viernes, 28 de febrero de 2014

Luna verde que va

Irupé.

Irupé...
luna verde que va
florecida de blanco nupcial.
Cuenta una vieja historia
que el manso río
enamorado de una indiecita
con voz de bruma la cortejaba.

Y en su lecho de barro,
peces de plata,
con brazos de agua la acariciaban
mientras la muerte los acechaba.

Irupé...
Selva y agua serás por el río Paraná.

Y el amanecer
vio la flor mujer
mojada de luna
cantando su amor
sobre el plato verde
del irupé.
Novia vegetal
por el río va
en altar de espuma
sobre la creciente
al abrazo fuerte
del Paraná.

Yrupé...
Luna verde que va...por el río Paraná.

Ramón Ayala.

Quizás estaba demasiado cerca y otras actitudes necesarias


El circo de la mariposa





The Butterfly Circus (El Circo de la Mariposa) es un cortometraje de Cine independiente dirigida por Joshua Weigel y protagonizado por Eduardo Verastegui , Nick Vujicic y Doug Jones en 2009.

jueves, 27 de febrero de 2014

Son tantas que se atropellan

Puse esto en feis:
Tengo tantos kilombos en la cabeza que uno va desplazando al otro y ya no me duele lo que ayer me mataba. ¿Será normal?

Y uno de mis amigos virtuales, Juan Pablo Noroña, me puso el video de esta canción <3



LA TARDE


Pablo Milanés


La luz que en tus ojos arde
si los abres amanece
cuando los cierras parece
que va muriendo la tarde.

Las penas que me maltratan
son tantas que se atropellan
y como de matarme tratan
se agolpan unas a otras
y por eso no me matan.

Sueño con parto retenido


Soñé que estaba en sala de partos del ¿”hospital San Miguel”? (Era una lugar en el que yo no confiaba, pobre y desatendido, medio fantasmal y yo pensaba que “mis dos partos anteriores habían estado mejor ubicados. No había datos sobre los nombres o las caras o las presencias de mis hijos reales pero sí que éste era el tercer parto).
Yo estaba ya abierta de piernas pero no sentía ningún dolor y hacía nada. Preguntaba a los gritos (como he hecho en mis partos reales) qué pasaba y, desde atrás mío, una enfermera desganada me decía que estaba todo bien, todo listo pero que era yo la que estaba reteniendo al bebé y no hacía fuerza para que saliera. Nadie me había avisado, decía yo, reflexionaba sobre mi condición de madre retentiva y decidía parir. No había dolor, el bebé salía pero alguien decía que tenía algo duro en su manito y que había que operarlo. Al rato m mostraban una mano cortada, yo gritaba y los paramédicos mal paridos que me atendían (pienso ahora en algo como The Horrour story) me decía que NO era de mi hijo sino de una operación anterior para que yo viene que no era nada, que quedaba bien (¿???)
Finalmente me daban a mi bebé pero me decían que yo no podía irme con él porque yo tenía piojos (era como una condición de mala madre o de peligro para el ninio). Al final salíamos y ahí el sueño se iba al chancho porque nos íbamos a vivir como a un barco varado enfrente del hospital que se transformaba en cárcel y unos presos se escapaban y yo tenía miedo de que vinieran a mi barco-casa y venían pero uno quería que yo le enseñe a leer. Me acuerdo de un libro de imágenes que le mostraba al analfabeto y de mi hijito bebé muy chiquito de tamaño y con un gorrito en la cabeza y que me costaba tener en brazos porque se me deslizaba.
No me acuerdo más.

martes, 25 de febrero de 2014

Lo que los franceses llaman charmeurs

lanacion.com |
ADN Cultura

Viernes 21 de febrero de 2014 | Publicado en edición impresa

Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo
La gracia y la malicia, unidas en un matrimonio fascinante



En el año del centenario del escritor, reproducimos una extraordinaria entrevista que ambos concedieron juntos a la revista Claudia, en 1983, rescatada ahora por Ernesto Montequin para la edición de El dibujo del tiempo, libro que Lumen distribuirá en marzo y que incluye textos inéditos de Ocampo, de los que aquí se ofrece una selección


Por Hugo Beccacece | Para LA NACION



Tienen la belleza, la fascinación y la crueldad de lo perfectamente acabado, de todo aquello que por su plenitud se basta a sí mismo. Después de haber estado con ellos, cualquier conversación resulta insípida, pesada, vulgar, como si uno hubiera abandonado una región iluminada por un sol perpetuo para pasar a una comarca cubierta por las nieblas. Probablemente haya otros matrimonios literarios en el país, pero, sin duda, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo forman la pareja más talentosa e imaginativa de la Argentina.

Ella es autora de poesías memorables y de cuentos llenos de gracia, de malicia y de perversidad. La palabra "perversidad" seguramente aparecerá varias veces en esta nota, pero en el sentido en que se aplica a las travesuras -a menudo infernales- de los chicos. Porque sobre todo Silvina ha hecho un culto de su personaje de "ingenua" terrible, capaz de los gestos más tiernos, pero también más complejos, en los que nunca falta una veta de ironía, de burla. Es el mismo espíritu que se encuentra en su primer libro Viaje olvidado (1937) y después en Enumeración de la patria, Espacios métricos, Autobiografía de Irene, La furia, Las invitadas, Lo amargo por dulce.

Él irrumpió con la fuerza de un meteoro en la literatura nacional tras la publicación de La invención de Morel (1940), una novela fantástica que suscitó el deslumbramiento de sus colegas argentinos y extranjeros. Después Plan de evasión, El sueño de los héroes, El lado de la sombra, El gran serafín, Diario de la guerra del cerdo -llevado al cine por Torre Nilsson-, así como los libros escritos en colaboración con Jorge Luis Borges con el pseudónimo de Bustos Domecq, confirmaron que, junto con Borges y Silvina, su mujer, forman el trío de escritores más brillantes de la Argentina.

Cuando se los trata, se comprueba que son lo que los franceses llaman charmeurs. Compiten en rasgos de ingenio, en demostraciones de simpatía, en gestos corteses, que alternan de tanto en tanto con abruptos llamados a la realidad. Silvina es una de esas autoras cuya obra coincide con su personalidad como la piel con el músculo de un atleta. Porque Silvina ejerce sobre quien hable con ella el mismo poder hipnótico de sus cuentos y poesías. Así como es difícil dejar de leerla, una vez que se empezó, también cuesta despedirse de ella porque es imposible cansarse de sus ocurrencias, de sus tonos de voz tan deliberadamente infantiles, de ese candor espontáneo que es el resultado de años de cuidadoso ejercicio.

Pero así como es un placer hablar con ellos, entrevistarlos puede ser un complicado proceso. Los Bioy odian las entrevistas; detestan dejarse tomar fotografías; aborrecen la publicidad, la promoción, es decir, todo aquello que la mayoría de sus colegas acepta con resignación o que también buscan desesperadamente. Obtener de ellos una corta charla destinada a la publicación es el fruto de infinitas llamadas telefónicas, de reticencias, diplomacia, sonrisas, negativas, dudas. Es el estilo de la casa: juguetón, inquietante, lleno de imprevistos sabiamente calculados como una vertiginosa vuelta en la montaña rusa. Eso hace muy difícil que se les pueda hacer un reportaje de manera tradicional. No quieren grabadores, tampoco les gusta mucho que se tomen notas: en suma, hay que librarse a la buena memoria, la observación y seguir con aparente despreocupación el hilo meandroso, encantador, de sus razonamientos y descripciones.

Esa noche de primavera, en el piso que ocupan en la calle Posadas, comenzamos hablando de los espectaculares de televisión dirigidos por Boyce Díaz Ulloque en los que se verán dos adaptaciones de cuentos de Silvina y dos de Bioy.

Adolfo Bioy Casares: -Boyce es amigo personal nuestro y se ha tomado un enorme trabajo para llevar a la televisión esos relatos. Además se ha ocupado desde la ropa, la música y la elección de exteriores hasta los más mínimos, minuciosos detalles.

-Tanto tus cuentos como los de Silvina son muy cinematográficos. Por otra parte, vos sos un aficionado al cine y a la fotografía. Tus fotos siempre fueron muy celebradas.

ABC: -Alguna vez declaré: "Me gustaría que el fin del mundo, si llega, me encuentre en una sala de cine". Me agrada que me cuenten historias.

Silvina Ocampo: -Adolfito es un espectador muy paciente, muy fiel. Ve todas las películas hasta el final. Yo soy más inquieta. Cuando estoy en el cine, de pronto, me doy cuenta de que en realidad me gustaría haber ido al día siguiente. Entonces me levanto y me voy. Me digo: "Mañana vengo". Y no es cierto. Mañana no voy. Y cuando voy, que no es mañana, me ocurre otra vez lo mismo. Yo siento que el cine y la televisión me esterilizan, me quitan inspiración, me dispersan.

ABC: -Sin embargo hay películas que te gustaron mucho, El desierto de los tártaros, Fama, los filmes de Buñuel.

-Bioy, algunos de tus libros fueron llevados al cine, como La invención de Morel, Diario de la guerra del cerdo, Invasión, que escribiste en colaboración con Borges; ¿qué te parecieron esas versiones?

ABC: -No he tenido demasiada suerte con ellas. Me acuerdo que un grupo francés hizo La invención. para televisión. Yo estaba en ese entonces en París y cuando la proyectaron la vi en el aparato de los dueños del hotel donde me hospedaba. Me acuerdo de que, en una habitación bastante chica, estábamos el matrimonio de propietarios, un hijo, yo, y creo que alguna otra persona. Fue muy incómodo. A medida que transcurría la acción ellos se fueron aburriendo. Se levantaban, iban a la cocina, volvían. Yo me sentía inclinado a pedirles disculpas, a decirles que si querían podían irse. Ellos trataban de ser gentiles.

-¿Por qué no hiciste personalmente la adaptación de los cuentos que dirigió Díaz Ulloque?

ABC: -No sé hacer ese trabajo. En algún momento de mi juventud, debo de haber fantaseado hasta con la posibilidad de dirigir. Pero esa tarea no es para mí. Hay que ser muy organizado y saber mandar. Yo detesto dar órdenes. Me parece una falta de respeto.

-¿Cuándo empezaste a escribir, Silvina?

SO: -Mi carrera literaria se la debo a Bioy. Fue él quien me introdujo a la literatura. Siempre me había gustado leer y también escribir. De chica, redactaba unas cartas larguísimas. Muchos de mis cuentos son cartas. Pero, cuando era más joven, quería ser pintora. Estudié con distintos maestros, uno de ellos fue Giorgio De Chirico. Escribí una poesía sobre él: "Giorgio De Chirico, yo fui su alumna/ recuerdo el perfil griego y la mañana/ y el cielo de París en la ventana/ donde soñó el espacio y la columna".

-¿Y vos, Bioy?

ABC: -Mi primer libro lo terminé a los seis años. Era una novela de amor dedicada a mi prima. Se llamaba Iris Margarita. Después terminé varias novelas más. Toda mi producción hasta La invención de Morel es un horror: Prólogo (1929); 17 disparos contra lo porvenir, Caos, Vanidad, La estatua casera, y otros más. Yo insistía en publicar para castigo de mis amigos. Ellos me consideraban un buen muchacho, pero yo les infligía novela tras novela.

Alguno, más sincero, llegó a decirme: "¡Adolfito, caramba, qué cosas escribís!". Con La invención. decidí intentar otro sistema de escritura. Quise hacer una novela que no tuviera nada que ver conmigo. Transcurre en el trópico, en una isla, en ambientes que nunca fueron los míos. Traté de evitar las frases largas que siempre llevan a equivocarse, tienden a ser pesadas. Intenté desaparecer de la obra. Hasta ese momento estaba demasiado ansioso de demostrar que sabía escribir muy bien, que manejaba un vocabulario extenso, que tenía conocimientos de matemática, de filosofía, de historia. Fui más simple, lo que me llevó mucho más tiempo y trabajo. Así fui aprendiendo.

-A vos y a Borges siempre les ha interesado la matemática. ¿De dónde nace esa afición?

ABC: -En los primeros años del colegio secundario yo era muy mal alumno. Por fin mis padres me pusieron un profesor de aspecto muy especial: gran melena, frente ancha, corbata lavallière. Era la típica imagen de los poetas y socialistas de principios de siglo. Con él me puse al día y me convertí en el mejor alumno de matemática del colegio. Después llegué a leer Principia Mathematica, de Russell. Pero hoy me he olvidado de todo lo que sabía de fotografía. Eso me ha enseñado que en la vida no se conquista nada definitivamente.

EL AMOR, LA LITERATURA Y LOS PERROS

-Silvina, ¿cómo conociste a Bioy?

SO: -En realidad, yo me enamoré de Áyax, su perro. Era precioso. A mí no me gustaban mucho los perros, prefería los gatos. Pero Áyax, el perro de Bioy, sí me gustaba. No había otro como él. Después Bioy me ayudó a comprender a los perros. Y los amé. Los perros nos acompañaron toda la vida. Áyax es muy fiel: casi se suicida por Adolfito. Una vez estaba en la planta baja de su casa, un servidor fingió atacarlo para ver la reacción de Áyax, y el perro por poco se tira del balcón del primer piso para defenderlo. Después tuvimos muchos perros. Diana fue una de mis preferidas, murió hace poco.

-¿Qué fue lo que te atrajo de Silvina, Bioy?

ABC: -Me deslumbró su inteligencia. Ella tiene una personalidad tan compleja, tan rica, y yo soy tan elemental, tan simple.

SO (indignada): -¡Ay, qué respuesta tan convencional, Adolfito! ¡Qué van a decir tus lectores! ¡No es cierto que te enamoraste de mi inteligencia!

ABC: -Pero sí, es verdad. A mí las entrevistas no me gustan por este tipo de cosas. Es como si uno mostrara unas míseras moneditas -la vida de uno, al fin y al cabo- y les diera enorme valor. O al revés, se dice lo que para uno tiene mucha importancia, y eso resulta una nimiedad para otros. Quizá se deba a que soy muy tímido.

-Los tres somos muy tímidos, probablemente.

SO: -¡Ah! Entonces ahora yo voy a hacer algunas preguntas. Vos, Hugo, ¿cuándo empezaste a ser tímido?

-No recuerdo ninguna fecha precisa.

SO: -¿Y vos, Adolfito?

ABC: -Yo he vivido avergonzado.

SO: -En cambio, yo me acuerdo perfectamente del momento en que empecé a ser tímida. Tenía cuatro años. Estaba en París en un restaurante acompañada por mi institutriz. Ella le aseguraba al maître que yo sabía leer y escribir "arveja", que en francés se dice petit pois. Y yo, en vez de escribir esa expresión puse petitpipi. Toda la gente se echó a reír a los gritos. Me pareció que se burlaban de mí. Desde entonces soy tímida.

-¿Cuándo se casaron?

ABC: -En el 40, cuando apareció La invención de Morel. Éramos novios desde hacía mucho tiempo. Estábamos en el campo y se nos ocurrió casarnos, así que subimos al coche y fuimos al pueblo para hacerlo. Recuerdo que en el camino nos encontramos con un amigo. Nos preguntó: "¿Adónde van?". Le respondí: "Nos vamos a casar". Y él contestó: "Espérenme. Voy a buscar unos rifles y los acompaño". Pensó que íbamos a matar perdices.

-La amistad de Borges con ustedes ha marcado la vida y la obra de los tres. ¿Cómo lo conociste, Bioy?

ABC: -En casa de Victoria Ocampo. Simpatizamos. Yo tenía que escribir la publicidad de un producto; un trabajo que alguien me había conseguido. Entonces me fui a trabajar al campo junto con Borges. Y allí planeamos hacer cuentos en colaboración.

-¿Y de dónde proviene la pasión de los tres por la literatura fantástica?

SO: -De la literatura inglesa. Nosotros pusimos de moda la literatura fantástica en la Argentina, así como pusimos de moda la novela policial. Adolfito me convenció de que escribiera con él una novela policial a pesar de que no me sentí dotada para ese género. Pero él me dijo que si uno quería adquirir oficio debía escribir de todo. Y lo hicimos.

ABC: -Yo me obligo a escribir todos los días. Me obligo a versificar, aunque no publique esos poemas. También escribo piezas teatrales, además de mis cuentos y de mis novelas. Tengo la suerte de poder mantener en suspenso varias obras a la vez, y pasar de la una a la otra sin inconvenientes. Ahora tengo pendiente la terminación de varias novelas y cuentos. El perjurio de la nieve, que Torre Nilsson hizo en cine con el título de El crimen de Oribe, se me ocurrió una noche por la calle mientras caminábamos con Borges. Yo le conté el argumento. Y él me dijo que era una buena idea, pero muy difícil de escribir. Pasaron años hasta que lo hice. Durante una enfermedad, mucho tiempo después de esa madrugada, me desvelé y me puse a escribirlo. Esa posibilidad de tener en redacción varias cosas simultáneamente me hizo más fácil la vida. Porque yo no sólo he escrito. La ambición más querida de mi juventud era ser campeón mundial de tenis. También fui capitán del equipo de rugby de mi club. Por vanidad, por el gusto de ser capitán. Pero después no se me ocurría qué hacer, qué instrucciones impartir. También me gustaban y me gustan los caballos, los amigos, las lecturas y, por supuesto, las chicas. El campo también me agradaba mucho, pero desde el punto de vista estético. No me ocupo de la administración de los míos. Te repito: no sabría dar órdenes. Si tuviera que despedir a alguien, sufriría horriblemente.

LOS GNOCCHI PROHIBIDOS

Hemos pasado al comedor, como la naranja de las canciones de María Elena Walsh. Mientras Bioy llena las copas de champagne, Silvina trae primero una bandeja con una corona de arroz y una crema de espinacas. Después de aconsejarme que eche todo el queso posible sobre esa combinación, me aclara que no le gusta el arroz; por eso, trata de disimular su sabor. Cuando le comento que el arroz es uno de mis alimentos preferidos, Silvina me mira con una expresión casi de horror. Un espanto que aumenta cuando me sirvo por segunda vez. "Ponele más queso, por favor, que me impresiona verte comer eso", ruega. Unos minutos después, un pollo sucede al arroz. Entonces comento: "De saber que había un segundo plato, no me hubiera servido dos veces del primero. Es mucho". Y Silvina le enrostra a Bioy:

SO: -Si yo te digo, Adolfito, que le servimos mucha comida a la gente. Una vez casi perdemos una amistad por esa insistencia en atosigar a las visitas con comida.

-En el libro Encuentros con Silvina Ocampo, de Noemí Ulla, hablás bastante de la comida. Un tema frecuente en tu obra.

SO: -La comida es importante en la vida de todos. Si los personajes no comen, se mueren. Escribí algunos cuentos en que debí hacer descripciones de muchos platos. En "Los amantes", por ejemplo, ya se me habían acabado las recetas de tortas y no sabía a quién acudir para agregar más detalles. A mí me encantan los crêpes hechos por los franceses. (A esta altura ya había llegado a los postres.) Estos crêpes de mi cocinera española son ricos, pero salieron más gruesos de lo que a mí me gustan. Hay muchos que los prefieren así. Una vez en casa de la señora de X, comí unos panqueques horribles. Eran tan raros. Uno tenía la impresión de estar mascando neumáticos. La cocina siempre me interesó. Pero en esta casa tienen éxito las comidas que salen mal. En una época yo hacía un budín de dulce de leche riquísimo. No te imaginás: era perfecto, sin grumos. Pasaba inadvertido. Hasta que un día me salió mal y todos empezaron a pedírmelo. Desde entonces, como te imaginás, me aplico para que me salga mal. Lo mismo me sucede con las gelatinas. A mí me gustan temblequeantes como deben ser. Pero a los demás les agradan durísimas.

Mi inclinación por la cocina se remonta a la infancia. Adolfito dijo que a los seis años había escrito su primera novela. Yo, a los cuatro, hice un aporte considerable: inventé los gnocchi. Era la menor de mis hermanas. Recuerdo que un día estaba con una de ellas, Pancha, junto a un fuego. Era algo que no me estaba permitido. Entonces con unas basuritas y harina me puse a amasar, y así me salieron los gnocchi. Yo no sabía que se llamaban así y pensaba que eran una creación. Los gnocchi eran mi invento prohibido, el resultado de una transgresión. Había tantas cosas que no se podían hacer en mi niñez. Todo es distinto para los chicos de hoy. Les están permitidas muchas cosas. Mis tres nietos, por ejemplo, aprovechan que este departamento es grande para jugar al tenis aquí, sin ir ala plaza. Se la pasan peloteando contra las paredes. Todo eso es bastante cómodo para los padres y para los abuelos. Uno no tiene que salir tanto a la calle para pasearlos. Las que sufren son las paredes.

Se había hecho tarde. Acordamos entonces encontrarnos dos días después para conversar con Boyce Díaz Ulloque sobre el ciclo de televisión. Todavía no habíamos tocado un punto crucial, dramático, decisivo: las fotografías. Ya dije que Silvina y Bioy detestan que les tomen fotos. Por eso, dos días después, resolví aparecer acompañado por el fotógrafo sin prevenirlos, como si lo hubiéramos convenido desde siempre. Y el milagro se produjo.

La púdica, la rebelde Silvina se acercó al equipo fotográfico y, como una chica atraída por las lentes, por los dispositivos, por el flash, tomó la cámara en la mano, me enfocó, pidió explicaciones sobre los distintos mecanismos y, dócilmente, guiada por la cortesía de Antonio Capria, posó con la aplicación de una modelo: ensayó poses resignadamente, suspiró, se arregló el pelo, sugirió algunas tomas. Boyce Díaz Ulloque y el mismo Bioy Casares asistían impresionados a esta metamorfosis. Más tarde, entre risas y reproches merecidos, Silvina confesó: "Me sentí tan aterrorizada ante esa máquina que lo acepté todo. Me interné en ese mundo de horror, hice todo lo que me dijeron, para terminar de una vez con esa tortura". Adorable e imprevisible Silvina, tan adorable e imprevisible como sus cuentos y poesías..

Descarnados, nada inocentes y con sexo explícito

Hermanos Grimm: cuentos sin final feliz

POR Redacción lavozdegalicia.es
 Nacieron en realidad como relatos descarnados, sin un ápice de sensibilidad, nada inocentes y con finales duros, sexo explícito, violencia y sadismo, orientados a ofrecer una lección de vida y reflejar la crueldad de la Edad Media
Grimm_1Grimm’s Fairy Tales/ Andrea Cefalo/ Author of the Fairytale (andreacefalo.com)
El 20 de diciembre de 1812 se publicó la primera edición de los cuentos de los hermanos Grimm, una selección de crudos relatos, en su versión original, recopilados de la tradición oral alemana y considerados entonces por los ingleses como un reflejo de la maldad germana. Los cuentos tuvieron que ser suavizados para acabar convirtiéndose en los clásicos infantiles que hoy en día son. En 2005 fueron nombrados Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Los cuentos de los hermanos Grimm tienen, contra la creencia popular que los considera los clásicos de la literatura infantil por excelencia, una cara oscura, alejada de la ilusión y los finales felices. En diciembre 20 de 2012, su primera edición cumplió 200 años, razón por la cual el cuento de los hermanos Grimm Caperucita Roja saludó a los usuarios de Google desde un doodle.
Lo cierto es que, recopilados por Jacob y Wilhelm Grimm de la tradición oral de la ciudad alemana Kassel y publicados por primera vez el 20 de diciembre de 1812, los originales cuentos de los hermanos Grimm nada tienen que ver con las descafeinadas historias que nos contaban para dormir cuando éramos niños. Nacieron en realidad como relatos descarnados, sin un ápice de sensibilidad, nada inocentes y con finales duros, sexo explícito, violencia y sadismo, orientados a ofrecer una lección de vida y reflejar la crueldad de la Edad Media.
En 1815 se publicó un segundo volumen de los cuentos de los hermanos Grimm, versión que fue ampliada en 1857 y en la que Jacob y Wilhelm Grimm suavizaron el tono y la brutalidad de sus relatos. Hoy, los manuscritos de estos cuentos son propiedad de la biblioteca de la Universidad de Kassel y desde 2005, convertidos en todo un referente de la literatura infantil, forman parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Doscientos años después, Google convirtió su logotipo en uno de los cuentos de los hermanos Grimm, Caperucita Roja, relatando a través de uno de sus populares doodles su peculiar versión de una de las historias más entrañables de todo el repertorio de los hermanos Grimm. Un doodleinteractivo permitió a los usuarios de Google asistir a una auténtica representación de la historia de Caperucita Roja, la abuelita, el lobo feroz y el cazador a través de 22 ilustraciones.

No siempre fueron historias para niños
Grimm_2Fairy Tales and their Hidden Power (thefairytales.blog.com)
Blanca NievesPulgarcitoHansel y GretelCenicientaBella Durmiente y tantos otros personajes de las aventuras con las que los niños comparten su infancia tuvieron su origen en la pluma de Jacob y Wilhelm Grimm, en los cuentos de los Hermanos Grimm, muy unidos también en el compromiso por el estudio y el rigor científico como profesores universitarios que eran en la Alemania romántica. Esa dedicación voraz de los Hermanos Grimm hacia su cultura hizo que con un detallismo propio de los estudios etnográficos actuales recogiesen leyendas, cuentos y fábulas, respetando la sencillez y espontaneidad del discurso oral. Esos clásicos de hoy, esos cuentos de los Hermanos Grimm, que fueron recopilados y publicados entre 1812 y 1817, fueron también traducidos como Cuentos infantiles y del hogar.
Son más de 200 historias las que se reúnen en los cuentos de los Hermanos Grimm (está también la Caperucita de Perrault, pero versionada, El sastrecillo valienteEl lobo y los siete cabritillos…) cuya influencia en la literatura (¿infantil?) posterior ha sido inmensa, desde Dickens hasta la Alicia de Carroll…
Con su intención de fundamentar la expresión auténtica del espíritu alemán, los Hermanos Grimm cayeron en la paradoja de que todo lo alemán que hay en sus cuentos es al fin una migaja de lo universal de esas historias que fueron versionadas en otros países. Y es ahí donde radica la mágica fortaleza de estos cuentos de los Hermanos Grimm, relatos populares que abren la imaginación por su falta de contexto, por su maniqueísmo, por su realismo fantástico, pero sobre todo porque pueden volver a contarse de memoria y transformarse. Esa es la clave de unos textos, que en principio los Hermanos Grimm no publicaron para niños (luego los retocaron) –hay crudeza descarnada—, pero que asombran por su permeabilidad y ritmo, unos cuentos que, en muchos lugares, sus versiones escritas han desplazado casi por completo a las que seguían vivas en la tradición oral local.

Grimm_3Captivating Illustrations of Classic Fairy Tales (www.onextrapixel.com)
Frente a estas críticas que tachaban de extremadamente duros los cuentos de los Hermanos Grimm, los escritores alemanes tuvieron que modificar, más bien suavizar, algunos de los aspectos incluidos en sus historias. Así, la madre de Hansel y Gretel pasó a ser una madrastra, porque el hecho de abandonar a los pequeños en el bosque no se acomodaba a la imagen maternal de la época, y las referencias sexuales explícitas fueron suprimidas en varios de los relatos de los cuentos de los Hermanos Grimm. En la versión original de Blanca Nieves de los cuentos de los Hermanos Grimm, a la malvada madrastra se le obligaba a bailar con unas zapatillas de hierro ardiente al rojo vivo hasta caer muerta, un ejemplo de la crudeza que imperaba en los relatos y que fue condenada por maestros, padres de familia y figuras religiosas en la América del Norte de mediados del siglo XIX.
En 1812, los escritores publicaron el primer tomo de los cuentos de los Hermanos Grimm, que se vendió modestamente en Alemania y al que siguió en 1914 una segunda edición con una nueva recopilación de historias populares. En 1837 vio la luz un tercer tomo de relatos, supervisada por los Hermanos Grimm. Entre 1825 y 1858 se publicarían diez ediciones de una edición especial de los cuentos de los Hermanos Grimm –pequeña edición— que, a diferencia de las anteriores, con notas eruditas al pie de página y orientadas a folcloristas patrióticos, se publicó con ilustraciones que acompañaban a los 50 relatos que la integraban.
Después de la Segunda Guerra Mundial estuvo prohibida la venta de los cuentos de los Hermanos Grimm en la zona de ocupación inglesa hasta 1948, considerados por la población británica como una indiscutible prueba de la maldad de los alemanes. Hoy, los cuentos de los Hermanos Grimm son una gran referencia tanto en el teatro como en el cine, en la ópera, en la pintura, en la publicidad y en la moda, y, desde 2005 fueron incluidos en el Programa Memoria del Mundo de la Unesco.

En su forma original
Grimm_4Çizgili masallar: Rapunzel by Alix Berenzy (cizgilimasallar.blogspot.com)
No todos los cuentos de los hermanos Grimm son fábulas de referencia. Existen relatos poco conocidos que también engordan el repertorio de los escritores alemanes, como Hermanito y hermanita, que se han publicado por primera vez en español y “sin edulcorar”, tal y como los concibieron los hermanos Grimm hace 200 años, un tiempo que, de acuerdo con la traductora Isabel Hernández, no les ha hecho perder “ni un ápice de vigencia”.
Con motivo del bicentenario de la publicación de los famosos cuentos de los hermanos Grimm, la editorial Nórdica lanzó una edición que reúne 17 historias que no fueron objeto de las alteraciones lingüísticas que realizó en muchos de sus cuentos Wilhem Grimm. El hecho de que los cuentos aparecieran en revistas o periódicos de la época de forma aislada contribuyó a que algunos hayan permanecido “en su forma original”.
Según la traductora de la obra, diez de estos cuentos fueron incluidos, con importantes variaciones formales, en la colección definitiva de los cuentos de los hermanos Grimm, mientras que los siete restantes, probablemente debido a su origen extranjero, no aparecen en alguna de las publicaciones que los hermanos alemanes hicieron en forma de libro.
Estos siete cuentos de los hermanos Grimm que se alejan de la tradicional inspiración alemana son Un cuentecilloHistoria de la centellaLa fiesta de los habitantes del mundo subterráneoCuento de Hans el EspabiladoHeinz el VagoLa guerra de las avispas y los asnosEl reyezuelo. Que estos cuentos de los hermanos Grimm hayan permanecido prácticamente ocultos –señala Isabel Hernández— se debe al hecho de que los propios autores no hicieron apenas referencias a los mismos y solamente Heinz Rölleke, uno de los mayores especialistas del género, supo prestarles la atención que merecían y los editó conjuntamente en un volumen publicado por la editorial Insel en 1993.
Sobre esa base se ha gestado la edición publicada por Nórdica de unos cuentos de los hermanos Grimm que para Hernández suponen “unas de las pocas manifestaciones existentes sobre el origen del trabajo filológico” de una colección universal. Los textos, ordenados cronológicamente de acuerdo con su fecha de publicación, indican a pie de página los datos sobre el lugar y fecha de publicación, y suponen, según la traductora, “otra forma de ver y entender” los cuentos de los hermanos Grimm, el libro alemán más editado, traducido y famoso de todos los tiempos. “La gente piensa que los cuentos de los hermanos Grimm fueron siempre dirigidos al público infantil, y no es así”, explica Isabel Hernández. De acuerdo con esta traductora, lo más probable es que a los hermanos Grimm “no les gustasen lo más mínimo” las adaptaciones que se han hecho con el tiempo de sus cuentos, al considerar su trabajo desde un punto de vista filológico. “Las adaptaciones de los cuentos de los hermanos Grimm alteran su parte didáctica y el contenido, quitando elementos trascendentales”, abunda la traductora, quien considera que este volumen no entra en la categoría de literatura infantil y juvenil, “aunque si lo lee un joven, y sabe leerlo, extraerá unos mensajes vigentes hoy en día”.

Grimm_5The Brothers Grimm weren’t just about fairy tales (blogs.telegraph.co.uk)
La recopilación realizada por Nórdica incluye cuentos de los hermanos Grimm muy variados y en algunos casos, como el de El reyezuelo, que según Hernández se podría aplicar “a muchos de nuestros dirigentes y banqueros actuales”, transmiten mensajes “plenamente vigentes hoy día”. La idea, asegura, ha sido dar a conocer los cuentos de los hermanos Grimm “desde otro punto de vista”, ya que “cuando uno oye hablar de los hermanos Grimm, sólo tiene en la cabeza Blanca Nieves o Cenicienta con las versiones de Disney en la cabeza, cuando el origen de ese trabajo filológico era muy diferente”.
Las ilustraciones de la palentina Noemí Villamuza en blanco y negro sintetizan, a juicio de la traductora, “perfectamente el alma de cada cuento” y transmiten “el espíritu” del mensaje que querían lanzar los hermanos Grimm. Tras una traducción difícil en la que lo más costoso ha sido, dice, “darles la forma oral” a los cuentos de los hermanos Grimm y saber reflejar en español la estructura alemana, los cuentos siguen siendo, 200 años después, “una fuente de conocimiento brutal en todos los ámbitos de la vida”.


Yo era la pregunta

"Al principio, adoré. Lo que adoraba era humano. No personas; no totalidades, no seres denominados y delimitados. Sino signos. Parpadeos de ser que me impactaban, que me incendiaban. Fulguraciones que llegaban a mí: ¡Mira! Yo me abrasaba. Y el signo se retiraba. Desaparecía. Mientras yo ardía y me consumía entera. Lo que me sucedía, poderosamente lanzado desde un cuerpo humano, era la Belleza: había un rostro, en él estaban inscritos, guardados, todos los misterios, yo estaba delante, presentía que había un más allá al que no tenía acceso, un allá sin límites, la mirada me oprimía, me impedía entrar, yo estaba afuera, en acecho animal. Un deseo buscaba su morada. Yo era ese deseo. Yo era la pregunta. Destino extraño de la pregunta: buscar, perseguir las respuestas que la calmen, que la anulen. Si algo la anima, la eleva, la incita a plantearse, es la impresión de que el otro está allí, muy cerca, existe, muy lejos, de que en algún lugar en el mundo, una vez cruzada la puerta, está la cara que promete, la respuesta por la cual uno continúa moviéndose, a causa de la cual uno no puede descansar, por amor a la cual uno se contiene de renunciar, de dejarse llevar; a muerte. ¡Qué desgracia, empero, si la pregunta llegara a encontrar su respuesta! ¡Su fin!"




HÉLÈNE CIXOUS- La llegada a la escritura

Domingo por la tarde

Domingo por la tarde estás aquí
me siento tan ansiosa de vivir.
Iremos por la calle ¿qué más da?
Domingo por la tarde junto a vos.


Tarde de domingo en Buenos aires
ay, qué lindo es recordarte
recorriendo la ciudad.

jueves, 20 de febrero de 2014

Desde Alaska hasta Tierra del Fuego

Martín Solares traza mapas literarios


Por Sylvia Georgina Estrada
14/12/2012 -




Saltillo.- Desde el pasado febrero la editorial Océano se dio a la tarea de recabar las voces literarias más significativas de nuestro tiempo. A la cabeza de este ambicioso proyecto se encuentra Martín Solares, quien señala que su obejtivo es “detectar buenos autores de otras lenguas, hacer libros muy bellos, de la mejor calidad literaria, y que al mismo tiempo tengan la capacidad de ser leídos por lectores de todo este continente”.

Hotel de las Letras, que recoge novelas y cuentos escritos en cualquier idioma, y La Puerta Negra, dedicada específicamente a la novela policiaca, son las colecciones que dirige Solares y que pretende unir a los lectores de todo el continente americano.

“Creo que si todo va bien, estas colecciones nos van a permitir crear un puente literario desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en el que un lector de Irapuato pueda conocer qué están escribiendo los escritores de Uruguay, Centroamérica o de la comunidad hispana en Estados Unidos, enterarse cuáles son las mejores novelas policiacas que existen actualemente y las tendencias en la ficción literaria. Es un mapa que hay que ir trazando, que cada año cambia y sólo nos queda registar y publicar las mejores novelas que se publican actualmente”, señala Solares en entrevista con Zócalo.

“Lo que tienen en común ambas colecciones y que las distingue de otros esfuerzos editoriales, es que estas dos van a circular en todo el continente americano. Ofrecemos historias que obliguen al lector a permanecer despierto varias noches seguidas, que estén provocando sorpresas constantemente, con personajes interesantísimos cuyo destino realmente sea un motivo de curiosidad para todos nosotros. El tipo de libro que todo lector desea encontrarse en su vida.

“Estamos tratando de localizar a este tipo de autores de todo el mundo. Ahora estamos traduciendo a escritores de Polonia, Turquía, Francia, Estados Unidos, Inglaterra y también publicamos autores de Colombia, Argentina, Nicaragua, México”, comparte el también escritor.

Solares afirma que “el único requisito para publicar un autor es que yo no pueda soltar el manuscrito”. Y con seis lugares anuales para cada colección, el editor se ha dado a la tarea de buscar novelas negras “estupendamente escritas”, e historias que carezcan de “pasajes o capítulos aburridos”.


Vampiros y detectives

Actualmente han salido tres títulos de estas colecciones. En La Puerta Negra destaca la novela de Augusto Cruz, “Londres Después de Medianoche”, que este año se publicará en Seix Barral España, además de Alemania y Francia. “Es un gran suceso para las letras mexicanas”, asegura Solares.

“Se supone que cuando Tod Browning filmó 'Drácula' lo invitaron a hacer una segunda película de vampiros, ya no quiso hacerla con Bela Lugosi e invitó a Lon Chaney, que hizo un filme que los conocedores dicen que es muy superior a 'Drácula', que es la cima del cine fantástico de todos los tiempos.

“Augusto Cruz se tomó el trabajo no sólo de imaginar qué haría un detective del extranjero en nuestro país buscando un filme perdido, porque la única pista conduce hacia México, sino investigando cada uno de los temas y personajes”, explica Solares, quien considera que en el país “es muy difícil encontrar novelas que combinen de forma acertada una idea profunda de la vida con un estilo muy accesible e incluso divertido, que creo que es el caso de Augusto Cruz”.

100 años del narco

En Hotel de las Letras destaca el título “Campos de Amapola”, de Lolita Bosch, “la primera novela sin ficción sobre el narcotráfico en México”.

El libro muestra la vida no sólo de los capos de la droga, también “de los policías que debían perseguirlos, de los periodistas que debían reportear esas notas y que a veces murieron al intentarlo, y de la sociedad civil que ha sido el proveedor de los daños colaterales de las estrategias fallidas del gobierno”.

“Esta novela es una reflexión ética que necesitamos hacer ahora. En México abundan libros del narcotráfico, pero éste es, en mi opinión, uno de los mejor escritos de los que existen, sino es que el mejor”, afirma el escritor.

“Usando la prosa novelesca hasta sus máximas consecuencias, Lolita Bosh consiguió meterse en la psique de personajes muy diversos, y cuenta las historias de lugares tan distintos como Matamoros o Yucatán, a lo largo de 100 años de violencia. Creo que merece ser una novela de referencia, y está, en mi opinión, a la par de novelas tan ambiciosas como 'El Poder y la Gloria' y 'Camino sin Ley' de Grahmn Green, 'Bajo el Volcán' de Malcom Lowry, 'No es País Para los Viejos' de Cormac Mcarthy, o 'Marinero Raso' de Frank Goldman; quiero decir que los extranjeros también tienen derecho a enamorarse de México y si son ampliamente talentosos, como el caso de Lolita Bocsh, nos pueden sorprender con libros que ningún mexicano se ha puesto a escribir jamás y que son gran literatura”.

Fantasía desaforada

El tercer libro es “La Torre y el Jardín”, de Alberto Chimal, que, según la opinión de Solares, “sólo cada 15 años se publica un libro tan bueno como éste”. El editor señala que esta novela se encuentra “en el mismo árbol genealógico que 'Terra Nostra' de Carlos Fuentes, 'Crónica de la Intervención' de Juan García Ponce, 'Porque parece Mentira la Verdad Nunca se Sabe' de Daniel Sada, o 'El Testigo' de Juan Villoro; novelas muy ambiciosas, bien resueltas, desarrolladas de manera impecable”.

“Originalmente el libro tenía 700 páginas y logramos reducirlas a 600. Es una novela de las mejores que se han escrito en México, muy interesante, que combina una imaginación desaforada para lo fantástico lleno de humor negro, de tics oscuros y, por otro lado, con una escritura literaria muy cuidada”, destaca el editor.

“Estamos en un momento muy afortunado, en el que vemos un relevo generacional, y muchos autores se saltan sin problemas prejuicios que atenazaron a generaciones anteriores. Augusto Cruz y Alberto Chimal escriben sin ningún tipo de timidez novelas que retoman el género literario fantástico o el género de terror o policiaco, que eran considerados anteriormente mala literatura”, concluye.



Tomado de http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/martin-solares-traza-mapas-literarios-1355466576

Buscar novelas en fila india

Dice Martín Solares en su muro de facebook:

"Mientras usted se despereza y disfruta el amanecer, este narrador se pone de pie y se aparta del escritorio. Confieso que hace mucho que una novela no me convence de pasar la noche en vela, sólo por el placer de leer, y fue el caso del manuscrito de La novia de Houdini, la apasionante nueva historia de Juan José Rodriguez... Sin duda, su gran regreso a la novela. Mientras veo amanecer y pienso en el sorprendente remate de esta historia, estoy convencido de que Juan José fue capaz de crear un grupo de personajes inolvidables, y sin duda cambiará la idea que sus lectores tienen de la magia y la vida en el México de 1920, lleno de ladrones, carteristas, lanzadores de cuchillos y bellas escapistas que huyeron de los brazos del mismo Harry Houdini. Me ocurrió algo importante: luego de leer esta novela jamás veré a un mago de la misma manera. Tendremos el honor de publicar este gran libro sobre la necesidad de la magia en Hotel de las letras, en fila india con las novelas de Marcos Eymar, Augusto Cruz, Antonio Ortuño y Alberto Chimal, entre otras maravillas."

Coincido con lo a favor y no coincido con lo en contra

espectaculos
JUEVES, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2009
CINE › BASTARDOS SIN GLORIA, DE QUENTIN TARANTINO, CON BRAD PITT Y CHRISTOPH WALTZ

Cuando la historia se reescribe como farsa

Audaz, desmesurada, estructuralmente barroca, con grandes momentos que nunca alcanzan a conformar una gran película, Inglorious Basterds se divide entre la celebración del poder reparador de la ficción y la fantasía pueril sobre la venganza.
 Por Luciano Monteagudo
Aunque no la mejor de sus películas, Bastardos sin gloria seguramente sea la más compleja de Quentin Tarantino, la más difícil de asir, aquella en la que es más arduo adivinar sus verdaderas intenciones y situar su punto de vista ético. ¿Se trata de una celebración del poder reparador de la ficción o una mera fantasía pueril sobre la venganza? ¿Es una farsa sobre las películas bélicas o el intento de reescribir la historia tal como la conocemos? ¿Propone al cine como un arma todavía hoy capaz de ser explosiva e incendiaria o se burla de su supuesto poder subversivo? ¿Va en broma o va en serio? Quizás en esa inquietante indefinición, en su ambigüedad esencial, esté el mayor valor de una película que, si a algo se resiste, es a una lectura literal y unívoca de su discurso.
En primer lugar, Bastardos sin gloria es una de las pocas revisiones del cine de género (o de subgénero) que todavía le quedaban por abordar al director de Pulp Fiction: la de un comando suicida durante la Segunda Guerra Mundial. Si en su ópera prima, Perros de la calle. fue el film noir, en Jackie Brown el denominado “blaxploitation”, en Kill Bill las películas hongkonesas de artes marciales y en Death Proof el film de horror y las road movies, aquí en Inglorious Basterds su excusa son los típicos men on a mission, un grupo de descastados a la manera de los de Doce del patíbulo, dispuestos a morir con tal de matar a todos los nazis que se les crucen en el camino, incluido el mismísimo Führer.
“Erase una vez en... la Francia ocupada por los nazis”, se lee en el prólogo del film, casi como si fuera un título. Y la explícita referencia a los spaghetti westerns de Sergio Leone no es gratuita: la película comienza efectivamente como un western, con una pacífica granja en el medio de una pradera (francesa) a la que no tarda en llegar por un camino polvoriento una partida de villanos vestidos de negro, que no montan a caballo, sino a bordo de unos ominosos Mercedes-Benz de la época. La banda de sonido también se suma a esa mixtura de géneros, con unos ecos de “Para Elise” a los que se superponen unas guitarras que parecen salidas de la pródiga pluma de Ennio Morricone (los créditos finales citan casi una decena de sus composiciones). Esa mélange de géneros y estilos, que va del film de acción a la comedia farsesca, de Robert Aldrich a Ernst Lubitsch (hay más de un eco de Ser o no ser), será de allí en más la nota dominante de una película, como todas las de Tarantino, audaz, desmesurada, estructuralmente barroca, pero en este caso más irregular que nunca, con grandes momentos que, sin embargo, nunca alcanzan a conformar una gran película.
Dividida en cinco capítulos, Bastardos sin gloria –un título que Tarantino tomó prestado a una película bélica que el realizador italiano Enzo Castellari filmó hace tres décadas y que aquí se llamó Aquel maldito tren blindado– narra varias historias simultáneas, que van confluyendo entre sí hasta un final que, literalmente, se cristaliza a sangre y fuego. Del lado de los héroes están los temidos “Basterds” (escrito por ellos con “e” y no con “a”, quizá para darles un carácter aún más amenazador), un grupo comando liderado por el teniente Aldo Raine (Brad Pitt, como un improbable sureño de sangre aborigen) e integrado por combatientes estadounidenses de origen judío, dispuestos a vengarse de cada nazi que atrapen arrancándoles el cuero cabelludo, a la vieja manera de los indios. No por nada al teniente Raine le dicen “Apache”, así como al siniestro coronel Landa (impresionante Christoph Waltz, que se roba la película) lo llaman “Jew Hunter”, porque ningún judío es capaz de escapar de su desarrollado olfato de cazador. Salvo Shoshanna Dreyfus (Mélanie Laurent), única sobreviviente de una familia exterminada personalmente por Landa y que llega a administrar la sala de cine donde tendrá lugar el grand finale, una ucronía que no conviene revelar en su totalidad, a pesar de que ha sido más difundida de lo que debería, considerando que se trata del clímax del film. Baste con decir que esos 40 minutos finales están entre lo mejor de la película y que incluyen una perturbadora puesta en abismo: una sala repleta de nazis riendo felices de una película que celebra una violencia equivalente a la que (con distinto signo, claro) se supone también disfrutarán los espectadores de... Bastardos sin gloria.
Rodada en su mayor parte en los estudios Babelsberg de Berlín, con actores estadounidenses, alemanes y franceses y hablada simultáneamente en tres idiomas (además de una graciosa escena en italiano), Inglorious Basterds es quizá la película más explícitamente cinéfila de Tarantino, lo que no es decir poco. Hay constantes referencias a Leni Riefenstahl y a Georg Wilhelm Pabst, se lo ve al legendario actor Emil Jannings conversando jocosamente con el mariscal Hermann Göring, y hasta hay un “basterd” que en su vida civil era crítico de cine y habla excelente alemán gracias a su profundo conocimiento de la cinematografía de ese país, al punto de que le explica al mismísimo Churchill –en uno de esos diálogos que sólo Tarantino parece capaz de escribir– por qué el ministro de propaganda Joseph Goebbels tiene más similitudes con el productor David O. Selznick que con el zar de la Metro, Louis B. Mayer.
El problema de Bastardos sin gloria quizá sea precisamente ése, que sus diálogos, su guión se imponen por primera vez a la puesta en escena. La escritura siempre fue fundamental en Tarantino, el pilar de todos y cada uno de sus films, al extremo de que empieza los ensayos leyendo en voz alta los textos de todos y cada uno de sus personajes. Pero este guión, con el que venía trabajando hacía casi diez años, luce como una serie de escenas sueltas, algunas incluso reiterativas (los duelos de miradas de saloon, que preanuncian la violencia), a las que esta vez Tarantino no les supo dar el brillo acrobático de Kill Bill o el vértigo mecánico de Death Proof.
8-BASTARDOS SIN GLORIA
(Inglorious Basterds, Estados Unidos-Alemania-Francia/2009).
Guión y dirección: Quentin Tarantino.
Fotografía: Robert Richardson.
Edición: Sally Menke.
Diseño de producción: David Wasco.
Intérpretes: Brad Pitt, Mélanie Laurent, Eli Roth, Christoph Waltz, Michael Fassbender, Diane Kruger, Daniel Brühl, Til Schweiger, Gedeon Burkhard, Jacky Ido.

Bastardos sin gloria

Definitivamente: me gusta mucho el cine de Tarantino. Ésta no sé si la había visto y me la había olvidado o la había visto por partes o si no la había visto y tuve de a ratos algún deja vu.
Lo seguro es que me encantó. Hubo partes en que me causó repulsión y angustia, desesperación ante lo irremediable, ante el estar encajonado frente al poder y a la muerte. Los personajes me parecieron geniales, las situaciones encadenadas, las cosas que salen tan tan tan mal y la venganza final: la cara de Shoshanna en la pantalla gigante. Magníficos los rasgos ucrónicos al pensar un comando formado solamente por judíos liderado por un estadounidense que se apoda "El apache" y se dedican a juntar cabelleras nazis. También la muerte del Fhurer en un cine y su parodia de loco que ríe asesinado por la adolescente judía que el "cazador de judíos" había dejado escapar a pesar de su teoría sobre ese pueblo como ratas.
Genial la locura de la svástica en la frente y la escena del nazi probándole el zapato a la actriz como un príncipe macabro ante una Cenicienta aterrada.
Genial la chica judía, huérfana, vengantiva, que mantiene su cine aún obligada a pasar películas alemanas y respetando a los directores. Divina ella con su amor negro y metiéndole cuatro tiros al pelotudo que, encima de cargoso, quiere que le agradezcan.
Genial cada gesto, cada escena, la música, los letreros y los cortes en la narración tipo comic.

(Y ya se me van a ir ocurriendo más cosas para completar mi lista de genialidades)

miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Cuán atroz puede ser?

Exhibición de atrocidades



Laura Wittner





Alguien pescó, cortó y dejó

en la orilla esta cabeza de pescado

unida simplemente a su intestino.

La veo y siento mi propia cabeza

cómo se continúa en la garganta

y más allá. Con el mar hasta el culo

se besa la pareja enamorada.

La joven pareja enamorada.

También estuve ahí, sí, claro,

¿quién no? Una mujer sin pelo

entra al agua con determinación.

Apelmazado de sal un perro suelto

olisquea por sorpresa la entrepierna

de una chica en bikini: “¡Salí,

perro de mierda!” (cito textual). Si tres

granos de arena secos son capaces

sobre la roca, al viento, de variar

en dibujos infinitos, ¿cuán atroz

puede ser la variación de esta escultura

que en arena dura y húmeda sugiere

un castillo, un torso femenino,

unas montañas, un circo, una frontera?

¿Qué se arrasa por dentro de los moldes

y convulsiona y en lo químico muta

mientras una tan campante veranea?

Mujeres afrodescendientes puertorriqueñas

Cuba y la defensa afrodescendiente de Puerto Rico
Tres puertorriqueñas reescriben el canon


por: Yasmín S. Portales Machado


Esta mañana, en la sala Alejo Carpentier de La Cabaña, un nutrido público asisitó a la conferencia “Narradoras afrodescendientes que desafían jerarquías de poder”. La charla, impartida por la profesora Marie Ramos Rosario (Universidad de Puerto Rico), analiza la producción más reciente de las puertorriqueñas Mayra Santos Febres, Yvonne Denis Rosario y Yolanda Arrollo Pizarro.

Nancy Morejón, poeta galardonada con el Premio Nacional de Literatura de Cuba, presentó a Marie Ramos Rosario como una investigadora acuciosa, interesada en temas tan diversos de su cultura como la literatura, el feminismo, el folclore, la música popular y el racismo. Destacó el hecho de que tales indagaciones no se reflejan solo en su abundante bibliografía, sino que cimientan un accionar político constante de lucha por los derechos de la población afrodescendiente de su país.

Marie Ramos Rosario comenzó su intervención explicando que el tema abordado es muy poco frecuente en los estudios literarios del Caribe. Se comienza a estudiar al hombre negro, como sujeto, como personaje y como creador, pero los prejuicios aún impiden que tales acercamientos incluyan a las mujeres afrodescendientes. En este caso, se reflexiona sobre tres personajes femeninos creados por tres escritoras de Puerto Rico: Mayra Santos Febres, Yvonne Denis Rosario y Yolanda Arrollo Pizarro.

¿Qué tienen en común estas mujeres? Su edad, el color de la piel, el origen urbano y el interés explícito en el abordaje del racismo en sus obras. Esto las une, y sus textos revelan esa comunidad. Sin embargo, la crítica literaria no entiende el nuevo canon de literatura feminista afrodescendiente que ellas están definiendo.

De Mayra Santos-Febres analizó a Marina, una esclava cuyo olor corporal refleja sus estados de ánimo o intensiones. Esta característica es usada como resorte dramático, que juega todo el tiempo con el prejuicio racista sobre el cuerpo negro como salvaje, mágico, subversivo. Al final del relato esa referencia se hace explicita: “Para que después digan que los negros apestamos”, comenta Marina tras vengarse de los amos, a punto de escapar para no ser vista nunca más.

Yvonne Denis Rosario, explicó, construye relatos de hombres y mujeres negros de Puerto Rico (residentes en la isla o en New York), los cuales se afirman en su identidad cultural para defender los derechos de la clase obrera. Su objetivo es demostrar que la piel negra no es una marca de fábrica, que define la identidad. En varios de sus relatos defiende el valor de las intelectuales negras en la protección de la cultura.

En el caso de Yolanda Arroyo Pizarro, al compromiso como mujer negra se suma el de lesbiana. En el volumen Las negras (2012), ella denuncia la construcción de la historia nacional de Puerto Rico desde perspectivas racistas y masculinas, que minimizan la resistencia de los africanos ante la esclavitud –mediante conspiraciones y rebeliones– y excluyen el papel de las esclavas en estos procesos emancipadores.

Es llamativa la violencia descrita en los textos de Arroyo Pizarro, que alcanza un nivel poco frecuente en la literatura femenina de Puerto Rico, acaso el único ejemplo sea Ana Lidia Vega (San Juan, 1946), en la década de 1970. Ella usa la violencia de la intimidad como nunca antes se escribió en la isla. Las situaciones que presenta (una esclava comete infanticidio para no tener un hijo esclavo, la difícil relación entre la nodriza negra y el niño blanco) son dramas provocados por las relaciones de poder racializadas y las estrategias de resistencia a las cuales se vieron forzados los esclavos. Al mismo tiempo, esta ruptura estilística de su literatura puede ser entendida como una metáfora de su posición socio política de lesbiana militante, siempre bajo ataque.

Todas ellas aportan un poco al nuevo paradigma de la escritura feminista que, asegura Marie Ramos Rosario, modelan con sus obras. Este canon incorpora personajes femeninos arrojados, con roles liberadores para el resto de los personajes. Es una literatura que encarna la resistencia y recupera la historia.

En sus conclusiones, la profesora Marie Ramos Rosario firmó que la obra de estas tres mujeres es evidencia de una nueva cepa de narradoras afrodescendientes que rescatan la memoria racial. Han conformado, de facto, un nuevo canon literario, donde patriarcado, sexualidad y raza son pilares constantes. Por supuesto, aclaró, la participación en este canon no tiene que limitarse a personas afrodescendientes, la discriminación racial es una experiencia compleja, abarcadora.

Lo que es imperativo es que las nuevas obras sobre sujetos afrodescendientes superen la autocomplacencia y la victimización. Que construyan fábulas con afirmaciones positivas en sus estrategias narrativas.

Mayra Santos-Febres (Carolina, Puerto Rico, 1966). Comenzó a publicar poemas desde el 1984 en revistas y periódicos internacionales tales como Casa de las Américas de Cuba, Página doce de Argentina, Revue Noire de Francia y Review: Latin American Literature and Arts, en Nueva York. Premio Letras de Oro (Estados Unidos, 1994) por su colección de cuentos Pez de vidrio, y Premio Juan Rulfo de cuentos (París, 1996) por Oso Blanco. En el 2000 Grijalbo Mondadori en España publicó su primera novela Sirena Selena vestida de pena, finalista del Premio Rómulo Gallegos de Novela en el 2001. En 2002 publicó la novela Cualquier miércoles soy tuya. En 2005, publicó varios ensayos en Sobre piel y papel y poesía Boat People. En 2006 su novela Nuestra Señora de la Noche fue resultó primer finalista del Premio Primavera de Espasa Calpe. En 2009 publicó Fe en disfraz. Ha sido profesora visitante en Harvard y Cornell University. Actualmente es catedrática y dirige el taller de narrativa de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras.

Yvonne Denis Rosario (San Juan, Puerto Rico, 1967). Ha publicado sus cuentos y poemas en varias revistas literarias como Tonguas, El Cuervo, Revista Cayey, Revista Identidad y Letras Salvajes. Es profesora en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y en la Universidad Metropolitana. Está terminando el doctorado en Literatura Puertorriqueña y del Caribe en el Centro de Estudios Puertorriqueños Avanzados y del Caribe. Sus novelas Capá prieto y Bufé, circulan en Cuba.

Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, Puerto Rico, 1970). En 1989 ganó el certamen intrauniversitario de la Universidad Central de Bayamón con el cuento “Vimbi Botella”. Ha sido publicada en España, Ecuador, Ghana África, Reino Unido, México, Argentina, Panamá, Guatemala, Chile, Bolivia, Colombia, Venezuela, Dinamarca, Hungría y Francia. En 2004, publicó el libro de cuentos Origami de letras y al año siguiente la novela Los documentados, Premio PEN Club 2006. En 2007 sale su libro de cuentos Ojos de Luna, seleccionado por El Nuevo Día como uno de los mejores del año. Antes y después de suspirar obtuvo premio del Instituto de Cultura Puertorriqueña (Mención de Honor, 2012). Su libro de poemas bilingüe (inglés y español) Saeta (2011), explora el tema de resistencia e historicidad en el marco de la mujer afrodescendiente, rebelde y cimarrona.

Fuente: http://feriadellibro.cubaliteraria.cu/noticia.php?idnoticia=1288

martes, 18 de febrero de 2014

A serious Man

Nontendí un soto. Me reí en muchos momentos, sé que hubo momentos geniales, pero no logré reconstruir la narración.

En cada extremo del puente

Valeria Pariso




En cada extremo
del puente
siempre hay un niño
o una niña
que teme
al abandono.




Ver en http://tantotequeria.blogspot.com.ar/

Mudos voluntarios

Valeria Pariso




Acá adentro
cuchillo corazón y la impiadosa
palabra que corta la garganta
son ley para los ojos.

No quiero que me junten con los huesos
de alguien que no haya conocido
el dolor
de no poder decirlo.

Hay tantos mudos voluntarios
donde termina esta casa.




Tomado de http://tantotequeria.blogspot.com.ar/

Vale vino a casa


domingo, 16 de febrero de 2014

La casa mágica de Paula

El viernes fui a visitar a Paula,  hacía más de 7 años que le debía esta visita, y así y todo pasó a buscarme en auto por casa para que yo no tuviera excusa. Llegamos. Lo que sigue es maravilloso: cientos de plantas creciendo libremente como si fuesen pájaros,  bibliotecas por todos lados, tres gatos que parecen moverse nada más que para demostrar que la casa les pertenece y un perro que se acuesta sobre los pies del invitado sólo para que se sepa que ahí nadie está en guardia, que es un lugar donde se puede estar tranquilo. Paula me regaló, además de libros, un montón de esquejes de las plantas que ama: hiedra, jazmín del país, un tipo de suculenta que yo no tenía, otra de hojas violetas alargadas que no sé cómo se llama, y la mejor de todas, una rama de la planta de frambuesas. Es la primera vez que veo una planta de frambuesa: es hermoso que un fruto tan delicado pueda crecer en medio de tantas espinitas. Me hizo acordar a mis cactus con sus flores increíbles. La poesía es el asombro. Lo sé. A veces las cosas me llevan demasiado tiempo y, aunque yo intuía que Paula tenía una casa mágica, el viernes pude disfrutarla junto con un té de naranja debajo de sus árboles enormes repletos de flores rosas y cotorras.



Por Valeria Pariso