en pocas horas no sólo se plagaron de fotos en diferentes poses de este jugador, quien hasta ahora no se había comentado mucho, sino que se crearon movidas colectivas como la página “Movimiento para que el Pocho Lavezzi juegue sin camiseta” con ¡250.000 me gusta!, o la más reciente “Agrupación de Mamis Pochistas Hasta La Victoria”.
lavezzi_redes_1_dcha
Comentarios del tipo “Te doy hasta que el Indio admita que sí lo soñó”, “Te doy contra el ropero hasta que entremos a Narnia” son sólo algunos de los muchos que aparecieron en esos sitios. Inteligencia y sentido del humor al servicio de la cosificación de Lavezzi, ¿Qué tal? ¿Cosificación? Sí, llamémosle cosificación, al menos provisoriamente. De un tiempo a esta parte en espacios académicos y políticos se denuncia con ímpetu que las industrias culturales cosifican a las mujeres, es decir, las convierten en objetos para ser mirados y deseados por otro, fragmentan y resaltan partes de sus cuerpos en detrimento de otros y reducen su existencia a la mera corporalidad. La denuncia se funda en que esa objectificación es, siempre, un ejercicio de violencia.
Pero ¡ups!, esta vez fuimos nosotras las que recortamos los pectorales de Lavezzi, sus brazos, su espalda, su bajo vientre, admiramos su belleza, erotizamos su figura, enunciamos frases de “alto voltaje”, separamos sus atributos físicos de resto de su personalidad y existencia y de su performance deportiva, que no entró ni por asomo en el debate salvo en los comentarios de varones que no sabían cómo hacer para meter bocadillo en el asunto. Porque, claro, no iban a quedar afuera de esta sororidad virtual del deseo por Lavezzi que se estaba conformando con tanta rapidez. ¿Qué hacen?, ¿están todas locas? Empezaron a intervenir tímida pero insistentemente con argumentos deslegitimadores al Dios de los tatuajes que estábamos construyendo entre todas. En especial, un latiguillo nos alertaba sobre la posibilidad de que el príncipe se volviera sapo: “¡¡¡Antes era feo!!!”, gritaban desde la tribuna visitante y nosotras, con gesto displicente, les recordábamos que nuestro “deseo de Lavezzi” es en presente, como pasa siempre con el deseo.
lavezzi_redes_2_izqda
La inversión de roles que culturalmente parecen bastante estancos -varón cosificador/ mujer cosificada-, pusieron sobre la pantalla varias preguntas: ¿qué sucede cuando las mujeres decimos lo que nos parece atractivo, cuando hacemos públicos nuestros placeres estéticos y eróticos? ¿qué les pasa a los varones con este aluvión de manifestaciones en las redes? ¿dónde queda la denuncia políticamente correcta sobre la cosificación? En definitiva, ¿qué sucede con la coherencia?
En varios posteos de facebook podían leerse reclamos escritos por varones del tipo: “¿por qué cuando miramos tetas y culos en tv nos acusan de convertir el cuerpo femenino en objeto de consumo, pero mirarle el lomo a Lavezzi es re cool? ¿No es la misma estrategia de mercado más allá de los géneros? (dicho esto, quede claro que no me opongo a que cada uno mire las tetas, culos y lomos que le interese… pero bueno, sólo un poco de coherencia)”. Varones que nos piden coherencia. O sea, ellos corriéndonos por izquierda. Algo así como “si decís que no hay que cosificar no cosifiques”. O, en estilos menos reflexivos y más pulsionales, venganzas simbólicas dedicadas a la preciosa novia de Lavezzi: si ustedes lo cosifican a él nosotros la cosificamos a ella. Como si hubiera que garantizar que la cosificación no vaya a quedar en manos de estas ladronas del placer; porque nos estábamos robando por un rato el espacio-tiempo del piropo, de la calentura dicha a los cuatro vientos, de la socialización de las ganas de morderle el hombro a lo Suarez que teníamos muchas.
lavezzi_redes_3_CAJA
Lo que esta situación pone en juego es el modo contradictorio y complejo en el que se cruzan la cultura de masas con las cuestiones vinculadas a géneros y sexualidades. La cosificación como una especie de ejercicio de sinécdoque, en donde tomamos una parte por el todo, ¿es siempre un gesto de violencia? O, más bien, los modos en que se manifiestan los placeres estéticos y eróticos –incluso aquellos massmediatizados- ¿sólo pueden ser evaluados a través del prisma de la violencia?¿o pueden pensarse otras dimensiones de esos placeres no sólo de quién mira sino de quien se muestra?
No. No estamos pretendiendo equiparar los efectos de los miles de comentarios e imágenes desplegados en las redes sociales en 24hs con una tradición que en los medios masivos lleva ya algunas décadas. Mucho menos su impacto. Sin embargo, esta explosión mundialista nos permite hacernos algunos cuestionamientos ¿debemos denunciar los culos y las tetas que aparecen en objetos de la cultura masiva porque lo que hay allí es sólo y siempre reproducción del patriarcado? O podríamos pedir más bien una distribución más equitativa de culos, tetas, pitos, hombros, abdominales, orejas, dedos gordos de los pies. El debate es arduo y levanta calientes discusiones. No es ánimo de estas líneas simplificarlas ni darlas por saldadas. Todo lo contrario, lo que buscan es simplemente presionar a Sabella para que ponga otra vez a Lavezzi en la cancha. Pero claro, esta vez, sin camiseta y con el único y puro objetivo de observar qué sentidos sobre géneros y sexualidades se despliegan a través de su figura. ¿Por qué si no?
*Doctoras en Ciencias Sociales (UBA), Docentes en la Carrera de Comunicación y Coordinadoras del Área de Comunicación, Géneros y Sexualidades (Fsoc –UBA).
- See more at: http://revistaanfibia.com/nueva/ensayo/sacate-la-camiseta/#sthash.pbiBQbfT.dpuf
El Pocho Lavezzi entró a los 38 minutos del partido contra Nigeria y cientos de miles de mujeres manifestaron de inmediato su amor por el jugador en las redes sociales, exaltando su belleza física. La inversión de roles que culturalmente parecen bastante estancos -varón cosificador/ mujer cosificada-, pusieron sobre la pantalla varias preguntas: ¿Qué pasa cuando las mujeres dicen lo que les parece atractivo, cuando hacen público sus placeres estéticos y eróticos? ¿Qué les pasa a los varones con este aluvión de comentarios sexuales? En este ensayo, las doctoras en Ciencias Sociales Carolina Spataro y Carolina Justo von Lurzer se preguntan sobre las consecuencias de estas expresiones y el pedido de “coherencia” por parte de los varones.
Por: Carolina Spataro y Carolina Justo von Lurzer*
Foto de portada: Ignacio Corvalán/ Télam
Mientras una de nosotras comentaba por teléfono el partido de Argentina –Nigeria con una amiga -“está fuerte Lavezzi, ¿no?”-, la otra posteaba en facebook una evaluación del encuentro deportivo apenas finalizado –“No quiero tener más hijos… salvo que se apelliden Lavezzi”. Esta casual coincidencia se multiplicó al infinito en las redes que en pocas horas no sólo se plagaron de fotos en diferentes poses de este jugador, quien hasta ahora no se había comentado mucho, sino que se crearon movidas colectivas como la página “Movimiento para que el Pocho Lavezzi juegue sin camiseta” con ¡250.000 me gusta!, o la más reciente “Agrupación de Mamis Pochistas Hasta La Victoria”.
lavezzi_redes_1_dcha
Comentarios del tipo “Te doy hasta que el Indio admita que sí lo soñó”, “Te doy contra el ropero hasta que entremos a Narnia” son sólo algunos de los muchos que aparecieron en esos sitios. Inteligencia y sentido del humor al servicio de la cosificación de Lavezzi, ¿Qué tal? ¿Cosificación? Sí, llamémosle cosificación, al menos provisoriamente. De un tiempo a esta parte en espacios académicos y políticos se denuncia con ímpetu que las industrias culturales cosifican a las mujeres, es decir, las convierten en objetos para ser mirados y deseados por otro, fragmentan y resaltan partes de sus cuerpos en detrimento de otros y reducen su existencia a la mera corporalidad. La denuncia se funda en que esa objectificación es, siempre, un ejercicio de violencia.
Pero ¡ups!, esta vez fuimos nosotras las que recortamos los pectorales de Lavezzi, sus brazos, su espalda, su bajo vientre, admiramos su belleza, erotizamos su figura, enunciamos frases de “alto voltaje”, separamos sus atributos físicos de resto de su personalidad y existencia y de su performance deportiva, que no entró ni por asomo en el debate salvo en los comentarios de varones que no sabían cómo hacer para meter bocadillo en el asunto. Porque, claro, no iban a quedar afuera de esta sororidad virtual del deseo por Lavezzi que se estaba conformando con tanta rapidez. ¿Qué hacen?, ¿están todas locas? Empezaron a intervenir tímida pero insistentemente con argumentos deslegitimadores al Dios de los tatuajes que estábamos construyendo entre todas. En especial, un latiguillo nos alertaba sobre la posibilidad de que el príncipe se volviera sapo: “¡¡¡Antes era feo!!!”, gritaban desde la tribuna visitante y nosotras, con gesto displicente, les recordábamos que nuestro “deseo de Lavezzi” es en presente, como pasa siempre con el deseo.
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La inversión de roles que culturalmente parecen bastante estancos -varón cosificador/ mujer cosificada-, pusieron sobre la pantalla varias preguntas: ¿qué sucede cuando las mujeres decimos lo que nos parece atractivo, cuando hacemos públicos nuestros placeres estéticos y eróticos? ¿qué les pasa a los varones con este aluvión de manifestaciones en las redes? ¿dónde queda la denuncia políticamente correcta sobre la cosificación? En definitiva, ¿qué sucede con la coherencia?
En varios posteos de facebook podían leerse reclamos escritos por varones del tipo: “¿por qué cuando miramos tetas y culos en tv nos acusan de convertir el cuerpo femenino en objeto de consumo, pero mirarle el lomo a Lavezzi es re cool? ¿No es la misma estrategia de mercado más allá de los géneros? (dicho esto, quede claro que no me opongo a que cada uno mire las tetas, culos y lomos que le interese… pero bueno, sólo un poco de coherencia)”. Varones que nos piden coherencia. O sea, ellos corriéndonos por izquierda. Algo así como “si decís que no hay que cosificar no cosifiques”. O, en estilos menos reflexivos y más pulsionales, venganzas simbólicas dedicadas a la preciosa novia de Lavezzi: si ustedes lo cosifican a él nosotros la cosificamos a ella. Como si hubiera que garantizar que la cosificación no vaya a quedar en manos de estas ladronas del placer; porque nos estábamos robando por un rato el espacio-tiempo del piropo, de la calentura dicha a los cuatro vientos, de la socialización de las ganas de morderle el hombro a lo Suarez que teníamos muchas.
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Lo que esta situación pone en juego es el modo contradictorio y complejo en el que se cruzan la cultura de masas con las cuestiones vinculadas a géneros y sexualidades. La cosificación como una especie de ejercicio de sinécdoque, en donde tomamos una parte por el todo, ¿es siempre un gesto de violencia? O, más bien, los modos en que se manifiestan los placeres estéticos y eróticos –incluso aquellos massmediatizados- ¿sólo pueden ser evaluados a través del prisma de la violencia?¿o pueden pensarse otras dimensiones de esos placeres no sólo de quién mira sino de quien se muestra?
No. No estamos pretendiendo equiparar los efectos de los miles de comentarios e imágenes desplegados en las redes sociales en 24hs con una tradición que en los medios masivos lleva ya algunas décadas. Mucho menos su impacto. Sin embargo, esta explosión mundialista nos permite hacernos algunos cuestionamientos ¿debemos denunciar los culos y las tetas que aparecen en objetos de la cultura masiva porque lo que hay allí es sólo y siempre reproducción del patriarcado? O podríamos pedir más bien una distribución más equitativa de culos, tetas, pitos, hombros, abdominales, orejas, dedos gordos de los pies. El debate es arduo y levanta calientes discusiones. No es ánimo de estas líneas simplificarlas ni darlas por saldadas. Todo lo contrario, lo que buscan es simplemente presionar a Sabella para que ponga otra vez a Lavezzi en la cancha. Pero claro, esta vez, sin camiseta y con el único y puro objetivo de observar qué sentidos sobre géneros y sexualidades se despliegan a través de su figura. ¿Por qué si no?
*Doctoras en Ciencias Sociales (UBA), Docentes en la Carrera de Comunicación y Coordinadoras del Área de Comunicación, Géneros y Sexualidades (Fsoc –UBA).
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jueves, 26 de junio de 2014
Tengo la cabeza tan quemada que volví a los jueguitos del face
Rosa
Eres un ser muy romántico y crees firmemente en el poder del amor, lo que te convierte en una persona considerada y que se preocupa por su pareja.
Fiesta de lentejuelas, hits brillantes y globales, bailes anti-gravitacionales e hipotecas a tasas bajísimas
:: LECTURAS ::
Historias tristes sobre reyes muertos
26-06-2014 |
Una lectura de Jacksonismo, reciente lanzamiento de Caja Negra, con traducción de Cecilia Pavón.
Por Cecilia Boullosa.
¿Qué estabas haciendo cuando se murió Michael Jackson? ¿Qué hiciste después? Un impacto informativo de ese tamaño no nos llega todos los días. Por mi parte, me enteré por twitter, pero no lo creí. Muertes falsas de famosos circulan todos los días. Pero unos minutos después la confirmación estaba en todos los diarios: “El rey del pop murió a los 50 años”. Hice una captura de pantalla de la tapa de Clarín porque seguía sin creerlo. Todavía la tengo guardada en Mis documentos.
Ayer se cumplieron cinco años de su muerte –o de la muerte de lo poco de vivo que quedaba en él para 2009-y y con timing perfecto aparece en castellano Jacksonismo (Caja Negra), una notable colección de 20 ensayos editada por Mark Fisher. El libro es notable e inteligente porque le escapa intencionalmente al tributo fácil o la biografía condescendiente y trata a Michael Jackson como síntoma de una época, cuya fiesta de lentejuelas, hits brillantes y globales, bailes anti-gravitacionales e hipotecas a tasas bajísimas termina con el derrumbe de la economía en 2008. La sucesión de ensayos, a cargo de filósofos, historiadores, profesores de estudios culturales, periodistas y críticos de rock (Simon Reynolds, Paul Lester) y hasta arquitectos -algunos más fans que otros de su música- deconstruye a Michael Jackson sin guardarse nada, hay fascinación en los textos, perplejidad, curiosidad, preguntas, ¿acaso hubo un fenómeno más desconcertante en la cultura de masas que este hombre/mujer, humano/extraterrestre, negro/blanco, niño/adulto? El gran freak del siglo XX. Un personaje que no funcionaría como ficción porque nadie se lo creería.
¿Cuál es tu primer recuerdo de Michael Jackson? Pertenezco a la legión que lo conoció cuando estaba en su punto caramelo. “Todavía más negro que blanco, con más carne que plástico, nunca lució tan bien como en ese momento”. Ese momento son los 5 minutos 32 segundos de 1983 en los que Jackson canta en vivo por primera vez “Billie Jean” durante el 25 aniversario de Motown y muestra por primera vez su moonwalk, -tan suave, tan simple de ver, tan difícil de imitar. Antes de empezar a cantar, Jackson, que viene de reversionar tres o cuatro canciones de The Jackson 5 junto a sus hermanos (ya pesados, sin gracia y anclados a otra dimensión del tiempo) dice: “Estas canciones están muy bien, y me gustan, pero más me gustan las canciones nuevas”. Jackson instaura el orden nuevo, y al otro día se convierte en el hombre más famoso del planeta. “Fue uno de esos eventos televisados que solo ocurren una vez en una generación, un acontecimiento similar a los Beatles, o a Presley en el programa de Ed Sullivan, o a Sex Pistols en Top of the Pops”, escribe Paul Lester en “Los veinte grandes hits de Michael Jackson”. Yo tenía 5 años cuando vi esa presentación, vivía en Paraguay y me acuerdo que con mis hermanos nos volvimos locos. Fue un fogonazo de emoción que se alojó por meses en nuestros cerebros. Aunque lo intentamos, jamás nos salió ni cerca el moonwalk.
“Si había una figura que representara -globalmente- la cultura universal que estaba por llegar, era la figura eternamente joven, aparentemente inmortal y que desafiaba la gravedad, de ese Michael Jackson de la época Thriller-Bad-Pepsi. Fuera de la historia, fuera de cualquier categoría de raza, género o clase, Jackson era al mismo tiempo el “todos” y el “nadie” del liberalismo”, dice Jeremy Gilbert en “La abstracción real de Michael Jackson”.
Jacksonismo es un libro para leer en sincro con Youtube. Cuando Barney Hoskyns sostiene que “si la primera vez que escuchaste ´Don´t stop ´til You Get Enough´ no califica como uno de los mejores momentos de tu vida, entonces está claro que eres alguna clase de vegetal”, no queda otra opción que ir de nuevo y poner play (y comprobar que no sos un vegetal). El periodista David Stubbs describe esta canción de una manera redonda: “Es el juego después del trabajo. Es el neón y el primer trago después del trabajo. Es la alegría urbana”.
En términos de música, la mayoría de los ensayos acuerdan que Jackson perdió la brújula a partir de Bad, “un disco malo”, seguido por otros igual de malos o peores (Dangerous, HIStory, Invincible). Sus canciones cada vez más herméticas, ausentes de alma: “Daba la impresión de estar tratando de adivinar lo que el público quería, en lugar de escuchar sus propios instintos”. Y una paradoja: mientras que desde los títulos de sus discos se forzaba a proclamar una rudeza y virilidad in crescendo (de Bad a Invincible), él, como persona y como estrella, se debilitaba cada vez más. También subyace otra idea: Jackson no fue ni tan influyente ni tan vanguardista como otros músicos negros (Prince, Stevie Wonder) ni siquiera fue original inventando pasos (Jeffrey Daniel, del grupo Shalamar, mostró en cámara el moonwalkun año antes que Jackson en el programa Top of the Pops), pero como entertainer, sí, no tuvo rival. Además, Michael Jackson sabe que está haciendo historia, su ambición estética y su ambición comercial, como dice Simon Reynolds son indivisibles.
¿Michael Jakcson terminó transformándose en uno de los zombies deThriller? ¿El deterioro de su cuerpo y la salud son alusivos al desastroso deterioro de la sociedad post-soviética? ¿Borró todo lo que había de másculino en él, todo lo que había de negro, de humano pero lo único que quiso borrar y nunca pudo fue su memoria? Son algunas de las preguntas, algunas más arriesgadas e incomprobables, que atraviesan los textos deJacksonismo. Para los últimos capítulos el sueño ya se había terminado hace rato: las imágenes terminales de Michael Jackson, drogado hasta la punta del pie con Dilaudid, viendo en loop dibujitos animados y hablando con maniquíes o las de su autopsia -pelado, con las venas colapsadas- son el opuesto de su mejor noche, su mejor versión, cuando “el baile todavía era inocente y el mundo parecía estar en su momento más brillante”.
Tomado del blog de Eterna Cadencia
Lo que queda
PARÉNTESIS
Lo que queda del día. Lo que
queda del cuerpo. Lo que queda de
la ciudad. Lo que queda de los
amores. Lo que queda del alma. Lo
que queda de la memoria. Lo que
queda de ganas. En fin, lo que queda.
*
Maria Elena Walsh
Lo que queda del día. Lo que
queda del cuerpo. Lo que queda de
la ciudad. Lo que queda de los
amores. Lo que queda del alma. Lo
que queda de la memoria. Lo que
queda de ganas. En fin, lo que queda.
*
Maria Elena Walsh
Y sí, también miro si no hay nada abajo de la cama
Mamita tiene mucho miedo de ir al dentista. Es tonto este miedo, así que mamita se lo aguanta y finge que llora por cosas más graves.
Al pedo teorizar hoy sobre corporeidad y medicina y las manos de la ciencia en la preservación/mejoramiento de la vida. Mejor abrir la boca y dejar que el dentista haga lo suyo.
Al pedo teorizar hoy sobre corporeidad y medicina y las manos de la ciencia en la preservación/mejoramiento de la vida. Mejor abrir la boca y dejar que el dentista haga lo suyo.
Mijita habitada
Mijita dice que en casa de uno de los ninios que cuida empezó a leer La mujer habitada. Y ahora le dieron ganas de leer novelas (ella que siempre prefirió "lo real"). Je. Mamita dijo que era cuestión de tiempo y de encontrar el libro exacto para que...
La inocencia es un lujo
“Nunca me he desprendido de la infancia, y eso se paga caro. La inocencia es un lujo que uno no se puede permitir y del que te quieren despertar a bofetadas”
Ana María Matute
Ana María Matute
La Matute
Dieciocho frases brillantes de Ana María Matute que todo el mundo debería leer
Uno de los complementos más cautivadores de la obra literaria de la escritora eran las perlas que adornaban sus entrevistas y textos
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“Ahora os inventaréis citas mías que jamás pronuncié”, se lamentó en alguna ocasión la incombustible Ana María Matute. Hoy toca quitarle la razón.
En el día de la muerte de una de las escritoras más importantes de las letras españolas, sillón K de la RAE y tercera mujer en recibir el Cervantes (en 2010, tras María Zambrano y Dulce María Loynaz y seguida solo por Elena Poniatowska este año) la forma más rápida, cristalina y eficaz de rendirle homenaje es celebrando aquellas citas que sí pronunció. En sus textos, en sus entrevistas o en conversación. Esas que por iconfundibles la definieron. Que la caracterizarán, a ella y a nuestras letras, en el recuerdo. Que le salieron de esa cabeza que, como le dijo un día a a El País, “Me funciona: la tengo tan mal como siempre”.
- "Todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la abuelita. Caperucita era tonta”. Esta la dijo en más de una ocasión, pero la más recordada fue en 2002, en una conferencia, titulada Mujeres: puente de igualdad, en la que reivindicaba el humor en la literatura española.
- “La infancia es el periodo más largo de la vida”.
- “Ser vieja no está tan mal, la gente te perdona todo”, decía a finales de 2011. Una variación de esa otra frase: “Para nada quisiera volver a mis 20 años. Ni a tenerlos entonces, ni a tenerlos ahora”.
- “El mundo hay que fabricárselo uno mismo, hay que crear peldaños que te suban, que te saquen del pozo. Hay que inventar la vida porque acaba siendo verdad”.
- “Nunca me he aburrido. En esta vida lo he podido pasar muy mal… y también lo he pasado muy bien. ¡Uf! Pero aburrirme, jamás”.
- “El Quijote es el primer libro con el que he llorado, con la muerte del Quijote, por todo lo que significa: El dejar que la locura desaparezca. Eso es terrible. El triunfo de la sensatez”, dijo en larueda de prensa previa a recoger el Premio Cervantes.
- “Escribir para mí no es una profesión, ni siquiera una vocación. Es una manera de estar en el mundo, de ser, no se puede hacer otra cosa. Se es escritor. Bueno o malo, ya es otra cuestión”.
- “San Juan dijo: ‘El que no ama está muerto’ y yo me atrevo a decir: ‘El que no inventa, no vive”. Estas fueron las palabras con la que Ana María Matute comenzó su discurso de aceptación delPremio Cervantes. Y nos regaló otra joya para el recuerdo sobre su concepción de la literatura y la vida, que en ella eran la misma cosa: “En la literatura, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas”.
- “Me parecería una autentica falta de cortesía que Dios no existiera”.
- “La ilusión por la vida nos hace soportar la proximidad de la muerte”, llegó a afirmar en 2010.
- “Un gin-tonic te da una lucidez bárbara”, dijo en otra ocasión sobre una de las costumbres que cultivó hasta sus últimos días. (En una entrevista a El País también ilustró que: “No hay cosa que más me gusta que un gin-tonic”.)
- “Siempre he creído, y sigo creyendo, que la imaginación y la fantasía son muy importantes puesto que forman parte indisoluble de la realidad de nuestra vida”.
- “El dolor es más llamativo que la felicidad”.
- “El tiempo lo cura todo, pero también lo quema todo. Lo bueno y lo malo. Te arranca de la memoria cosas que quisieras tener ahí. El tiempo se lo lleva”, comentaba este mismo año.
- “¿Qué es la felicidad? Son momentos. Lo que no existe, creo, es la desgracia continuada, pero la felicidad intensa, como lo que yo he vivido. ¿Todo el rato así? No podría soportarlo”, comentóen El País.
- “Si no hubiese podido participar en el mundo de los cuentos y si no hubiese podido inventarme mis propios mundos, me habría muerto”.
- “Escribir es siempre protestar, aunque sea de uno mismo”.
- “Nunca me he desprendido de la infancia, y eso se paga caro. La inocencia es un lujo que uno no se puede permitir y del que te quieren despertar a bofetadas”, decía en 2008 al publicar su novela Paraíso inhabitado.